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EL CORREO

http://www.elcorreo.com/alava/araba/201704/27/maltrato-infantil-conocemos-20170426204457.html

 

«Hay más maltrato infantil del que conocemos»

 La profesora Lourde Fañanás, ayer en Villasuso.

La profesora Lourde Fañanás, ayer en Villasuso. / Jesús Andrade

 

Lourdes Fañanás investiga sobre la relación entre las adversidades en la infancia y el trastorno mental

Rosa Cancho |  27 abril 2017
 


Nuestro cerebro tiene una carga genética heredada de nuestro padre y de nuestra madre y luego hay factores ambientales que pueden modificar o alterar algunos de esos genes. Desde hace ya más de un año, entre la Universidad de Barcelona y los servicios de psiquiatría de tres hospitales universitarios, incluido el HUA Santiago de Vitoria, se ha creado un grupo de investigación para tratar de ahondar en la relación que existe entre una infancia difícil, durante la que se han sufrido adversidades de diverso grado que van desde la humillación o el insulto por parte de los padres hasta el abandono o los abusos, y el desarrollo de un trastorno mental. Han constatado que quienes han vivido durante los primeros años de su vida una situación «adversa» sufren un cambio en la expresión de los genes que hace que estén más predispuestos a padecer enfermedad mental.

La profesora de la Universidad de Barcelona, doctora en Biología e investigadora principal del Centro de Investigación Biomédica en red de Salud Mental Lourdes Fañanás coordina una investigación en la que participan el hospital alavés, el Clínic y el Gregorio Marañón y que se marca como reto cómo abordar mejor y de manera más precoz las depresiones, los suicidios en la adolescencia, la psicopatologías, las adicciones, las conductas de alto riesgo y hasta enfermedades metabólicas que surgen en ocasiones a raíz de los malos tratos en la infancia.

Fañanas, que ayer participó en Vitoria en un curso de introducción a la investigación científica, explicó a EL CORREO los pormenores de su investigación. Antes matizó lo complicado que es hacer hablar a los niños y adolescentes que han sufrido este tipos de adversidades y más aún a los adultos. «Desgraciadamente el maltrato infantil es más frecuente de lo que conocemos, de lo que vemos en nuestros estudios», indicó.

Los investigadores trabajan con dos grupos de cien niños y adolescentes de entre 7 y 17 años. El primero está integrado por chavales que tienen algún tipo de trastorno mental desde leve, como pueden ser cuadros de ansiedad o hiperactividad, hasta más grave, incluidas depresiones o esquizofrenia. El segundo de los grupos está integrado por niños y chicos que no tienen estos problemas pero sí el mismo perfil sociocultural.

Padres negligentes

Dentro de los primeros, se centran en los que están expuestos a diferentes «tipos de adversidades, que no traumas, en su infancia», matiza la investigadora. Ahí entran quienes han estado desatendidos por sus padres. «No les han hecho daño, pero descuidan su higiene, su alimentación, no les llevan al pediatra, no les escolarizan...». Pero ojo, hay más tipos de «negligencia», advierte. «También hay padres que tienen la cartilla de vacunas al día, a los niños metidos en mil actividades y las vacaciones de los dos próximos años programadas, pero que no dedican tiempo a estar con ellos». «Para saber lo que sienten los hijos hay que convivir con ellos, eso no se puede hacer online o por whatsapp».

«Además hay un espectro de experiencias que un niño ve con gran sufrimiento y que tienen que ver con conductas de abusos y maltrato psicológico y hablo de las humillaciones y los desprecios constantes. Eso de decirles ‘eres tonto’, ‘no vales para esto’,‘te vistes de rosa’», relata. «Un buen padre acepta a su hijo como es y le intenta ayudar».

Prosigue la investigadora con los abusos físicos, en muchos casos ligados a las adicciones de los padres, y los sexuales, causados por alguien de su entorno, «extraordinariamente dañinos y mucho más frecuentes de lo que pensamos». «Son muy difíciles de detectar por parte de los profesionales, porque los niños los ocultan. Yo creo sinceramente que en muchos de estos casos las madres son las únicas capaces de protegerles, si es que quieren».

Y también el haber sido testigos de malos tratos a la madre o el escuchar a los padres discutir entre ellos o insultarse «les hace sentir frágiles, vulnerables y culpables». Y luego están los casos de los padres separados que utilizan a los niños para chantajear o hacer daño al otro.

«El fin último de nuestra investigación es comprender el fenómeno para identificarlo mejor. Desde el punto de vista de la biología queremos ver cómo se modifican en el cerebro esos mecanismos de gestión y de regulación de la respuesta al estrés. Y una vez que se tenga evidencia empírica de todo eso, comprenderemos por qué los niños y adultos que han sufrido maltrato y tienen trastorno mental comienzan antes y responden poco al tratamiento farmacológico».