lavozdegalicia

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/espana/2023/04/09/infierno-ocho-ninos-colmenar-confinados-habitacion-castigados-durante-horas-intemperie/0003_202304G9P19993.htm


 

Los abusos del médico de Colmenar a sus hijas: «Nos obligaba a ver pornografía y a reproducirla»

La hija mayor del doctor, de 14 años, relata los abusos sexuales y los castigos físicos que sufrió de su padre
 

Aspecto de la entrada de la vivienda de Colmenar Viejo, Madrid, en la que residía la familia VICTOR LEREN
 

EF

Antonio Paniagua

Madrid / COLPISA / 8 de abril 2023
 

Una de las hijas del médico de Colmenar Viejo (Madrid) detenido por maltratar y agredir a sus ocho hijos, todos menores, ha acusado a su progenitor de obligarle a ver pornografía y a reproducirla bajo la amenaza de una paliza si desobedecía. La chica, de 14 años, afirmó que su padre le obligó a tocar a su madre al negarse a hacerle una «chupadita», según se desprende de su testimonio judicial, al que ha accedido el diario El Mundo.

La menor, no obstante, exculpó a su madre de los crímenes de su padre a pesar de no haber intervenido en ningún momento para detener a su marido y parar los abusos sexuales del mismo. Incide, de hecho, en que está deseando volver a verla.

La retahíla de crímenes sexuales comenzó en febrero de este año. El hombre, médico del hospital Gregorio Marañón de Madrid, se fijó en que la chica de 14 años y su hermana utilizaban una plataforma de mensajería y chat de voz llamada Discord para hablar con sus amigos. Popularizado entre la comunidad gamer por ser utilizado para hablar con jugadores en línea, también se utiliza como plataforma de distribución de pornografía en servidores privados. El acusado, al enterarse de que ellas utilizaban dicha plataforma, decidió investigarla. Y encontró la pornografía de los servidores privados.

 

«Vino a casa desde el trabajo por sorpresa. Se topó con ese tipo de material porno, pero nosotros nunca los habíamos visto, solo lo usábamos para tener amigos. A él se le metió en la cabeza que sí, pese a negárselo», contó la menor.

 

A raíz del empeño del padre, este les amenazó con no dejarlas salir de casa ni ir al instituto si no atendían a sus depravadas peticiones: ver vídeos porno junto a ellas. «Me dijo que yo había tenido relaciones sexuales con alguien, que le dijera con quién. Le contesté que no, que preguntara en el instituto. Ni había hecho pellas... Entonces me dijo de ver vídeos porno. Le volví a decir que no quería, incluso llorando, que no me gustaban. 'Hasta que no te sientes conmigo y no los veas no vas a salir de aquí'... Y cerró la puerta», reproduce la víctima en su declaración judicial.

A partir de ahí, el médico empezó a sobrepasarse en el exceso, llegando a despertar a sus dos hijas a altas horas de la madrugada para seguir viendo contenido adulto. «Yo me negué todas las veces. '¿Me vas a desobedecer? Espérate que me levante'. Se levantó y me dio una paliza por negarme. Me dijo: 'Soy tu padre, me tienes que obedecer. Si me quieres, tienes que hacer lo que yo te diga'. A mi hermana también le pegó por negarse», relató la víctima de su padre. Las negativas a obedecer siempre acababan en paliza.

En una ocasión, el médico llegó a realizar tocamientos a su hija por la sospecha de que había mantenido relaciones con otro chico al que iba «a matar». «Llegó a meter los dedos mientras ponía cara de odio, se produjeron dos o tres veces, incluida la que he contado. Otra me obligó a desnudarme entera para ver si me había depilado las piernas o abajo», relata la joven. Al negar que había mantenido relaciones con otra persona, su padre le dio otra paliza. 

«Si tú cuentas algo, te mato»

El sanitario también obligó a las dos niñas a realizarle tocamientos a su propia madre. Según cuenta la chica que prestó testimonio, su padre llegó incluso a avergonzarles e insinuarles propuestas sexuales mientras estaban a la mesa, en familia, bajo las consecuentes amenazas. «Literalmente nos decía: 'Si tú cuentas algo de lo que pasa fuera, te mato'. Yo tenía esa frase grabada en la cabeza... Que lo que pasaba en casa se quedaba en casa».

Según las investigaciones de la Guardia Civil tras el arresto del doctor, los abusos no se limitaban a lo sexual, sino también a las condiciones de vida en las que mantenía a sus hijos. La benemérita incide en que estaban «castigados físicamente, malnutridos y dormían arrinconados en varias literas dentro de una habitación» de la vivienda, que además se encontraba en una condición «totalmente insalubre».

Los ocho hermanos denunciaron que su padre utilizaba rodillos de cocina y cuchillos para infligir los castigos de desobediencia. Con la custodia retirada, todos permanecen en un centro de acogida de Colmenar. Tienen entre cuatro y 14 años, siendo la menor que dio su testimonio la mayor de todos. El padre, de hecho, ya había sido denunciado por malos tratos y tenía una causa abierta en un juzgado de Madrid por dicha acusación. Fue el relato de los hechos de una de las hijas a una de sus profesoras lo que dispuso a que el caso llegase a la Guardia Civil.

Tanto padre como madre están acusados, aunque sus primeras reacciones han sido negar los hechos y achacar los «relatos inventados» de sus hijos a las compañías que frecuentan y a la «etapa difícil» que atraviesan, especialmente sus hijas adolescentes de 14 y 12 años.

El infierno de los ocho niños de Colmenar: confinados en una habitación y castigados durante horas a la intemperie

Antonio Paniagua

Malnutridos, los ochos hijos de un matrimonio de Colmenar Viejo (Madrid) vivían en una pocilga. Recibían frecuentes castigos corporales, estaban confinados en un patio, a la intemperie. Además faltaban mucho a clase. La Guardia Civil detuvo a los padres —él, médico, de 45 años; ella de 44—, y los mandó al juzgado, que ordenó ayer su puesta en libertad bajo medidas cautelares. Los críos, con edades entre los 4 y los 14 años, fueron enviados a un centro de acogida de la Comunidad de Madrid. La autoridad judicial ha retirado la patria potestad a los padres, sobre los que pesa una orden de alejamiento de sus hijos.

Cuando los agentes del instituto armado entraron el 28 de marzo en la vivienda, un chalé del municipio madrileño de Colmenar, quedaron horrorizados. La inmundicia era extrema. De no haber sido advertidos, los guardias civiles hubieran creído que aquello eran los despojos de una víctima del síndrome de Diógenes.

Hace unos días, los menores, que pasaban mucho tiempo recluidos en un patio, intentaron quemar la valla. Un vecino asegura que una niña intentó arrojarse al vacío al no soportar el encierro. «Los menores, cuando fueron interrogados, no hablaron», apunta una fuente de la investigación, que sostiene que estaban aleccionados para guardar silencio. Pese a que los chicos dormían en una sola habitación, el chalé es espacioso: dispone de unos 250 metros cuadrados, tres plantas, otros tantos baños, garaje, trastero, y un jardín comunitario.

Una denuncia que ponía en evidencia el maltrato que sufría uno de los menores puso en alerta a la Guardia Civil. En coordinación con la Fiscalía, los agentes indagaron sobre la vida de la familia, y lo que descubrieron les hizo sospechar. Ya pegara el sol o lloviera, los críos pasaban «horas y horas» en el patio. Las persianas estaban bajadas todo el día y se oía mucho ruido por la noche.

Absentismo escolar

Los profesores estaban al tanto del alto índice de absentismo escolar de los críos, que el padre, dada su condición de médico, disculpaba con motivos de salud. Las pruebas recogidas eran tan determinantes que el Juzgado de Instrucción número 1 autorizó la entrada y registro del domicilio. Solo usaban un baño, sucio y lleno de enseres. «La cocina presentaba un aspecto deplorable, sin limpiar y en una situación sanitaria pésima. Los ocho menores malvivían en una habitación, tenían prohibido pisar el salón», aduce la Guardia Civil.

En una de las habitaciones se halló mucho material médico como uniformes, batas, mascarillas, gasas, medicamentos y guantes. El detenido fue incapaz de justificar la posesión de todo eso, por lo que se le acusa de un delito de hurto. Pese a las deplorables condiciones higiénico-sanitarias, nada hace pensar que los cónyuges sufran problemas de salud mental, según los investigadores.

Sin vida social

Nadie hablaba con ellos y rehuían el contacto social. El hombre no llamaba la atención. Apenas salía de la casa para coger el coche, ir a su trabajo y regresar al domicilio. Así durante 13 años, los que la familia llevaba de alquiler en la casa.

La investigación judicial ha corroborado «una grave situación de desamparo» y de violencia doméstica, presuntamente ejercida por el padre, que es médico en un hospital madrileño y que probablemente ha sometido a la mujer a violencia machista. Según un vecino, en las pocas veces que las persianas estaban levantadas, se podían ver varias literas donde dormían los hijos. «Estaban siempre solos», dice otro vecino, que sospechaba algo anómalo, pero no que los menores estuvieran sometidos a ese trato. La madre era la que se encargaba de llevar a los niños al colegio. Algunos de los residentes en la zona no descartan que estuviera otra vez embarazada. La urbanización tiene una piscina, aunque los chavales nunca hacían uso de ella. Salvo el despacho del padre, casi todas las estancias estaban sucias y sumidas en un caos de trastos.

A los progenitores se les atribuyen delitos de maltrato, contra los derechos y deberes familiares y obstrucción a la justicia. Además a él también se le achacan delitos de violencia machista.