
https://elpais.com/internacional/2018/06/21/actualidad/1529583118_862929.html
El horror de la familia Turpin, contado por uno de los niños:
“Nunca he salido a la calle”
La fiscalía presenta
estremecedores detalles de años de cautiverio en la vista preliminar del juicio
contra los padres acusados de torturas a sus 13 hijos en California
Riverside 22
JUN 2018
David Allen Turpin y Louise Anna Turpin, ante un juez de California el 4 de
mayo de 2018. En vídeo, el fiscal describe las torturas a las que sometían a
sus hijos durante una comparecencia el pasado enero. REUTERS / VÍDEO:
REUTERS-QUALITYEn la fotografía se ve a una niña
pequeña con pelo largo, vaqueros y una camiseta de rayas rosas de Minnie
Mouse. Es Julissa Turpin, de 11 años. Mira al suelo con expresión triste. Es
una niña muy delgada y con la piel muy blanca. En otra imagen se ve a Joanna
Turpin, de 14 años. Se aprecia mugre en su cuello y los pies, descalzos,
están casi negros. Están en un dormitorio, encadenadas a una litera de
madera. Esta y otras fotos las hizo con un móvil Jordan Turpin, su hermana
de 17 años, que el pasado 14 de enero huyó de la casa por una ventana para
llamar a la policía. Las fotos debían servir como prueba de la
historia que les iba a contar a los agentes.
Este miércoles, las imágenes se proyectaron en una
pantalla del juzgado número 44 de lo penal de Riverside, en el interior de
California. El caso de la familia
Turpin conmocionó al mundo a mediados de enero, cuando la fiscalía del
distrito anunció que habíadetenido
a una pareja que mantenía en condiciones de tortura a 12 de sus 13 hijos
en una casa de Perris, California. Hasta la vista preliminar de este
miércoles la fiscalía no había presentado en público sus pruebas para acusar
a David y Louise Turpin de 12 cargos de tortura, más uno de abusos sexuales.
El juez Bernard J. Schwartz prohibió las imágenes y las grabaciones dentro
de la sala.
La chica de la foto, Julissa Turpin, estaba en el
percentil 0,1 de peso para su edad, y en el percentil 0,67 de altura, según
contó a la sala el investigador Patrick Morris. El diámetro de su muñeca era
el de un niño de cuatro meses y medio. El bajo nivel de potasio y glucosa
afectaba al crecimiento de sus músculos y le afectaba al intelecto, dijo
Morris, citando los informes forenses. “Las enzimas del hígado se le estaban
pasando a la sangre, algo que se ve en casos de malnutrición severa”.
Morris y otros investigadores relataron de memoria
datos parecidos de altura y peso de todos los hermanos Turpin atendidos en
hospitales tras ser rescatados. Después, proyectaron fotografías de sus
brazos escuálidos. Estaban llenos de mugre, menos algunas zonas blancas. Era
la marca de las cadenas, que pelaban la suciedad.

Louise Anna David Allen Turpin con sus hijos. Facebook
El juez Schwartz y el público presente en la sala
también pudieron escuchar aquella
llamada de teléfono que acabó con la pesadilla. Jordan Turpin había
conseguido un teléfono móvil que su hermano mayor, Joshua, había descartado.
Le había dicho que solo servía para llamar al 911, el número de emergencias.
El 14 de enero, poco antes de las seis de la mañana, salió por la ventana de
su habitación. Le dijo a la operadora su nombre y su edad. “Me he ido de
casa”.
Cuando la operadora le preguntó su dirección, Jordan
Turpin leyó una secuencia de nueve números. Era su código postal, pero ella
creía que era una dirección. Finalmente, lee completa una dirección de un
papel. “Somos 16 personas en la casa. Nos maltratan. Mis hermanos están
encadenados”. Cuando la operadora le pregunta dónde está, Jordan Turpin
dice: “No lo sé. Nunca he estado fuera. No sé los nombres de las calles”. La
operadora le da conversación mientras avisa a dos patrullas de la oficina
del sheriff. Determina que la niña está al lado de la dirección que acaba de
leer y le pide que se quede al lado de una señal de stop.
En esa llamada, Jordan Turpin apunta casi todo lo que
se fue sabiendo después. “La casa está tan sucia que a veces no puedo
respirar”. También cuenta que antes vivieron en Texas,
que sus padres los tuvieron en una caravana cuatro años sin aparecer por
allí, años en los que se cuidaron solos.
El juez escuchó también de boca de los investigadores
el impacto que les causó la suciedad y el mal olor de todos los niños.
Fotografías de la ropa que llevaban puesta dos de las niñas cuando fueron
rescatadas mostraban una cantidad de mugre que hacía que la ropa pesara,
según uno de ellos. Se bañaban una vez al año.
En las entrevistas con los investigadores, los
niños relataron una vida de palizas, abandono, suciedad y oscuridad.
Jordan se levantaba a las 11 de la noche y se iba a dormir a las tres de la
mañana. No veía la luz del sol. Dormía 15 horas al día y solo salía de su
habitación para comer, lavarse las manos y los dientes. Para comer solo
había sándwiches de mantequilla de cacahuete y burritos congelados. La madre
los iba llamando uno a uno. Iban a la cocina, comían un sándwich de pie y
volvían a su habitación.
El objetivo de la vista preliminar es convencer al
juez de que hay material para sostener los cargos que se imputan y, por
tanto, puede proceder el juicio. El jueves, tras escuchar los argumentos de
las partes, el juez decidió que David y Louise Turpin sean juzgados por 49
cargos: 12 de tortura (uno por cada niño, menos el bebé de dos años, que se
encontraba en buen estado), 12 de secuestro, 7 de abuso de un adulto
dependiente, 7 de abuso infantil. David Turpin enfrenta además un cargo de
actos lascivos con una menor y ocho cargos de perjurio. Louise Turpin tiene
otro cargo por agresión. La vistilla para preparar el juicio será el 3 de
agosto.
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