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Procedimiento judicial abierto

Investigan el intento de suicidio de una menor sometida a varios exorcismos

Á.M.-I.E.-A.G.-P.C.P. / Burgos - viernes, 05 de diciembre de 2014
 

Un «ambiente de alta religiosidad», varios exorcismos e intentos de suicidio son algunos de los elementos en torno a los que gira una investigación recientemente abierta por el Juzgado de Instrucción número de 2 de Burgos. La víctima es una menor de edad de la capital, si bien acaba de cumplir 18 años. Parte de su familia denunció el 13 de agosto ante el Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Comisaría unos hechos que podrían ser presuntamente constitutivos de delitos de lesiones graves, trato degradante, coacciones, inducción al suicidio y violencia física y psíquica habitual.

Éste es el convento de San Joaquín y Santa Ana, en Valladolid, donde le practicaron un exorcismo en abril de este año. El Día de Valladolid
 

Éste es el convento de San Joaquín y Santa Ana, en Valladolid, donde le practicaron un exorcismo en abril de este año. El Día de Valladolid

La magistrada María Dolores Fresco, una vez analizado el relato de la niña ante la Policía Nacional y leídas las declaraciones de los padres ante los agentes, decidió el 26 de agosto abrir diligencias previas. De los hechos que aparecen en el atestado la jueza señala que «presentan características que hacen presumir la posible existencia de delito de violencia de género, lesiones y maltrato familiar». Por ello llamó a declarar como imputados a los padres de la chica, quienes se negaron a prestar testimonio en sede judicial. Pocos días después de denunciar la joven salía del domicilio familiar para recalar en un centro de menores de la Junta de Castilla y León.

Ante la Policía Nacional la menor declaró que en mayo de 2012 comenzó con «unos problemas de anorexia acompañados por problemas nerviosos de ansiedad» y que dejó de comer «por hacer penitencia», la misma razón que le llevó a realizarse «cortes en las muñecas». ¿Quién le animó a efectuar esos actos de flagelación? Confesó que su madre y el grupo religioso de la ‘Milicia de Santa María’.

Sus padres, según el relato de la joven en la Comisaría de Burgos, interpretaron los ataques de ansiedad «como una posesión demoniaca», algo que les había sugerido un seminarista estudiante de Teología, quien manifestó a sus progenitores que «tenía unos sueños en los que aparecía María (nombre ficticio) siendo ahogada por un demonio».

Entre septiembre y noviembre del año 2012 estuvo ingresada en el servicio de psiquiatría infanto-juvenil del Hospital Clínico de Valladolid «por una sintomatología compatible con anorexia». Allí confiesa a los doctores que desde hace unos meses «tiene un demonio dentro, que es quien le engaña y motiva a hacerse daño». La finalidad de no comer «no es adelgazar sino autocastigarse», advierte a los facultativos.

En marzo de 2013, según el atestado policial, sus padres la trasladan a un convento en la zona de Guadalix (Madrid), donde le fue practicado su primer exorcismo. Los ingresos en el Hospital Universitario de Valladolid y en el de Burgos son continuos hasta mayo de 2013 y pierde el curso escolar.

En septiembre asegura que es expulsada de la catequesis de la parroquia de la Virgen del Rosario (Fuentecillas) -su madre indica ante la Policía que no le prohibieron asistir, solo le aconsejaron que dejara de ir porque «decía cosas inusuales relacionadas con el suicidio». Algunos catequistas le espetaron que «estaba endemoniada», que tenía «algo que no se lo curaba un médico y que iba a ir al infierno». Su padre la insultó gravemente llamándola «hija de puta», pero que no se lo decía a ella, «sino al demonio que llevaba dentro». Todo ello mientras la zarandeaba y la sujetaba por los brazos.

Desde un tercer piso

Tras varios intentos frustrados el 24 de septiembre de 2013 decidió acabar con su vida tirándose desde un tercer piso. Pero sobrevivió, si bien sufrió lesiones muy graves en la columna vertebral, las muñecas y el tobillos derecho, lo cual le dejó inicialmente postrada en una silla de ruedas. Con anterioridad, en uno de sus primeros episodios autolíticos, su madre le dijo: «Anda y tírate por la ventana». Su progenitora reconoció haber pronunciado esta frase «en un momento de estrés», cuando su hija amenazaba «con cortarse las venas o ingerir pastillas».

Tras varias conversaciones y gestiones con un seminarista, una profesora de religión y un párroco de Burgos, llegaron a la conclusión de que estaba «poseída por el demonio». En abril de 2014 la llevaron al convento de San Joaquín y Santa Ana, de Valladolid, para que el único exorcista de Castilla y León en ese momento -Burgos cuenta ahora con uno- le liberara del diablo. La tumbaron en el suelo a los pies del altar, pero como intentó escaparse, tras ponerse muy nerviosa, la sujetaron por los brazos y se sentaron encima de las piernas. Mientras un señor le sujetaba la cabeza, una señora «le ponía un crucifijo y apretaba con fuerza». Le hicieron daño y le causaron una herida, además de colocarle imágenes de santos por todo el cuerpo.

Durante el rito, que duró entre una y dos horas, el exorcista estuvo rezando el rosario y otras oraciones de sanación. Le hizo beber agua con sal exorcizada y se dirigía a ella voceando expresiones como: «¿Quién eres, Satanás, Belcebú, el diablo en persona?» Y también: «Bestia inmunda, dixi mi como tu a dominaris». Como el diablo no contestó, concluyó que la posesión era total y le recomendó, según la joven, que dejara de tomar la medicación prescrita por su psiquiatra. Durante el exorcismo sintió dolor, miedo e impotencia por no poder escapar, pese a que pidió varias veces que cesaran.

Según la denuncia, esta ceremonia se repitió hasta en 13 ocasiones. En vista de que no tenían mucho éxito fue obligada a rezar todos los días y uno de ellos se desmayó por llevar mucho tiempo de pie. Su padre le dio varias patadas mientras le gritaba que se levantara. En otra ocasión, al no querer rezar el rosario, le ataron las piernas y las manos y la introdujeron una braga en la boca.

El Juzgado de Instrucción 2 aún no ha tomado declaración a la presunta víctima, pues la Junta se ha opuesto a ello por el momento. Sus padres fueron llamados el día 10 de octubre, si bien se acogieron a su derecho de no declarar en sede judicial. Sí lo habían hecho ante el Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Brigada Provincial de la Policía Judicial. A finales de noviembre fueron citados los parientes de la joven, pero no declararán hasta el mes de enero. Seis tíos maternos de la chica, que son los denunciantes, se han constituido en acusación popular.El juzgado no les consideró la condición de perjudicados -solo a la víctima-, razón por la cual no pudieron personarse como acusación particular. Sin embargo, tras pagar una fianza de 3.000 euros sí lo hicieron como acusación popular. En todo caso, antes de cumplir este trámite la magistrada María Dolores Fresco ya había incoado diligencias previas de investigación.



 
SUR.es

http://www.diariosur.es/sociedad/201412/10/trabajo-demonios-20141209221056.html

Un trabajo de mil demonios

Juan José Gallego muestra el libro con el ritual. Juan José Gallego muestra el libro con el ritual. / Vicens Giménez
  • Los exorcismos, como los administrados a una menor burgalesa, constituyen una práctica habitual dentro de la Iglesia católica. Ante la creciente demanda, se ha aumentado el número de curas preparados para llevarlos a cabo

  • «Esta sociedad es cada vez más maligna y nos llegan más casos. El problema va creciendo»,explica uno de los quince exorcistas españoles. Los curas más activos en este campo tienen lista de espera

  • CARLOS BENITO 11 diciembre 2014

Cada vez que trasciende un caso de exorcismo en el seno de la Iglesia, los propios católicos suelen recibirlo con extrañeza, como un vestigio anacrónico e inapropiado de épocas más oscuras. Gran parte de los fieles, e incluso una porción considerable de los sacerdotes, contempla a los exorcistas con recelo y con cierta conmiseración, como si fuesen aquellos soldados japoneses que, emboscados en junglas remotas, seguían combatiendo una guerra ya terminada, empeñados en abatir a un enemigo invisible, inexistente fuera de su imaginación. Y, sin embargo, esta manera de luchar contra los demonios y sus acechanzas se sigue practicando con asombrosa frecuencia, forma parte de la ortodoxia católica y ha sido alentada de manera expresa por los últimos papas.

Juan Pablo II administró exorcismos al menos en tres ocasiones cuando ya era pontífice. Benedicto XVI, muy amigo de referirse a Satanás en sus homilías, se esforzó en dejar claro que «el infierno, del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno». Y Francisco está presentando en este terreno un perfil marcadamente conservador, que algunos juzgan incoherente con su halo de modernidad en otras materias: «A esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal... ¡Pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios, aunque no estemos muy convencidos de ello!», advirtió hace poco más de un mes.

Jesús Hernández Sahagún.

Jesús Hernández Sahagún. / Pilar Pérez Salán

No parece que esa insistencia del Vaticano haya calado en muchos fieles, que estos días se asombran y se sobrecogen al leer los detalles de los trece exorcismos a los que fue sometida una menor burgalesa en el Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, en pleno cogollo histórico de Valladolid. Los pormenores que se han publicado remiten de manera inevitable a conocidos referentes de ficción –la película ‘El exorcista’ siempre ha sido muy respetada dentro del gremio– y parecen el fruto de una fantasía desbordada: la muchacha inmovilizada por varias personas, las imprecaciones del sacerdote Jesús Hernández Sahagún –«¿Quién eres, Satanás, Belcebú, el Diablo en persona?»–, los escupitajos y mordiscos al exorcista, los ojos en blanco, el cuerpo convulso bajo el agua bendita, incluso los gritos en un idioma que el cura creyó identificar como arameo.

Clavos por la boca

Esa misma sensación de irrealidad se reproduce cada vez que se conversa con un exorcista experimentado, porque invariablemente refieren gritos pavorosos y portentos inexplicables como el sansonismo (fuerza desmedida), la xenoglosia (facultad de hablar lenguas que se desconocen) o incluso, en ocasiones, la levitación. El veteranísimo Gabriele Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, ha acumulado una colección de objetos que sus endemoniados han expulsado por la boca, como llaves, clavos, trozos de cadena o figuras de plástico. Si el interlocutor replica que todo eso es sencillamente imposible, le aclararán que nos encontramos ante tretas del demonio, que lleva mucho tiempo dedicado a estos menesteres.

«Mucha gente lo creería si lo viese», apunta un exorcista español, que prefiere que no aparezca su nombre. Según relatan estos sacerdotes, las posesiones –casos especialmente graves y llamativos en su manifestación externa– son relativamente inusuales, mientras que el grueso de su tarea se centra en lo que denominan influencias demoniacas, alteraciones de la vida y la personalidad supuestamente provocadas por maleficios.

El nombramiento de los exorcistas corresponde a los obispos, que deben elegir a sacerdotes dotados de «piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida», pero durante mucho tiempo esa tarea de las diócesis había caído en el olvido. José Antonio Fortea, el más popular de los exorcistas españoles, lo ha relatado en sus memorias: él, especialista en demonología, dio el salto a la práctica un poco a regañadientes, después de que le llamase por teléfono una mujer presuntamente poseída: «Sabía muy bien que no había ningún exorcista en España. O la recibía yo y trataba de discernir su caso, o debía decirle que se fuera a ver al exorcista más cercano, a 2.066 kilómetros exactamente», ha explicado.

Hace un par de años, ya ejercían en nuestro país cinco exorcistas, a los que se sumaban algunos más que, pese a ostentar formalmente ese cargo, permanecían inactivos. Hoy, la cifra comúnmente admitida es de quince. Este incremento tan notable se debe, básicamente, al refuerzo de la archidiócesis de Madrid, donde el cardenal Rouco Varela designó el año pasado a ocho exorcistas de una tacada, uno para cada vicaría. Los hizo someterse, además, a «un periodo de formación acelerado», con clases impartidas por el exorcista de la diócesis de Cartagena, Salvador Hernández, otro de los sacerdotes que desempeñan esta tarea de manera pública, sin secretos ni disimulos. Una actitud similar ha mostrado siempre el dominico leonés Juan José Gallego, que ejerce en la diócesis de Barcelona: «Tengo cuatro o cinco casos todos los días –especificaba a este periódico hace un par de años–. Hay una lista enorme esperando. Esta mañana he atendido tres casos, dos de ellos con exorcismo, y esta tarde me esperan otras dos citas».

Curso en abril

La carga de trabajo va en aumento. Porque, pese a que su función pueda parecer radicalmente alejada de los usos del siglo XXI, la demanda de sus servicios no deja de crecer. En una medida de choque similar a la de Madrid, también la diócesis de Milán decidió redoblar su cuerpo de exorcistas, que pasó de seis a doce.

El exorcista italiano Gabriele Amorth

El exorcista italiano Gabriele Amorth / R. C.

Y la Asociación Internacional de Exorcistas, organización fundada en 1990 que reúne a los curas católicos consagrados a esta tarea, plantea su trabajo en términos perentorios: «La lucha contra el mal y el diablo se está convirtiendo en una emergencia», manifestó su portavoz a finales de octubre, con ocasión del encuentro celebrado en Roma. El Papa impartió una bendición especial a los trescientos asistentes y les agradeció que «ayudasen a los que están sufriendo por obra del diablo». En abril del año que viene, el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum albergará el décimo Curso de Exorcismo y Oraciones de Liberación, con un programa que «explora las implicaciones teóricas y prácticas de este ministerio».

Inmunes a los sentimientos de extrañeza e incluso de rechazo que inspiran en buena parte de la grey, los exorcistas españoles también se sienten cada vez más necesarios: «Yo siempre he tenido una visión muy positiva del futuro, de que todo iba a mejor, pero he acabado rindiéndome: el pecado está creciendo muchísimo –plantea uno de ellos–. La sociedad, salvo en unos cuantos puntos, se está degradando, se está pervirtiendo. Es una sociedad cada vez más maligna, y nos llegan más casos. El problema va creciendo».

Más datos

El ritual

Comienza con la aspersión de agua bendita, se pronuncian oraciones y salmos, se imponen las manos sobre la persona, se le muestra el crucifijo y se dicen las dos fórmulas: la deprecativa, de ruego a Dios, y la imperativa, que conjura a los demonios a que salgan. Durante siglos se ha usado el Ritual Romano de 1614, pero a finales de los 90 se aprobó otra versión. El cura al que se nombra exorcista debe mostrar «circunspección y prudencia» y «no creer fácilmente que alguien que padece alguna enfermedad, especialmente psicológica, esté poseído por el demonio».

Otros casos

El caso de Valladolid no es el único que ha saltado recientemente a la opinión pública. Diversos medios internacionales se han hecho eco de un vídeo filmado a principios de año en una iglesia católica de la República Checa:en la grabación, tomada a través del ojo de una cerradura, puede verse (y, sobre todo, oírse) un exorcismo cuya autenticidad ha sido confirmada por el sacerdote.