«Los tratantes
van a las regiones más pobres del país, y a los papás les ofrecen
que las niñas van a estudiar y que van a estar mejor, pero lo que
hacen en realidad es llevarlas a centros de prostitución para
explotarlas y convertirlas en usuarias de drogas, como marihuana,
cocaína...». Así de dura es la realidad que expuso ayer por la tarde
Nieves Altagracia de la Cruz, directora de la Fundación Centro
Nuestra Esperanza de la República Dominicana. La activista intervino
a través de videoconferencia en la tercera Xornada sobre a trata de
persoas en Galicia, que organizó la Rede Galega contra a Trata en la
facultad de Humanidades de Lugo. De la Cruz denunció cómo muchas
niñas y adolescentes de familias dominicanas pobres son engañadas y
reclutadas por mafias nacionales e internacionales que llegan
incluso a formarlas en gimnasios. «Las preparan para llevarlas a
países como Polonia, Chile o España para prostituirlas», manifestó.
Pobreza y falta de
opciones
En su opinión,
la pobreza, la falta de opciones educativas y laborales, la alta
tasa de inmigración desde Haití -los dos estados comparten isla- y
el hecho de que «se venda» la República Dominicana como destino de
turismo sexual están detrás de la lacra. La fundación que dirige
lleva dos décadas luchando contra un fenómeno que define como «muy
complejo», y aunque ha habido avances, reconoce que queda mucho por
hacer porque la zona sigue siendo «muy vulnerable». «Hasta hace poco
se castigaba a la víctima en lugar de a los victimarios, pero las
organizaciones nos unimos para impulsar una ley que castiga a los
tratantes con entre 10 y 15 años de cárcel, aunque la aprobaron
demasiado rápido y con errores que se van a modificar», señaló De la
Cruz, que también habló de la corrupción judicial y policial. La
congregación religiosa a la que pertenece fomenta las casas de
acogida para que mujeres retornadas de Europa y Asia «se recuperen».
Tras ella intervino la investigadora Leonor Ladrón de Guevara, del
grupo Greta.