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Huérfanos por violencia de género: sin ayudas para las familias
ni seguimiento de sus casos
Violencia machista
Cuatro niños, de 4 y 7, en el caso del crimen de
Valga (Pontevedra) y de 10 y 8 en el de Madrid, han visto en menos de 36 horas
cómo sus propias madres eran asesinadas por sus padres
Con estos dos casos, son 263 el número de menores que
se han quedado huérfanos de madre por esta causa desde 2013, según la
estadística oficial, que incluye todos los casos independientemente de que el
asesino sea el padre u otra pareja
La ley concibe a los hijos de las mujeres como
víctimas directas, pero los huérfanos se enfrentan a múltiples obstáculos
Marta Borraz / Ana
Ordaz
18/09/2019

Concentración contra los asesinatos machistas de mujeres y menores. EFE
Con una diferencia de poco más de un día, cuatro menores de edad
han visto cómo sus madres eran asesinadas por parte de sus padres. El primero,
que se produjo en la tarde del martes, ocurrió en
Valga (Pontevedra), a punto de que la mujer fuera a llevar al colegio a los
dos hijos, de 4 y 7 años. En el otro, que
se produjo en Madrid en la tarde de este martes, fue una de las hijas, que
tienen 10 y 8 años, la que avisó a los servicios de emergencia de lo sucedido.
Con estos cuatro, son 263 el número de niños y niñas que se han quedado
huérfanos por violencia de género desde 2013.Fue en ese
año cuando la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género comenzó a
contabilizar estos casos. La estadística oficial incluye a todos los menores que
se han quedado sin madre por esta causa, independientemente de que el asesino
sea el padre o no. No obstante sí lo es en muchas ocasiones, en las que
administrativamente se considera a estos niños huérfanos absolutos (de madre y
de padre). Junto a ellos, figuran el número de mujeres y niños asesinados –30
desde hace seis años–. El recuento de las mujeres, sin embargo, se inició en
2003. Desde entonces se han acumulado 1.017 crímenes por violencia machista, 42
en lo que va de año.
El último, en Madrid, donde un hombre de 43 años ha matado a
su expareja de 31, ya se ha incluido en la estadística oficial y, según ha
publicado Europa Press, figuraba en el Sistema de Seguimiento Integral en los
casos de Violencia de Género (Sistema VioGén). En el caso de Valga, donde un
hombre asesinó con arma de fuego a su expareja y a la madre y la hermana de
esta, solo ha sido contabilizada la primera, dejando fuera a la exsuegra y la
excuñada, puesto que la Ley Integral contra la Violencia de Género solo se
refiere a los casos ocurridos en el marco de una relación sentimental.
Los dos casos han elevado a 32 el número de niños y niñas
menores de edad que se han quedado huérfanos por esta causa en lo que va de
2019. El pico se computó en 2015, que contabilizó 51 menores para un año después
descender a los 29 y 26 en 2017, año en el que se produjo el menor registro.
Los hijos e hijas de las mujeres que sufren violencia de
género a manos de sus parejas o exparejas suelen enfrentarse a un sistema que
olvida lo que ocurre después de un asesinato de estas características. Aunque la
ley les concibe desde 2015 como víctimas directas de la misma violencia que
sufren las mujeres y a pesar del avance normativo, aún muchos atraviesan
situaciones de desamparo después de que la figura que supuestamente debía
protegerles haya asesinado a sus propias madres.
Consecuencias emocionales y falta de ayudas
Son muchas las organizaciones feministas que llevan años
intentando dar a entender socialmente esta realidad y las consecuencias que la
violencia machista tiene para ellos. Así se puede comprobar en la exposición
itinerante organizada por la Comisión para la Investigación de los Malos Tratos
a Mujeres que la semana pasada visitó Madrid. En ella, se exponen decenas de
dibujos reales de niños y niñas que en ese momento vivían maltrato en sus
hogares. En algunas ocasiones, sus madres aparecen sin boca o sin piernas o son
muy pequeñas, sus padres parecen monstruos o animales salvajes y ellos mismos se
dibujan o muy grandes, como un intento de proteger a sus madres, o muy
indefensos. Algunos
de los dibujos pueden verse aquí.
Pero más allá de los efectos psicológicos y emocionales,
apenas existen ayudas para las familias que pasan a encargarse de ellos, que en
ocasiones se topan con dificultades y retrasos para asumir la patria potestad, y
el Estado no ha diseñado protocolos específicos que garanticen su recuperación
ni hace seguimiento de los casos. Estadísticamente solo se contabiliza el número
de menores asesinados y de huérfanos, pero no podemos saber cuántos niños y
niñas son víctimas de la violencia de género porque lo son sus madres.
En este punto, las organizaciones que trabajan con menores
apuntan a la necesidad de que judicialmente también sean tenidos en cuenta al
mismo nivel que las madres. Y
es que el sistema todavía presenta carencias en su protección: según los
datos disponibles, solo en un 2,9% de las denuncias en 2018, último año con
cifras completas, se suspendió la patria potestad como medida cautelar. En este
sentido, tanto el Defensor del Pueblo como el Consejo General del Poder Judicial
han solicitado una revisión y exigen que se mejoren los instrumentos de
valoración del riesgo también para los casos de los niños y niñas.
La falta de recursos que suelen enfrentar las familias que se
empiezan a encargar de ellos, en muchos casos las abuelas maternas, es otro de
los obstáculos clave de estos menores. De hecho, el Congreso alargó durante dos
años el debate para aprobar la reforma de la ley que garantiza que todos los
menores que se quedan huérfanos por esta causa cobren una pensión. El texto
eliminó los requisitos, vinculados a la cotización de la madre, que provocaron
la exclusión de algunos de estos niños durante muchos años. Finalmente, la
reforma fue aprobada en febrero de este año.
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