http://www.eldiario.es/sociedad/victima-abusos_0_495900674.html
"Tenemos
un Código Penal injusto que continúa creyendo en el pederasta arrepentido"
Miguel Ángel Hurtado fue abusado por un cura a los
16 años en Barcelona, pero el delito ha prescrito
Ahora lucha desde una asociación para que los casos
salgan a la luz y los delitos no prescriban a los 15 años
Miguel
Ángel Hurtado sufrió abusos sexuales por parte de un sacerdote en Barcelona
durante su adolescencia. Hoy trabaja como psiquiatra en Londres, y es uno de
los responsables de la sección española de SNAP (principal asociación de
víctimas de la pederastia clerical). Su nombre salió a la luz hace un año y
medio, por su apoyo a Daniel,
víctima del clan de los Romanones en Granada. Ahora, lanza una campaña
vía Change.org,
bajo el título "No habrá paz para los malvados" y que quiere exigir "al
futuro presidente del Gobierno" que los delitos por abusos a menores no
prescriban. En apenas dos días se han rebasado las 200.000 firmas.
Su entrevista en El Intermedio ha ayudado también a que se conozca su
caso.
En la actualidad, los tiempos de prescripción de este
tipo de delitos en la justicia canónica son de 20 años. En el Código Penal
de España, la prescripción va desde los tres años para los delitos más
leves, hasta los 15 años para los graves. En Reino Unido por ejemplo, donde
vive Miguel Ángel, esa situación no se produce porque los delitos sexuales
contra menores no prescriben. "Cuatro de cada diez denuncias por delitos
sexuales afectan a menores de edad. Esta situación es producto de un Código
Penal injusto que de forma irresponsable continúa creyendo ciegamente en la
quimera del pederasta arrepentido sacrificando los derechos de las víctimas
y poniendo en peligro a nuevas generaciones", incide Miguel Ángel.
"Tenía fe en Dios"
"Yo tenía 16 años cuando fui abusado por el sacerdote
que dirigía el grupo de jóvenes católicos al que acudía en Barcelona. En esa
época estaba pasando una situación familiar complicada, tenía carencias
afectivas importantes y eso me hizo ser especialmente vulnerable a los
abusos", explica. Confiesa que "era una persona creyente y la fe que tenía
en Dios y en la Iglesia me impedía imaginarme que un sacerdote en el que
confiaba podía ser en verdad un lobo con piel de cordero".
Cuando se decidió a denunciar, ya era tarde desde el
punto de vista jurídico. Los posibles delitos ya habían prescrito. La
respuesta de las autoridades eclesiásticas fue "muy decepcionante. Su
principal objetivo era evitar el escándalo a toda costa y que la reputación
de la Iglesia no se viera dañada. Fue doloroso darse cuenta de que para
algunos obispos las víctimas no somos parte importante de la Iglesia a la
que hay que proteger y cuidar".
En 2011, tras la muerte de su padre, Miguel Ángel
decidió enfrentarse a sus demonios. "Me di cuenta de cómo los abusos habían
marcado mi vida. Y me comencé a sentir culpable por no hacer más para que
casos como el mío no se repitieran. Contacté con SNAP, una organización de
víctimas internacionales. Y con ellos comencé a hacer acciones de protesta
como acudir al Comité de los Derechos del Niño en Naciones Unidas para
demandar al Vaticano una respuesta más contundente contra la pederastia
clerical y el encubrimiento episcopal".
En todo el mundo, SNAP cuenta con 19.000 miembros. En
España hay muy pocos, porque "el tema de los abusos en la Iglesia en nuestro
país sigue siendo un tema tabú. Escuchamos casos en otros países y parece
como que estas cosas pasan muy lejos, cuando casos como el de Daniel
demuestran esto no es así".
"Las víctimas no somos el enemigo", subraya Miguel
Ángel Hurtado. "Lo son los lobos con piel de cordero que abusan de críos y
los sepulcros blanqueados que dan lecciones de moral en los púlpitos pero
que luego en privado encubren y protegen a delincuentes. La Iglesia de
Jesucristo tiene que traer luz al mundo, no oscuridad"
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