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JUICIO CONTRA UN ENTRENADOR
ESPAÑOL
La plaga de los abusos sexuales: del atletismo español a la patinadora
surcoreana
Dos casos más de violación en el patinaje de Corea del Sur han recordado que el
deporte mundial tiene un problema para prevenir y detener los abusos en la
infancia. En España hay varios casos

Shim Suk-hee, el último caso de abusos en el deporte. (Reuters)17/01/2019
GEMMA HERRERO
Los abusos
sexuales en el mundo del deporte están dejando de ser tabú. Cada día son más
las personas que se
atreven a dar un paso adelante y abandonan el silencio en el que se han
consumido, sin entenderlo o digerirlo primero, paralizadas por la vergüenza y
culpabilidad después.
La última en hablar es la patinadora surcoreana Shim
Suk-hee, de 21 años, doble medallista olímpica, que acusó la semana
pasada al ex seleccionador nacional Cho
Jae-beom, de haberla violado en repetidas ocasiones desde que tenía
17. Cho Jae-Bom está actualmente en prisión ya que fue condenado el pasado
mes de septiembre a diez meses de cárcel por las agresiones físicas que
habían denunciado varios atletas, entre ellas Shim Suk-hee.
Esto no es una moda: el espejo en el que ha obligado a mirarnos el depravado
Nassar
GEMMA HERRERO. BARCELONA
El exmédico de la selección de gimasia olímpica de
Estados Unidos, volvió este miércoles a la corte para escuchar los
testimonios de 57 atletas que lo acusan de abusos sexuales en Michigan
La patinadora declaró en el juicio sobre las palizas que “creía que me iba a
matar”, pero no habló sobre las violaciones. Con su agresor entre rejas, ha dado
el último paso y las autoridades están
ahora investigado la acusación, aunque ya son varios los medios que
apuntan a que no es la única que ha sufrido abusos sexuales.

Gimnastas abusadas, en el juicio de Larry Nassar. (Reuters)
El silencio y amparo de las instituciones
Como la piedra que se tira en
un estanque y produce una onda expansiva, las denuncias sobre abusos
sexuales suelen caer, una tras otra, en cuanto alguien se atreve a ser la
primera en hablar públicamente. En Corea del Sur, encorajinada por el
ejemplo de Shim Suk-hee, una judoca de 24 años, Shin
Yoo-yong, ya ha denunciado a su entrenador por violarla desde que
estaba en el instituto. Ante el escándalo que se avecina, el presidente del
comité olímpico surcoreano presentó este martes sus excusas por "las lagunas
sistémicas" que hicieron que las agresiones sexuales no fueran
detectadas. "Haré una limpieza de los entrenadores que manipulan el futuro
de nuestros deportistas y utilizan su posición para cometer actos desleales.
Impondré prohibiciones de por vida a los autores de agresiones sexuales e
impediré que puedan ser fichados aquí o en el extranjero”, agregó.
Lamentablemente, las lagunas
sistémicas no han ocurrido sólo en Corea del Sur. Es una constante, una
plaga, siempre que salen a la luz las denuncias por abusos sexuales.
Organismos, instituciones públicas, comités olímpicos que conocían los
hechos y los taparon durante años. El caso más evidente ha sido el del
depredador sexual Larry
Nassar que ha hecho tambalearse tanto a la Federación de gimnasia
estadounidense, como al comité olímpico y a la Universidad estatal de
Michigan, provocando una
catarata de renuncias, despidos e investigaciones que aún no han
acabado. Durante tres décadas Nassar campó a sus anchas porque se lo
permitieron. Se silenció a las víctimas y se amparó al depredador. Pero no
hay que irse muy lejos para comprobar que las ‘lagunas’ también existen en
nuestro país.

El protocolo contra el acoso sexual que pudo salvar a Antonio Peñalver
ALONSO CASTILLA
Existe un protocolo perfectamente diseñado para que
el silencio no sea complice en casos de abusos sexuales, tanto en mayores
como en menores de edad
El juicio contra Millán, la próxima semana
El próximo martes día 22 está previsto que comience
en Santa Cruz de Tenerife el juicio contra el entrenador Miguel
Ángel Millán por dos presuntos abusos sexuales a menores. La
acusación particular pide 21 años y 12 la Fiscalía. Para que el técnico, que
fue responsable de pruebas combinadas de la federación española hasta
noviembre de 2016, se siente en el banquillo fue crucial la denuncia en
diciembre de ese año de media docena de atletas de Alhama de Murcia,
encabezados por el medallista olímpico Antonio
Peñalver. Sólo así un juzgado de Tenerife que había archivado la
denuncia de Eduardo, un joven atleta canario, reabrió el caso.
Antonio Peñalver (Murcia, 1968) fue subcampeón
olímpico en decatlón en Barcelona 92 y en diciembre de 2016, recibió una
llamada solicitando ayuda para Eduardo, al que la juez no había creído
cuando relató que había sufrido abusos cuando tenía 13 y 14 años. "Nos han
dicho que tú también pasaste por lo mismo cuando Millán te entrenó en los
años 80 en tu pueblo y el suyo, en Alhama ¿Podrías declararlo ante la
policía para ayudar a que reabran el caso y crean a Eduardo?”. Su respuesta,
tal y como reconoció en El País fue: "¿Cómo
no voy a hacerlo? Es lo menos que puedo hacer. No podía permitir
que el denunciante quedara como un mentiroso. Lo que digo en la declaración
es lo que pasó, sin más historias”. Unos días después de hablar ante la
policía, contó en una extensa entrevista en el diario lo que le había
ocurrido. Y el relato ponía los pelos de punta.
Millán trabajaba como profesor en el centro donde Peñalver estudiaba. Tenía 13
años: “En el momento en que se produjeron los abusos no entiendes lo que está
pasando. Sólo la primera vez me dirigió la palabra, y yo contesté que no, pero
siguió, por supuesto. Se repitió unas cuantas veces, no sé cuántas, durante unos
meses. No era todas las semanas. Fueron varias excursiones a la sierra. Después
de trabajar y entrenar, nos acostábamos en una habitación de unos 15-20 metros
cuadrados. En el suelo dormíamos sobre esterillas o jarapas uno al lado de
otro... Y te despiertas con, con... ¿Qué
haces? ¿Gritas? No puedes hacer nada. Al menos, entonces, yo no pude
hacer nada. Ni los compañeros. Estaba a 15 centímetros del de al lado. ¿Qué
haces?”
Hijo de campesinos, con el atletismo como fin vital y un entorno en el que
Millán era una especie de dios, cuando los abusos cesaron y la Federación le
contrató con vistas a los Juegos de Barcelona, Peñalver pensaba “que había sido
el único”, apenas se hablaban y le pasaba los planes de entrenamiento. “Llegué a
ser subcampeón olímpico porque entre nosotros nos ayudábamos y nos convertimos
en pequeños autoentrenadores. Los hermanos Benet, por ejemplo, me enseñaron a
pasar las vallas. Él me cargaba tanto que destrozó mi zancada. Pero la cuestión
deportiva solo tiene relevancia por el efecto de manipulación que tuvo durante
muchos años. Me acuerdo incluso que en el invierno 91-92 la única vez que me
dirigió la palabra fue la víspera de que nos fuéramos a Estados Unidos. Y luego,
en las concentraciones, ¿cómo ibas a llevarle la contraria? Se
mostraba tan cercano, tan amigo, ante otros atletas y los demás entrenadores,
como si fuéramos amigos, cuando a lo mejor hacía meses que no me hablaba.
No tuve fuerza contra esa imagen tan perfecta de superentrenador, superamigo y
súper de todo. Yo no fui capaz de decirle a nadie en su momento que todo era
mentira, tanto en lo personal como en lo deportivo. En todo. Todo era mentira”,
relató.

Antonio Peñalver, plata en Barcelona, sufrió abusos sexuales. (Imago)La responsabilidad de la Federación
En diciembre del 92, Peñalver no recuerda exactamente cómo, pero alguien le
preguntó si había sufrido abusos sexuales y se dio cuenta que no era el único,
que había “como 20 o 30 más”. Entró en shock, perdió 13 kilos, no salió de casa
en meses. En el 93 “hubo reuniones para intentar poner una denuncia que no se
puso porque dijeron que había prescrito, pero es todo borroso”. Mientras, a
Millán le trasladaron de Murcia a Extremadura, donde siguió entrenando a niños,
a jóvenes. La Federación, por lo tanto, tenía conocimiento de los hechos. José
María Odriozola fue presidente desde 1989 hasta el 2016 y también el que decidió
que Millán fuera el responsable de las pruebas combinadas de atletismo. Pese a
todo.
Antonio Peñalver se preguntaba a sí mismo: “¿Cómo
puede ocurrir que durante 25 años esté alguien callado? Aunque nunca estuve
seguro de todo, yo supuse que todo había acabado con la salida de Alhama de
Millán. Se suponía que donde fuera iba a haber prevención y vigilancia”. Y
no, no la hubo. Hasta que en 2016, recibió una llamada desde Tenerife,
cuando la madre del joven canario Eduardo ayudada por la policía, investigó
y localizó a posibles víctimas anteriores después de que la jueza archivara
la denuncia. Eduardo asegura que entre 2011 y 2013, cuando tenía entre 14 y
17 años sufrió abusos sexuales y semanas después de que Peñalver declarara
ante la policía otro joven, también menor, que sufrió abusos en 2015 y 2016
se atrevió a denunciar a Millán. El
caso de Antonio Peñalver ya ha prescrito legalmente, pero declarará como
testigo de la fiscalía. Odriozola, que también ha sido citado, ha
pedido hacerlo por videoconferencia.

Gloria Viseras y Jesús Carballo.
Entornos seguros
La justicia dictará sentencia en el caso Millán, pero en cada caso de abusos
sexuales a menores se repiten, sin importar el país o la modalidad deportiva,
los mismos parámetros. La ex gimnasta Gloria Viseras, que en el 2012, ya
prescrito también su caso, denunció a su antiguo entrenador Jesús Carballo, explicaba
en El Confidencial: “Hay que dejar de culpar a los padres por no enterarse,
a los deportistas por no hablar y hacer que las instituciones pongan
los mecanismos de control para detectar los entornos potencialmente
abusivos antes de que se produzcan. Hay una serie de marcadores muy claros que
deben hacer saltar todas las alarmas. ¿Por ejemplo? Entornos muy cerrados en los
que una o dos personas controlan espacios, tiempos, niñas, lo que comen, lo que
escuchan, lo que hacen. Adultos, entrenadores o 'fisios' que se quedan a solas
con menores en habitaciones cerradas, es que esto está normalizado en el deporte
y hay que poner controles. Debemos aprender de lo que ha pasado y anticiparnos,
detectarlo, porque es tremendo que, por ejemplo, hasta que no han pillado a
Nassar con miles de imágenes de pornografía infantil nadie hizo nada al
respecto”.
Viseras hacía una reflexión que deberíamos grabarnos
a fuego: “Espero que se entienda que cuando te sucede algo así, tan grave,
siendo una niña, lo primero que haces es negarlo. Sientes vergüenza, sientes
culpa, te sientes responsable, todo es un largo proceso, pero la cuestión no
es por qué los niños tardan años en hablar. Los niños tienen derecho a estar
protegidos y sanos en entornos libres de violencia y esto es responsabilidad
de los adultos. La pregunta es por qué los adultos no protegieron a las
niñas, no por qué las niñas no lo cuentan”.
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