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El obispo de Kansas City, condenado por encubrir un caso de pedofilia

Se trata del primer prelado de la Iglesia católica de EE UU en ser declarado culpable en uno de los muchos escándalos sexuales que atenazan a la comunidad desde 1980

Washington 7 SEP 2012 - 18:58

Robert Finn, el obispo de Kansas City, fue declarado culpable el pasado jueves de encubrir los actos de pedofilia de uno de los curas de su diócesis, el padre Shawn Ratigan, en cuyo ordenador se encontraron fotografías de menores desnudas. Finn se convierte en el primer prelado de la Iglesia católica en ser condenado por su relación con un caso relacionado con abusos de menores en Estados Unidos.

Finn, de 59, que se enfrentaba a una pena máxima de un año de cárcel y una multa de 1.000 dólares dólares, finalmente fue sentenciado a dos años de libertad condicional. “Estos agradecido de que la acusación y los tribunales hayan permitido que este asunto llegue a su fin. La protección de los menores es lo prioritario”, dijo el obispo minutos antes de conocer el veredicto. Además deberá crear un fondo de 10.000 dólares destinado a ayudar económicamente a los menores víctimas de abusos sexuales y a iniciar un programa para asesorar a los miembros de su comunidad a detectar signos de abusos a menores. Nadie en la diócesis ha confirmado si Finn ha recibido presiones por parte del Vaticano para que abandone su cargo tras su condena, asegura The New York Times.

En diciembre de 2010, Ratigan, que impartía clases en una escuela católica de primaria de Kansas, llevó su ordenador a reparar. Cuando el técnico descubrió que el disco duro estaba repleto de fotos de genitales de menores  y de niñas desnudas, informó inmediatamente a los oficiales de la diócesis. El obispo, a quien, según la fiscalía, Ratigan había confesado sus problemas con la pornografía infantil y que en mayo de ese año había recibido una carta del director del colegio alertando de que en una ocasión aquél había llevado sobre su regazo a una de las alumnas en un viaje en autobús y que solía animar a los niños a que rebuscaran caramelos directamente de sus bolsillos, decidió únicamente trasladar al sacerdote a un convento y ordenarle verbalmente que se mantuviera alejado de los menores.

Ratigan, sin embrago, continuó durante cinco meses más tomando fotografías de menores desnudas, hasta que los oficiales de la diócesis alertaron a las autoridades sin contar con la autorización de Finn. El eclesiástico se confesó culpable este mes de agosto y está a la espera de conocer su sentencia. El obispo, por su parte, únicamente ha sido encontrado culpable por haber encubierto la conducta delictiva del sacerdote en esos cinco meses. Finn es la primera dignidad de la Iglesia en ser condenada en EE UU por uno de los muchos casos de abusos a menores que atenazan a la comunidad católica en ese país desde 1980, si bien a lo largo de este tiempo varios obispos han llegado a acuerdos con las justicia para evitar ser procesados.

La resolución contra Finn llega dos meses después de que un jurado popular sentenciara por los mismos cargos a una pena de cárcel de entre tres y seis años a exsecretario de la archidiócesis de Filadelfia, William Lynn, quien se convirtió en el primer alto cargo de la Iglesia católica en ser condenado en EE UU. El proceso contra Lynn fue largo y público y sacó a la luz detalles duros y escabrosos sobre los menores implicados en ese caso. Estaba previsto que el juicio contra Finn también se resolviera ante un jurado popular a finales de septiembre, pero este martes, para evitar la publicidad que provocó el juicio contra Lynn, se decidió que fuera un juez quien viera el caso, adelantando el proceso a este miércoles. El magistrado tardó solo dos horas en tener listo su veredicto. La diócesis que todavía dirige Finn tiene pendientes otras 27 demandas por casos de abusos a menores, cuatro de ellas relacionadas con el padre Ratigan.

 

EE UU juzga a un obispo por proteger a un cura pederasta


  

COMENTARIO DE PRODENI

Además de la condena judicial, el Vaticano, por su parte,  tiene que cesar fulminantemente de su cargo a este obispo delincuente por su protección y comprensión hacia un cura pederasta y su falta de caridad con niños y niñas víctimas, a quienes dejó a los pies de los caballos hasta que otros miembros de su iglesia pusieron coto a la tragedia.

Dos años de libertad condicional es un pena mínima pero suficiente como para que no le tiemble el pulso al inquilino del Vaticano y lo aparte definitivamente de la función pastoral, máxime después de su reciente pronunciamiento contra el crimen sexual a menores y su determinación de  actuar cesando de inmediato a los culpables. De no ser así, quedará mermada la credibilidad del Papa Benedicto y no creemos que esté el horno para bollos cuando no dejan de producirse noticias horribles de abusos sexuales que implican a miembros del clero.