https://www.elsoldemazatlan.com.mx/analisis/un-cuento-infantil-imprescindible-6125217.html
María Félix
Raygoza Viera
Análisis,
sábado, 12 de diciembre 2020
Un cuento infantil
imprescindible
“Cuidado, porque no tengo miedo
y, por
tanto, soy poderosa”
Mary Shelley
Uno de los
temas más difíciles de abordar en la literatura infantil; es la violencia en
cualquiera de sus formas o tipología. Son “tabú” no únicamente en los
hogares, sino también en los centros escolares e imagino que origina un
conflicto a los escritores de Literatura Infantil porque deben encontrar
editoriales valientes; que apuesten por ellos para publicarlos con estas
temáticas en los contextos literarios de libros dirigidos a niños. Existe
una gran censura por parte de los adultos, para que los niños lean sobre
estos temas. Recordemos que el padre o profesor es la persona que compra y
selecciona el texto bajo su criterio moral e ideológico.
En los
hogares es complicado charlar del abuso sexual infantil, pocas veces se
toca; esa complejidad se extiende a veces hasta los colectivos escolares. La
visión sobre la Literatura Infantil y Juvenil en la mayoría de las escuelas
públicas o privadas es muy estrecha, quedó arraigada una visión moralizante
o la función social que “según” deberían tener un libro de literatura:
“hablar de valores” para que sea útil en la vida de un niño o adolescente.
Como
mujer, maestra y mediadora, debemos aventurarnos a compartir lecturas que
nos expongan hechos que son encerrados con candado en el baúl de los
recuerdos traumáticos; por eso me identifico con un relato escrito por
Isabel Olid: “¡Estela, grita muy fuerte!” editado por Fineo, acompañada de
ilustraciones de Martina Vanda. Es un texto que ayudaría a los padres, a los
maestros a prevenir abusos de los adultos hacia los menores de edad. Una
niña y un niño deben de saber desde pequeños que existen partes que son
íntimas y que un adulto nunca debería de tocar.
El color
menta de la pasta del libro atrapa, sobresale la imagen en bolígrafo negro
una niña de algunos seis años, de cabellera negra inmensa, parada
completamente recta, utiliza su brazo izquierdo como pivote sosteniendo
hombros, cuello y rostro con actitud retadora. Nos muestra el poderío de una
palabra. La niña está gritando, no sabemos qué palabra es aquella que logra
abrir sus labios con gran fuerza. Hojeas la primera página, la segunda, como
lector te detienes en la tercera; es inevitable no leer la dedicatoria de la
autora “para mis hijos para que aprendan a gritar cuando lo necesitan, para
mi madre para que aprenda a escuchar cuando grito”. En ese momento, te
percatas que quizás el relato por deshojarse irrumpirá, que la autora nos
hablará un hecho doloroso e ignorado, un secreto que debía ser revelado por
más que carcoma la armonía familiar. Ese secreto, considero que quizás la
autora se atrevió a compartir porque quizás paso por una situación similar a
la de Estela. La dedicatoria, nos hace pensar que está basado en su
infancia. Utiliza el cuento infantil para plasmar ese atropello, apoyándose
en un lenguaje sencillo, profundo y sublime que nos sacude y nos pone a
pensar.
Un
narrador omnisciente es quien nos va mostrando cada pasaje de la historia de
cómo es la protagonista. Estela, una niña soñadora, con una gran timidez,
como cualquier niño de esa edad le gusta jugar con sus amigos; es noble,
vulnerable, no sabe defenderse; a veces hasta su mejor amiga abusa de su
bondad, pellizcándola infinidad de veces. Aparecerá una figura importante
para empoderar a Estela: la maestra Conchita. Asombrada Conchita ante el
letargo de Estela frente a una agresión de su mejor amiga; aconseja que debe
ser capaz de expresar las cosas que le desagradan y sino la escuchan,
entonces; deberá gritar hasta que sea atendida y entendida su petición. Este
consejo funciona con la madre, que siempre por las prisas la lastima al
momento de cepillar su cabellera, Estela se atreve a confrontar de forma
sutil a su mamá, atreviéndose a proponerle que si podría hacerlo menos
fuerte. Cada fin de semana visitan a la abuela, donde se encuentra tío
Anselmo; -un pederasta encubierto, disfrazado de mejor amigo y tío
cariñoso-que es capaz de tocar partes del cuerpo de Estela que ni siquiera
sabía que existían, para poder parar esos “juegos perversos” que incomodan y
hacen sentir mal a la pequeña; Estela expresa su negativa ante las invasoras
manos de Anselmo; pero su tío es un sordo, un depredador que no para ante la
petición. Hasta que Estela rompe el silencio. Se atreve a gritar, haciéndolo
tan fuerte que los adultos suben a buscarla. Abraza a su madre. Nos otorga
al final del cuento la idea que la niña con el consejo de la maestra se
empodera; contará a mamá de los juegos sucios de su abusivo tío.
Por la
dedicatoria, podemos imaginar que la escritora posiblemente sufrió abuso
sexual infantil por parte de un adulto cercano a su entorno. La trama; pone
en evidencia una realidad que sucede de manera casi regular en algunas
familias: un adulto conocido o cercano al infante que busca la manera de
sostener una relación asimétrica, desigual, abusiva con un menor. Cabría
preguntarse ¿Cuántas de las mujeres cercanas o conocidas sufrieron en su
infancia este tipo de abusos?, ¿cuántos niños y niñas están pasando por una
situación similar a la de Estela?, ¿cuántos abusos se podrían prevenir
después de leer y mediar el cuento? No lo sabemos. Me agrada pensar que
quizás este cuento de Isabel Olid inyecta valor a una niña o un niño para
que grite ante cualquier abuso que esté siendo sometido.
Es una
temática difícil; Isabel Olid la aborda de una manera honesta, clara y
abierta un tema áspero de hablar o de desenterrar en la autobiografía de un
niño o de una persona adulta que navegó entre los abusos y el maltrato
infantil. El lenguaje de la escritora es simple y directo; el narrador en la
secuencia del cuento te lleva perfectamente a entender sobre el abuso sexual
infantil; sin ni siquiera mencionar lastres palabras. El lenguaje está
accesible e impecable. Las imágenes literarias que utiliza para describir la
fuerza del grito “tan fuerte que se escapa por la ventana y viaja mar
adentro, resuena por China y Australia” nos habla del poder que tienen las
palabras para empoderarnos. La fuerza de expresarnos, de comunicarnos; pero
cuando las palabras no son escuchadas; resuena el poderío que pueden tener
los gritos frente al peligro.
Entonces,
debemos empoderar a los pequeños con lectura, con cuentos de hadas para
soñar, de humor para reírnos, de aventuras para pensar que somos piratas o
exploradores, de animales tan grandes como los dinosaurios; también
deberíamos incluir en la lista; algunos que aborden temas duros como en:
“Estela grita muy fuerte”, quizás nos puede ayudar a entablar una acción de
prevención o detectar –si fuera el caso- algún abuso sexual infantil.
|