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Shootball', el incómodo documental que da voz a
las víctimas y al pederasta de los Maristas
La película, disponible en Cineteca de Madrid el 4, 5
y 6 de diciembre, saca a la luz los entresijos de uno de los escándalos
sexuales más notorios del país
Joaquín Benítez, pederasta confeso que todavía hoy se
encuentra en libertad, reconoció que abusó de niños durante décadas mientras
otros profesores le imitaban y encubrían
"Lo más duro ha sido hablar con las víctimas, no
imaginaba que 5 minutos en un despacho podían convertirse en un trauma que
quizá dure toda la vida", explica el director, Fèlix Colomer
José Antonio Luna
03/12/2018

Joaquín Benítez, pederasta confeso de los Maristas
Lo que parecía ser un simpático profesor, inventor de
un deporte llamado Shootball, en realidad
era la punta del iceberg de la mayor trama de abusos a menores descubierta
en España. Joaquín Benítez supuestamente forzó sexualmente a niños durante
décadas mientras otros profesores del colegio religioso Maristas de Sants-Les
Corts (Barcelona) le imitaban y encubrían. En la actualidad, a pesar de que
más de 40 exalumnos denunciaron hechos similares, dos docentes reconocieron
estar implicados y Benítez confesó los abusos a menores, solo él será
juzgado.
Se trata de una realidad incómoda, llena de matices e
implicados que toman forma a través de Shootball,
un incómodo documental dirigido por Fèlix Colomer que estará disponible en Cineteca
de Madrid los días 4, 5 y 6 de diciembre en el marco del III Festival de
cine y derechos humanos.
Pero el reportaje no solo se centra en las víctimas,
sino que da voz a otros dos grandes protagonistas del 'caso Maristas':
Manuel Barbero, padre de uno de los niños y responsable de hacer pública la
trama; y el propio Joaquín Benítez, que admite a cámara cómo sometió a una
veintena de niños. "1980, un chaval de nueve años; 1983, de 13 años; 1983,
dos de 12 años y uno de 14; 1985, de 11, 13 y 14 años", enumera Barbero
hasta llegar a 2011 y un total de 18 denuncias de varones menores de edad.
"Lo primero que hicimos fue quedar con Manuel y
grabar cómo llamaba a Benítez, el pederasta de su hijo. Al tener este
material tan potente ya empezó todo y estuvimos año y medio grabando",
explica a Colomer a eldiario.es. El cineasta continúa diciendo que esta no
es solo "la historia de un pederasta abusando de niños, que ya es muy
fuerte", sino también la de cómo "las instituciones lo han encubierto
directamente, ya fuera por negligencia o pereza".
De esta manera, como aparece en el documental, al
encubrimiento del propio colegio se sumó la ineficacia de los Mossos
d'Esquadra, que en teoría sabían de ello desde 2011 y frenaron la
investigación porque el centro "se negó a facilitar información" según
recogió el juzgado de instrucción. Además, Benítez permanece en libertad
con cargos con la única prohibición de salir de España y tener contacto con
menores de edad. "El juicio será en marzo, pero él está en su casa en
libertad provisional porque el juez considera que no es ningún peligro, algo
que no entienden ninguna de las víctimas", critica Colomer.
Dar voz o no un presunto pederasta
Shootball cuenta
con algo insólito: un pederasta hablando a cara descubierta que no tiene
reparo en saludar con un "hola campeón" a un niño que pasa durante la
entrevista. Joaquín Benítez confiesa que tenía "una enfermedad" que era el
resultado de una infancia en la que, según este, sufrió abusos de "un tío 3
o 4 años mayor". Pero, a pesar de admitir haber abusado de menores, este no
se siente como "el típico pederasta". "No era violación. En absoluto. Porque
yo cuando iba con un niño y hacía este acto yo le comentaba: ¿Te importa que
te haga esto? Siempre con mucho respeto", responde el acusado ante las
incisivas preguntas de Colomer.

El director Fèlix Colomer durante la entrevista con
Joaquín Benítez
"Muchas veces es intentar buscar una excusa, porque
si no verías de verdad que eres un monstruo. Y claro, nadie quiere serlo",
analiza el cineasta. Precisamente por ello, por lo que podría implicar
incluir el testimonio de Benítez, Colomer reconoce que dudó de si añadir lo
que podría parecer "un espacio para que él simplemente hablara". Aun así,
finalmente decidieron que era una pieza fundamental para comprender la raíz
del problema. "Creo que es importante que nos centremos a ver cómo son los
pederastas, qué les ha pasado para llegar ahí y cómo se puede solucionar
antes de que pase algo", mantiene.
Además, Shootball cuenta
con varios recursos para recordar al espectador que no se trata de una
historia de ficción, sino de un documental con una gran carga sentimental
que afecta incluso a su propio director. "Al principio no quería salir
personalmente, pero era necesario para contar lo que pasó con las
instituciones y transmitir al espectador que yo estaba con ellos y que sabía
que ese tipo era despreciable", afirma Colomer.
Joaquim Benítez, según el director, no aparece para
generar empatía, sino para lo contrario: "Todos se han indignado con él. De
hecho, mucha gente nos ha dado las gracias. En muchos documentales solo
aparecen las víctimas, y conocer el punto de vista del pederasta, que es
quien inicia el problema, es también importante".
Cinco minutos convertidos en una vida de horror
Pero, para Colomer, lo más duro no fue entrevistar
durante dos horas al pederasta confeso, sino dialogar con las víctimas: "No
imaginaba que cinco minutos en un despacho podían convertirse en un trauma
que quizá dure toda la vida". Por lo que aparece en el reportaje, el modus
operandi de Benítez era casi siempre el mismo: elegía a un alumno, le
hacía ir a su despacho para tratar una lesión aprovechando que era
fisioterapeuta, cerraba el pestillo y comenzaban los tocamientos.
Era el inicio de una pesadilla que el propio acusado
reconoce, pero a la que quita importancia: "Todos los traumas se pueden
superar, el que diga que no es porque no lo ha intentado", dice mientras
mira a los ojos a Colomer. En esos momentos no es fácil mantener el temple,
pero, como el director asegura, "había que aguantar la entrevista sin
empezar a gritarle, ya que de lo contrario se terminaría".

Fèlix Colomer en 'Shootball'
La rama judicial tampoco queda exenta de polémica. El
juez ha archivado 13 de las 17 denuncias contra Joaquín Benítez porque
tuvieron lugar en las décadas de los 80 y los 90. Estos delitos prescriben
entre cinco y quince años después de que el joven haya alcanzado la mayoría
de edad, pero el inconveniente es que, según los expertos, gran parte de las
víctimas no confiesan hasta entrar en la treintena.
"Hay una frase muy buena que me dijo una víctima:
'Los delitos para los pederastas prescriben, pero sus traumas no caducan
nunca'", rememora Colomer. Ahora, después de haber viajado por medio mundo
presentando el documental, llega por primera vez a Madrid no sin antes
sortear algunos obstáculos. "A veces nos encontramos muy solos. Nuestro
objetivo era pasarlo por las televisiones españolas y por ahora no hemos
podido", lamenta.
Aun así, parece que la película sí que está
consiguiendo parte de lo que buscaba: se va a utilizar como prueba judicial
y como método de terapia para reclusos. "Fui a la prisión de Quatre Camins
en Barcelona y se la pusimos a 12 pederastas. Se emplea en prisiones para
que se vean reflejados y sientan el dolor que hacen a las víctimas", apunta
Colomer. Un pequeño halo de esperanza ante una problemática en la que, según
el cineasta, "todavía hay que trabajar mucho".
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