http://www.diariodeburgos.es/noticia/ZEB029B08-FB6B-4792-B15659A36ACE0F9F/20141205/investigan/intento/suicidio/menor/sometida/varios/exorcismos
Procedimiento
judicial abierto
Investigan el
intento de suicidio de una menor sometida a varios exorcismos
Á.M.-I.E.-A.G.-P.C.P.
/ Burgos -
viernes, 05 de diciembre de 2014
Un «ambiente de
alta religiosidad», varios exorcismos e intentos de suicidio son
algunos de los elementos en torno a los que gira una investigación
recientemente abierta por el Juzgado de Instrucción número de 2 de
Burgos. La víctima es una menor de edad de la capital, si bien acaba
de cumplir 18 años. Parte de su familia denunció el 13 de agosto ante
el Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Comisaría unos hechos
que podrían ser presuntamente constitutivos de delitos de lesiones
graves, trato degradante, coacciones, inducción al suicidio y
violencia física y psíquica habitual.
Éste es el
convento de San Joaquín y Santa Ana, en Valladolid, donde le
practicaron un exorcismo en abril de este año. El Día de Valladolid
La magistrada
María Dolores Fresco, una vez analizado el relato de la niña ante la
Policía Nacional y leídas las declaraciones de los padres ante los
agentes, decidió el 26 de agosto abrir diligencias previas. De los
hechos que aparecen en el atestado la jueza señala que «presentan
características que hacen presumir la posible existencia de delito de
violencia de género, lesiones y maltrato familiar». Por ello llamó a
declarar como imputados a los padres de la chica, quienes se negaron a
prestar testimonio en sede judicial. Pocos días después de denunciar
la joven salía del domicilio familiar para recalar en un centro de
menores de la Junta de Castilla y León.
Ante la Policía
Nacional la menor declaró que en mayo de 2012 comenzó con «unos
problemas de anorexia acompañados por problemas nerviosos de ansiedad»
y que dejó de comer «por hacer penitencia», la misma razón que le
llevó a realizarse «cortes en las muñecas». ¿Quién le animó a efectuar
esos actos de flagelación? Confesó que su madre y el grupo religioso
de la ‘Milicia de Santa María’.
Sus padres, según
el relato de la joven en la Comisaría de Burgos, interpretaron los
ataques de ansiedad «como una posesión demoniaca», algo que les había
sugerido un seminarista estudiante de Teología, quien manifestó a sus
progenitores que «tenía unos sueños en los que aparecía María (nombre
ficticio) siendo ahogada por un demonio».
Entre septiembre y
noviembre del año 2012 estuvo ingresada en el servicio de psiquiatría
infanto-juvenil del Hospital Clínico de Valladolid «por una
sintomatología compatible con anorexia». Allí confiesa a los doctores
que desde hace unos meses «tiene un demonio dentro, que es quien le
engaña y motiva a hacerse daño». La finalidad de no comer «no es
adelgazar sino autocastigarse», advierte a los facultativos.
En marzo de 2013,
según el atestado policial, sus padres la trasladan a un convento en
la zona de Guadalix (Madrid), donde le fue practicado su primer
exorcismo. Los ingresos en el Hospital Universitario de Valladolid y
en el de Burgos son continuos hasta mayo de 2013 y pierde el curso
escolar.
En septiembre
asegura que es expulsada de la catequesis de la parroquia de la Virgen
del Rosario (Fuentecillas) -su madre indica ante la Policía que no le
prohibieron asistir, solo le aconsejaron que dejara de ir porque
«decía cosas inusuales relacionadas con el suicidio». Algunos
catequistas le espetaron que «estaba endemoniada», que tenía «algo que
no se lo curaba un médico y que iba a ir al infierno». Su padre la
insultó gravemente llamándola «hija de puta», pero que no se lo decía
a ella, «sino al demonio que llevaba dentro». Todo ello mientras la
zarandeaba y la sujetaba por los brazos.
Desde un tercer piso
Tras varios intentos frustrados el 24 de septiembre de
2013 decidió acabar con su vida tirándose desde un tercer piso. Pero
sobrevivió, si bien sufrió lesiones muy graves en la columna
vertebral, las muñecas y el tobillos derecho, lo cual le dejó
inicialmente postrada en una silla de ruedas. Con anterioridad, en uno
de sus primeros episodios autolíticos, su madre le dijo: «Anda y
tírate por la ventana». Su progenitora reconoció haber pronunciado
esta frase «en un momento de estrés», cuando su hija amenazaba «con
cortarse las venas o ingerir pastillas».
Tras varias
conversaciones y gestiones con un seminarista, una profesora de
religión y un párroco de Burgos, llegaron a la conclusión de que
estaba «poseída por el demonio». En abril de 2014 la llevaron al
convento de San Joaquín y Santa Ana, de Valladolid, para que el único
exorcista de Castilla y León en ese momento -Burgos cuenta ahora con
uno- le liberara del diablo. La tumbaron en el suelo a los pies del
altar, pero como intentó escaparse, tras ponerse muy nerviosa, la
sujetaron por los brazos y se sentaron encima de las piernas. Mientras
un señor le sujetaba la cabeza, una señora «le ponía un crucifijo y
apretaba con fuerza». Le hicieron daño y le causaron una herida,
además de colocarle imágenes de santos por todo el cuerpo.
Durante el rito,
que duró entre una y dos horas, el exorcista estuvo rezando el rosario
y otras oraciones de sanación. Le hizo beber agua con sal exorcizada y
se dirigía a ella voceando expresiones como: «¿Quién eres, Satanás,
Belcebú, el diablo en persona?» Y también: «Bestia inmunda, dixi mi
como tu a dominaris». Como el diablo no contestó, concluyó que la
posesión era total y le recomendó, según la joven, que dejara de tomar
la medicación prescrita por su psiquiatra. Durante el exorcismo sintió
dolor, miedo e impotencia por no poder escapar, pese a que pidió
varias veces que cesaran.
Según la denuncia,
esta ceremonia se repitió hasta en 13 ocasiones. En vista de que no
tenían mucho éxito fue obligada a rezar todos los días y uno de ellos
se desmayó por llevar mucho tiempo de pie. Su padre le dio varias
patadas mientras le gritaba que se levantara. En otra ocasión, al no
querer rezar el rosario, le ataron las piernas y las manos y la
introdujeron una braga en la boca.
El Juzgado de
Instrucción 2 aún no ha tomado declaración a la presunta víctima, pues
la Junta se ha opuesto a ello por el momento. Sus padres fueron
llamados el día 10 de octubre, si bien se acogieron a su derecho de no
declarar en sede judicial. Sí lo habían hecho ante el Servicio de
Atención a la Familia (SAF) de la Brigada Provincial de la Policía
Judicial. A finales de noviembre fueron citados los parientes de la
joven, pero no declararán hasta el mes de enero. Seis tíos maternos de
la chica, que son los denunciantes, se han constituido en acusación
popular.El juzgado no les consideró la condición
de perjudicados -solo a la víctima-, razón por la cual no pudieron
personarse como acusación particular. Sin embargo, tras pagar una
fianza de 3.000 euros sí lo hicieron como acusación popular. En todo
caso, antes de cumplir este trámite la magistrada María Dolores Fresco
ya había incoado diligencias previas de investigación.
SUR.es
http://www.diariosur.es/sociedad/201412/10/trabajo-demonios-20141209221056.html
Un trabajo de mil demonios
Juan
José Gallego muestra el libro con el ritual. / Vicens Giménez
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Los exorcismos, como los
administrados a una menor burgalesa, constituyen una práctica
habitual dentro de la Iglesia católica. Ante la creciente demanda,
se ha aumentado el número de curas preparados para llevarlos a cabo
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«Esta sociedad es cada vez más
maligna y nos llegan más casos. El problema va creciendo»,explica
uno de los quince exorcistas españoles. Los curas más activos en
este campo tienen lista de espera
Cada vez que
trasciende un caso de exorcismo en el seno de la Iglesia, los propios
católicos suelen recibirlo con extrañeza, como un vestigio anacrónico
e inapropiado de épocas más oscuras. Gran parte de los fieles, e
incluso una porción considerable de los sacerdotes, contempla a los
exorcistas con recelo y con cierta conmiseración, como si fuesen
aquellos soldados japoneses que, emboscados en junglas remotas,
seguían combatiendo una guerra ya terminada, empeñados en abatir a un
enemigo invisible, inexistente fuera de su imaginación. Y, sin
embargo, esta manera de luchar contra los demonios y sus acechanzas se
sigue practicando con asombrosa frecuencia, forma parte de la
ortodoxia católica y ha sido alentada de manera expresa por los
últimos papas.
Juan Pablo II administró
exorcismos al menos en tres ocasiones cuando ya era pontífice.
Benedicto XVI, muy amigo de referirse a Satanás en sus homilías, se
esforzó en dejar claro que «el infierno, del que se habla poco en este
tiempo, existe y es eterno». Y Francisco está presentando en este
terreno un perfil marcadamente conservador, que algunos juzgan
incoherente con su halo de modernidad en otras materias: «A esta
generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un
mito, una figura, una idea, la idea del mal... ¡Pero el diablo existe
y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo
yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios, aunque no estemos muy convencidos de
ello!», advirtió hace poco más de un mes.
Jesús Hernández Sahagún. / Pilar Pérez Salán
No parece que esa insistencia
del Vaticano haya calado en muchos fieles, que estos días se asombran
y se sobrecogen al leer los detalles de los trece exorcismos a los que
fue sometida una menor burgalesa en el Real Monasterio de San Joaquín
y Santa Ana, en pleno cogollo histórico de Valladolid. Los pormenores
que se han publicado remiten de manera inevitable a conocidos
referentes de ficción –la película ‘El exorcista’ siempre ha sido muy
respetada dentro del gremio– y parecen el fruto de una fantasía
desbordada: la muchacha inmovilizada por varias personas, las
imprecaciones del sacerdote Jesús Hernández Sahagún –«¿Quién eres,
Satanás, Belcebú, el Diablo en persona?»–, los escupitajos y mordiscos
al exorcista, los ojos en blanco, el cuerpo convulso bajo el agua
bendita, incluso los gritos en un idioma que el cura creyó identificar
como arameo.
Clavos por la boca
Esa misma sensación de
irrealidad se reproduce cada vez que se conversa con un exorcista
experimentado, porque invariablemente refieren gritos pavorosos y
portentos inexplicables como el sansonismo (fuerza desmedida), la
xenoglosia (facultad de hablar lenguas que se desconocen) o incluso,
en ocasiones, la levitación. El veteranísimo Gabriele Amorth,
exorcista de la diócesis de Roma, ha acumulado una colección de
objetos que sus endemoniados han expulsado por la boca, como llaves,
clavos, trozos de cadena o figuras de plástico. Si el interlocutor
replica que todo eso es sencillamente imposible, le aclararán que nos
encontramos ante tretas del demonio, que lleva mucho tiempo dedicado a
estos menesteres.
«Mucha gente lo creería si lo
viese», apunta un exorcista español, que prefiere que no aparezca su
nombre. Según relatan estos sacerdotes, las posesiones –casos
especialmente graves y llamativos en su manifestación externa– son
relativamente inusuales, mientras que el grueso de su tarea se centra
en lo que denominan influencias demoniacas, alteraciones de la vida y
la personalidad supuestamente provocadas por maleficios.
El nombramiento de los
exorcistas corresponde a los obispos, que deben elegir a sacerdotes
dotados de «piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida», pero
durante mucho tiempo esa tarea de las diócesis había caído en el
olvido. José Antonio Fortea, el más popular de los exorcistas
españoles, lo ha relatado en sus memorias: él, especialista en
demonología, dio el salto a la práctica un poco a regañadientes,
después de que le llamase por teléfono una mujer presuntamente
poseída: «Sabía muy bien que no había ningún exorcista en España. O la
recibía yo y trataba de discernir su caso, o debía decirle que se
fuera a ver al exorcista más cercano, a 2.066 kilómetros exactamente»,
ha explicado.
Hace un par de años, ya ejercían
en nuestro país cinco exorcistas, a los que se sumaban algunos más
que, pese a ostentar formalmente ese cargo, permanecían inactivos.
Hoy, la cifra comúnmente admitida es de quince. Este incremento tan
notable se debe, básicamente, al refuerzo de la archidiócesis de
Madrid, donde el cardenal Rouco Varela designó el año pasado a ocho
exorcistas de una tacada, uno para cada vicaría. Los hizo someterse,
además, a «un periodo de formación acelerado», con clases impartidas
por el exorcista de la diócesis de Cartagena, Salvador Hernández, otro
de los sacerdotes que desempeñan esta tarea de manera pública, sin
secretos ni disimulos. Una actitud similar ha mostrado siempre el
dominico leonés Juan José Gallego, que ejerce en la diócesis de
Barcelona: «Tengo cuatro o cinco casos todos los días –especificaba a
este periódico hace un par de años–. Hay una lista enorme esperando.
Esta mañana he atendido tres casos, dos de ellos con exorcismo, y esta
tarde me esperan otras dos citas».
Curso en abril
La carga de trabajo va en
aumento. Porque, pese a que su función pueda parecer radicalmente
alejada de los usos del siglo XXI, la demanda de sus servicios no deja
de crecer. En una medida de choque similar a la de Madrid, también la
diócesis de Milán decidió redoblar su cuerpo de exorcistas, que pasó
de seis a doce.
El exorcista italiano Gabriele Amorth / R. C.
Y la Asociación Internacional de
Exorcistas, organización fundada en 1990 que reúne a los curas
católicos consagrados a esta tarea, plantea su trabajo en términos
perentorios: «La lucha contra el mal y el diablo se está convirtiendo
en una emergencia», manifestó su portavoz a finales de octubre, con
ocasión del encuentro celebrado en Roma. El Papa impartió una
bendición especial a los trescientos asistentes y les agradeció que
«ayudasen a los que están sufriendo por obra del diablo». En abril del
año que viene, el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum albergará el
décimo Curso de Exorcismo y Oraciones de Liberación, con un programa
que «explora las implicaciones teóricas y prácticas de este
ministerio».
Inmunes a los sentimientos de
extrañeza e incluso de rechazo que inspiran en buena parte de la grey,
los exorcistas españoles también se sienten cada vez más necesarios:
«Yo siempre he tenido una visión muy positiva del futuro, de que todo
iba a mejor, pero he acabado rindiéndome: el pecado está creciendo
muchísimo –plantea uno de ellos–. La sociedad, salvo en unos cuantos
puntos, se está degradando, se está pervirtiendo. Es una sociedad cada
vez más maligna, y nos llegan más casos. El problema va creciendo».
Más datos
El ritual
Comienza con
la aspersión de agua bendita, se pronuncian oraciones y salmos, se
imponen las manos sobre la persona, se le muestra el crucifijo y se
dicen las dos fórmulas: la deprecativa, de ruego a Dios, y la
imperativa, que conjura a los demonios a que salgan. Durante siglos se
ha usado el Ritual Romano de 1614, pero a finales de los 90 se aprobó
otra versión. El cura al que se nombra exorcista debe mostrar
«circunspección y prudencia» y «no creer fácilmente que alguien que
padece alguna enfermedad, especialmente psicológica, esté poseído por el
demonio».
Otros casos
El caso de
Valladolid no es el único que ha saltado recientemente a la opinión
pública. Diversos medios internacionales se han hecho eco de un vídeo
filmado a principios de año en una iglesia católica de la República
Checa:en la grabación, tomada a través del ojo de una cerradura, puede
verse (y, sobre todo, oírse) un exorcismo cuya autenticidad ha sido
confirmada por el sacerdote.
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