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La urgencia de atender la violencia sexual infantil
Género
27/12/2021
Red Semlac.- El maltrato infantil está
íntimamente relacionado con la violencia de género y no puede seguirse
viendo como un fenómeno aislado, coinciden especialistas. ¿Cómo se
manifiesta en Cuba, qué no debemos perder de vista para atenderla y
prevenirla? No a la Violencia conversó con la jurista Ivón Calaña Pérez,
jefa del departamento de asesoría jurídica del Centro Nacional de Educación
Sexual (Cenesex) y con las psicólogas Elia Marina Brito Hidalgo,
especialista del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología
en Las Tunas y colaboradora del servicio de atención a víctimas de violencia
de esa oriental provincia; y Ana María Cano López, también del Cenesex y
especialista de su servicio de atención al abuso sexual infantil.
¿Cuáles son las formas fundamentales en que se manifiesta la violencia
sexual infantil, según sus experiencias?
Ivón Calaña Pérez: Nuestras experiencias, a mi modo de ver,
coinciden con el comportamiento identificado por las instituciones oficiales
y rectoras de la atención a niñas, niños y adolescentes víctimas de abuso.
La violencia sexual infantil se manifiesta principalmente en niñas y
muchachas adolescentes, según los casos atendidos a través de los servicios
del Cenesex, lo que coincide con las estadísticas oficiales. Sin embargo,
ello no necesariamente significa que suceda así en la realidad, porque los
datos reportan solo los casos denunciados y donde los victimarios han tenido
una sanción penal; por lo que la cifra real de su ocurrencia no se conoce y
no debemos descartar que, al tratarse de hechos mayoritariamente ocurridos
en el ámbito familiar o por personas muy allegadas a la familia, se pondere
«la moral» de la familia versus los derechos de niñas y niños. Además, en el
caso de los niños -y ante la construcción de masculinidades moldeadas por el
sistema patriarcal-, se generan estigmas sobre la orientación sexual no
hegemónica que el niño asumiría a partir de la violencia sexual, aspecto que
sabemos es una falsa creencia. Las expresiones de violencia sexual más
frecuentes en nuestro contexto son los abusos lascivos y la violación (de
acuerdo con nuestras experiencias), aunque oficialmente la corrupción de
menores es también frecuente. La pederastia no es de las más frecuentes,
pero en este caso también caben los análisis anteriores.
Elia Marina Brito Hidalgo: Las formas más reiteradas de abuso
sexual infantil son, precisamente, el abuso sexual y lo que hasta este
momento, desde lo legal, se denomina el abuso lascivo. Se manifiesta con
tocamientos, masturbación, o que niñas, niños y adolescentes sean obligados
a tener sexo bucogenital. Esa es la mayor tendencia, independientemente de
que hay una incidencia de violación y de pederastia. Igualmente hay una
tendencia al incremento del ciberacoso desde la perspectiva sexual.
Ana María Cano López: La Organización Mundial de la Salud define el
abuso o maltrato infantil como toda forma de maltrato físico y /o emocional,
abuso sexual, abandono o trato negligente, explotación comercial o de otro
tipo, de la que resulte un daño real o potencial para la salud, la
supervivencia, el desarrollo o la dignidad del niño en el contexto de una
relación de responsabilidad, confianza o poder.
El abuso
sexual infantil es una forma de maltrato infantil donde se involucra a un
niño, niña o adolescente en actividades sexuales de cualquier tipo, mediante
el uso de la seducción, la manipulación, el engaño, el chantaje, la amenaza
o la fuerza. Estás prácticas se realizan desde una posición de poder. El
agresor tiene más edad, más habilidades sociales, más fuerza, más estatura,
o mayor poder para convencer Es por eso que manipula, engaña, chantajea y
seduce…. Es importante decir que el abuso sexual infantil puede incluir
contacto sexual, aunque también actividades sin contacto directo como son el
exhibicionismo, la exposición de niñas, niños y adolescentes a materiales
pornográficos, el “grooming” o la utilización o mancipación de menores para
la producción audiovisual. Por otra parte, también se identifica la
explotación sexual infantil y la trata con fines de explotación sexual, como
la forma más extrema en que se manifiesta esta violencia. Esto supone la
utilización de menores en actos de naturaleza sexual a cambio de una
contraprestación normalmente económica.
¿Qué debe caracterizar su atención y prevención? ¿Qué tener en cuenta para
no revictimizar?
ICP: La prevención es clave para la disminución real de estos
lamentables hechos y, para ello, también es vital la educación integral de
la sexualidad, pues niños, niñas y adolescentes deben conocer los límites
que sobre su cuerpo tienen las personas -aunque estas sean aquellas con las
que existen sólidos lazos de afectividad y familiaridad-, y que, en el
supuesto de que esos límites sean traspasados, conozcan que deben decirlo.
Se trata de reforzar que tienen derechos que todos deben respetar y
proteger. La atención tiene que ser por personal sensibilizado y capacitado,
que se coloque en el lugar de la niña o el niño y abandone la visión
adultocéntrica. Se les debe escuchar de manera activa y tener en cuenta sus
criterios para la adopción de decisiones. La atención no solo puede ser
desde lo judicial, que más bien se enfoca en acreditar la tipificación del
delito y, en segundo plano, en la protección de la niña o niño; sino que
debe ser un proceso interdisciplinar y sistemático, que garantice una
verdadera reparación del daño causado y dote de garantías para la no
repetición de hechos similares.
La
revictimización es frecuente, es uno de los motivos por los cuales se
acercan las personas al Servicio de Orientación Jurídica del Cenesex, ante
exploraciones reiteradas para la elaboración de informes con fórmulas
generalizadas que no aportan todos los elementos que se tuvieron en dicho
acto. También incide la falta de preparación de instructores que realizan la
exploración y la no disposición de medidas cautelares que priven a los
agresores de un acercamiento a la víctima y su familia.
EMBH: Hay elementos a tener en cuenta dentro de las consideraciones
éticas a la hora de la atención a las víctimas de abuso sexual. El primero
es el respeto a los derechos de niñas, niños y adolescentes a mantener
silencio, a no explicar, decir o alegar algo sobre la situación, si no
quieren hacerlo. Esa es una de las maneras de evitar la revictimización. Por
otra parte, las personas que hacen la atención psicológica no pueden ser las
mismas que hacen la exploración, pues quien explora, indaga. Para la
atención psicológica, la información sobre la situación de abuso, o sea,
dónde ocurrió, qué paso, toda la descripción del hecho, la solicitamos a
Fiscalía, que incluye el informe que hace Medicina Legal. Y también
recabamos información de las familias. Es importante también la atención
psicológica centrada en las víctimas, pero sin olvidar los ámbitos de
socialización más importantes: la familia y la escuela, porque es allí donde
la y el adolescente o infante pasa más tiempo; y también porque, a menudo,
maestras o maestros son quienes primero reciben señales del abuso.
Con
respecto a cómo evitar la revictimización, un elemento que se trabaja con
adolescentes, niñas y niños, es nunca preguntar ni cuestionar sobre el
hecho. Desculpabilizarles es uno de los primeros elementos que trabajamos.
Porque la culpa es un factor común a las víctimas, que también hay que
trabajar con las familias. Ese acompañamiento es un trabajo muy complejo,
por su nivel de afectación, pues los victimarios suelen tener una relación
emocional significativa con la familia de las víctimas. Otras cuestiones son
atender la autoestima, el autocuidado, educar en el conocimiento de sus
cuerpos, sus emociones, el erotismo desde lo educativo y la orientación.
AMCL: En primer lugar, cualquier forma de violencia sexual contra
niñas, niños y adolescentes es un problema social que tiene graves
consecuencias en sus vidas, su entorno y en todos y cada uno de los
contextos en los que se desarrollan. Por lo tanto, los ámbitos para la
intervención en la protección contra este tipo de violencias deben incluir
desde la familia y su entorno social, pero también los espacios educativos,
sanitarios, policiales y hasta legislativos, por supuesto. El maltrato debe
prevenirse, detectarse y atenderse de manera integral, también en los
aspectos médicos, psíquicos y sociales.
Para no
revictimizar, es importante que la familia concientice que, cuando ocurre un
hecho como este y el niño o niña lo cuenta, debe hacerlo solo una vez. No se
debe insistir, pedir detalles o hablar de este tema a su alrededor. Hay que
preparar a las familias. Igual se debe tener muy en cuenta cuál es la
experiencia que ha tenido ese infante o adolescente y el dolor que está
atravesando. Si no somos capaces de ponernos en su lugar, no tendremos todo
el cuidado a la hora de atender esta problemática en las instituciones o
espacios a donde se acude cuando se ha sufrido este tipo de violencia.
¿En qué
ámbitos se concentran ahora mismo los principales desafíos y cómo
enfrentarlos?
ICP: Existen grandes desafíos en los tres ejes nucleares del abuso
sexual infantil: la prevención, la detección y la atención. Se necesita la
implementación de programas de educación integral de la sexualidad, desde
tempranas edades, por personal capacitado. La detección del abuso sexual
infantil por todas las instancias donde socialicen iñas y niños o tengan
potencialidades para ello, como son las escuelas, los servicios de salud,
espacios comunitarios. Se requieren protocolos de actuación para el registro
y denuncia por personal que lo detecte y ante la falta de interés de la
familia; pues, ante todo, el principio del interés del niño y la niña debe
primar en toda decisión. Por la parte de la atención, quedan retos asociados
al seguimiento interdisciplinar, la celeridad en los procesos judiciales
–que generan mucha angustia a las víctimas y sus familias– y la adopción de
medidas más protectoras que eviten la revictimización.
EMBH: Uno es la prevención, para lo cual es importante la
sensibilización, la desnaturalización de esta temática, el abordaje desde la
educación integral de la sexualidad como herramienta imprescindible. En el
espacio familiar hay cuestiones que no debemos olvidar: enseñar a considerar
los cuerpos como un espacio propio que nadie puede tocar y hacer entender a
los padres eso también. Que madres y padres observen y acompañen a sus hijas
e hijos desde las edades tempranas. Y trabajar también en la familia, la
escuela; también la denuncia, esa que pasa por decirle a mamá o papá lo que
está sucediendo. La credibilidad de las familias, pues a veces esta no cree
al menor cuando viene con una denuncia de esta naturaleza.
Desde los
espacios de socialización, debemos insistir en desarrollar habilidades en
las familias para que puedan prevenir el abuso sexual, reforzar los espacios
que están generando propuestas atractivas como las casas de orientación de
la FMC, los medios de comunicación, las redes sociales, etcétera. Hemos
tenido la experiencia en los joven club de computación, como un espacio que
contribuye a la prevención.
AMCL: Los principales desafíos se encuentran en el ámbito
educativo, familiar y también en el social, por supuesto, porque tiene que
ver con el modo en que la sociedad puede enfrentar situaciones de este tipo.
Para esto, tenemos que educar en estas problemáticas, brindar más
información, hacer más campañas. Todo lo que podamos hacer desde la
comunicación social en programas educativos, cápsulas, trabajo con las
redes, etcétera, favorecerá la prevención de la violencia sexual infantil.
Por otra parte, trabajar en la capacitación de profesionales que se dedican
a estos temas, pero también en la comunidad con padres, familias, los
propios niños y niñas y adolescentes; pero también educadores en las
escuelas. Es un enorme desafío
Otro
tiene que ver con el tema de la denuncia. Preparar y educar a la población
para que denuncie cuando ocurren situaciones de este tipo. Es común que las
familias no quieran denunciar porque estos hechos las afectan directamente,
pero se debe pensar esta situación porque hay que sancionar a las personas
que comenten delitos de este tipo, por las consecuencias que traen para
niñas, niños y adolescentes. También deben concientizarlo profesionales o
personas de las comunidades. Todavía no tenemos una cultura de la denuncia.
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