Una infancia difícil puede derivar en adolescentes con tendencia a consumir
alcohol LV / Álex Garcia
Elche (Alicante), 12 jun
(EFE).- El
maltrato en la
infancia, sea cual sea su forma, produce cambios funcionales en el
cerebro que aumentan la vulnerabilidad a la hora de consumir
alcohol cuando se llega a la adolescencia,
según un estudio coordinado por la Universidad Miguel Hernández (UMH) de
Elche.
El trabajo, coordinado
por el catedrático de Farmacología de la UMH de Elche, Jorge Manzanares,
señala que el cerebro de algunos jóvenes maltratados percibe el consumo de
sustancias, como el alcohol, de forma positiva, según un comunicado de esta
institución académica.
Manzanares ha comprobado
mediante el estudio animal que "a mayor estrés en la infancia, mayor es el
afecto hacia el alcohol durante la adolescencia". El investigador atribuye
esta predisposición de los adolescentes para consumir alcohol
a factores como el estrés y la alteración en la neuroplasticidad cerebral.
Ha explicado que "a
causa de este estrés, el nivel para experimentar placer está muy reducido y
los individuos sometidos a estrés necesitan estímulos externos a los propios
naturales".
"Estas vías nerviosas del placer se
estimulan por factores naturales, como la música, el chocolate o el sexo",
pero "puede que éstos no sean suficientes para los individuos con los genes
alterados y, por eso, tengan que recurrir a estímulos adicionales, como el
uso de sustancias", ha apuntado.
Este trabajo, financiado por el Plan
Nacional de Drogas con 140.000 euros, es un estudio conjunto de la UMH y la
Universidad Complutense de Madrid, según la nota de prensa de la Miguel
Hernández.
La UMH es la encargada de su
coordinación, a través del profesor Jorge Manzanares, quien también
desarrolla la investigación animal. La otra parte del estudio la realiza el
psiquiatra Gabriel Rubio, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad
Complutense de Madrid, responsable del estudio clínico con los jóvenes
consumidores.
Según este trabajo, de 660 jóvenes
entrevistados de 16 a 18 años, 330 consumen alcohol y, de éstos, el 60% ha
sido maltratado de alguna forma en la infancia.
Manzanares ha expuesto que "la
alteración temprana del circuito del estrés condiciona muchas cosas", por
ejemplo, "cómo vamos recibir el estrés", por un lado, y "cómo vamos a
percibir" las situaciones placenteras y menos placenteras, por otro.
"Esas alteraciones que se producen en
diferentes circuitos (cerebrales) van a condicionar cambios en muchas cosas.
Y en una de ellas, que parece que se condiciona, es en la forma en la que
percibimos el placer", ha agregado.
Según el catedrático de Farmacología,
"el consumo de una sustancia de manera problemática se debe a un efecto
alterado entre la genética de la persona y su medio ambiente".
"Por eso, se sabe que las personas que
proceden de familiares alcohólicos y, además, son maltratadas tienen todavía
más vulnerabilidad a padecer trastornos por consumo de alcohol u otras
sustancias", ha dicho.
Por su parte, el psiquiatra Gabriel
Rubio ha apuntado que "el maltrato sufrido durante la infancia predispone al
adolescente al consumo de sustancias porque se activan mecanismos y
circuitos cerebrales que les motiva a probar más y a valorar menos el
riesgo".
"La secuencia de este proceso empieza
en el maltrato, que es el culpable de activar los mecanismos del estrés y,
al mismo tiempo, de provocar un cambio en los circuitos cerebrales, que
predispone al adolescente a adoptar una conducta de consumo y finalmente a
engancharse", según este experto.
Rubio ha indicado que el consumo debe
ser una alerta para que el médico pueda detectar estos abusos y administrar
un tratamiento preventivo.
Los resultados de esta
investigación apuntan a la necesidad de diseñar programas y estrategias de
prevención para que los jóvenes maltratados aprendan a valorar las
situaciones de riesgo en un contexto diferente al resto.
Los investigadores hacen
hincapié en la elaboración de una terapia preventiva para intentar que
adquieran esa conciencia de riesgo que se distorsiona cuando son maltratados
y, así, conseguir que eviten la apetencia hacia el alcohol.