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Cientos de padres en EEUU pierden la custodia de sus hijos por valoraciones médicas erradas de abuso infantil

6 de diciembre de 2019

 

Proteger a los menores de la violencia y la negligencia doméstica, incluso de sus propios padres, es un imperativo legal y moral y en Estados Unidos existen roles, leyes e instituciones dedicadas específicamente a ello.

Cuando los casos son graves, las autoridades tienen la capacidad de retirarle a los padres la custodia de sus hijos cuando éstos son víctimas de abuso o maltrato.

Pero ¿qué sucede cuando uno de los protagonistas clave en la protección y cuidado de los menores es, a su vez, el causante de una una injusta ruptura familiar?

Casos de padres que pierden la custodia de sus hijos por un reporte incorrecto de violencia o negligencia contra menores emitido por un médico son ominosamente frecuentes en EEUU, (Getty Creative)

De acuerdo a una investigación de la televisora NBC News y el periódico Houston Chronicle, ese es un caso ominosamente frecuente en Estados Unidos: médicos que determinan equivocadamente que padres agredieron a sus hijos o los mantuvieron en condiciones negligentes y, con ello, producen que las autoridades les retiren la custodia injustamente.

Esos medios relataron algunos de los, al parecer, muy numerosos casos.

En Michigan, un médico determinó que las marcas en el abdomen de un bebé y sus costillas sanadas tras facturas  eran signos de maltrato físico y al reportarlo provocó que los padres perdieran la custodia del pequeño y también de otro de sus hijos. Meses después, tras revisarse la evidencia por otros médicos, se determinó que no se trató de abuso, sino que las marcas fueron producidas por las correas de un columpio y las facturas por una deficiencia de vitamina D, y un juez devolvió a los menores a sus padres.

Pero el trauma sufrido por la familia fue severo.

En otro caso, un médico consideró que el sangrado en el cerebro de un bebé de cuatro meses fue sufrido por sacudidas provocadas por sus padres, una maestra y un paramédico, pero no consideró las causas médicas de ese sangrado, provocada por una condición crónica. Al reportar ello como abuso el padre fue acusado penalmente, detenido y exhibido públicamente como un presunto agresor de su propio  bebé. Tiempo después, revisiones médicas posteriores descartaron que ese sangrado del menor hubiese sido provocado por sus padres.

 Y, en otro caso, dos menores le fueron quitados a su madre cuando un doctor consideró que la madre los había sometido a tratamientos médicos innecesarios, incluso motivada por ganar notoriedad mediática. Más de un año después, un juez determinó que el médico no tenía pruebas factuales para avalar su decisión.

En esos y otros casos, las familias fueron separadas de modo injustificado, lo que les provocó severo sufrimiento. Y no se trataría de casos aislados o extraordinarios. NBC y el Chronicle identificaron, en una investigación que duró un año, unos 300 casos en 38 estados. Todos de familias separadas porque un médico acusó de maltrato o negligencia a los padres por equivocación, por valorar inadecuadamente la condición del menor o por omitir otras consideraciones importantes.

Esto no quiere decir que los médicos, en sí, no deban valorar si un padre maltrata a su hijo. En realidad están obligados legal y éticamente a hacerlo, su testimonio es clave en las decisiones de autoridades y jueces, y eso es una cuestión pertinente para la protección de menores. Pero cuando el proceso es errado o se tuerce, el sufrimiento resulta severo.

Como relatan los medios que hicieron la investigación, los padres acusados padecieron el horror de ser separados de sus hijos injustamente, y debieron luchar de modo arduo y duradero para poder revertir la decisión equivocada, reunir a sus familias y librarse ellos mismos de cargos penales.

Pero, al ser los casos numerosos, eso también revela que los médicos en cuestión, encargados justamente de detectar abuso infantil y reportarlo y testificarlo ante las autoridades competentes, presumiblemente actúan convencidos de la veracidad de su diagnóstic