
"Mis hijos no quieren ver a su padre porque le tienen pánico"
Los jueces solo suspenden las visitas a los niños en el 3% de los casos de
maltrato
RAQUEL VIDALES MADRID 14/08/2014

Los hijos comparten los malos tratos con sus madres. / N.
T. (GETTY IMAGES)
Los mellizos de Antonia G. tienen pánico a su padre. Desde que nacieron, en
1999, aprendieron de su madre a no llevarle la contraria para que no se
enfadara. "Y en cuanto le oían abrir la puerta por las noches, muchas veces
bebido, corrían a su cama para fingir que dormían", recuerda. Pese a estas
precauciones, a menudo se ponía violento, insultaba y amenazaba con matar a
toda la familia. Un día estuvo a punto de hacerlo: los encerró a los tres en
el coche, fue a buscar al trastero dos bombonas de gas y, justo cuando
volvía, apareció un vecino que evitó la tragedia.
En 2010,Antonia decidió pedir ayuda a los servicios sociales y vivió
durante 10 meses en una casa de acogida de Madrid. El juez le concedió una
orden de alejamiento por maltrato, pero obligó a los niños a visitar a su
padre todos los sábados durante dos horas. “Tenía que forzarles, no querían
verle porque les daba terror. Se quedaban callados y volvían a casa
amargados”, recuerda. Durante varias semanas incluso se le permitió estar
con los niños a solas, pese a que años atrás había raptado en Perú a su hijo
mayor, fruto de una relación anterior, para llevárselo primero a Brasil y
luego a España. Antonia recurrió y logró que las visitas fueran
supervisadas. Eso alivió su temor al secuestro, pero no la angustia por la
tortura que sufrían sus mellizos cada sábado.
La semana pasada, la
ONU condenó a España a indemnizar a Ángela González, cuyo maltratador
asesinó a su hija en 2003 durante una visita sin supervisión, por no
proteger a la niña pese a las reiteradas denuncias de la madre. El Gobierno
admitió aquel error, aunque recordó que ahora sería muy difícil que
ocurriera un caso como aquel gracias a la Ley contra la Violencia de Género
de 2004. Pero ejemplos como el de Antonia demuestran que en la práctica
siguen produciéndose situaciones de riesgo. Y las cifras lo confirman: según
elObservatorio
contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ),
los jueces solo suspenden el régimen de visitas de los hijos a los padres
maltratadores en el 3% de los casos y establecen medidas de protección para
los niños en el 2,2%.
A Antonia le costó tres años conseguir que sus hijos no estuvieran obligados
a ver a su padre. En 2013, el juez que tramitó su divorcio suspendió las
visitas y estableció que no se reanudarían hasta que el maltratador se
sometiera a un tratamiento psiquiátrico. Para lograr esa sentencia la madre
tuvo que relatar decenas de veces su historia de malos tratos: la brutal
paliza que le destrozó la cara poco después de casarse, el día que su marido
estrelló un plato junto a las cunas donde dormían los mellizos, los tres
intentos de suicidio del hombre… Y un episodio que no dejaba lugar a dudas:
la noche que echó de casa a su hijo mayor después de que este, a los 16
años, le hiciera frente con un cuchillo. El maltratador nunca fue al
psiquiatra y regresó a Perú, su país natal. Los mellizos ahora duermen
tranquilos, pero les quedan secuelas. “Muchas veces la niña se pone a llorar
de repente, sin motivo. Y el niño está agresivo, se está volviendo
violento”, explica la madre.
El dictamen de la ONU reconoce el avance que supuso en España la Ley de
Violencia de Género, pero señala también que persisten estereotipos de
género en los juzgados que propician situaciones como la que condujo al
asesinato de la hija de Ángela. El más extendido de esos estereotipos, según
reconoce la magistrada Inmaculada Montalbán, que fue presidenta del
Observatorio desde 2008 hasta marzo de 2014, “es la idea de que se puede ser
un buen padre siendo maltratador, cuando los hijos son de hecho también
víctimas por ser testigos de esa violencia. La prueba está en que incluso
cuando el hombre ha asesinado a su mujer, muy pocas veces se le retira la
custodia”. “No solo persiste este estereotipo entre los jueces, sino en la
sociedad. Eso solo se puede combatir con formación y educación”,añade.
La juez Ángeles Carmona, actual presidenta del Observatorio
del CGPJ, admite también que se siguen produciendo situaciones de
desprotección. “Precisamente trabajamos para corregir este problema. Está ya
en marcha la modificación de la Ley de Violencia de Género para incluir a
los menores como víctimas directas, tal como recoge el anteproyecto de ley
de protección a la infancia. Eso obligará a los jueces a estudiar medidas de
protección para los hijos por defecto, aunque el fiscal o la madre no lo
soliciten, algo que ocurre a menudo porque las maltratadas a veces no son
conscientes del peligro y creen también que los padres deben ver a sus
hijos”, asegura.
No hay denuncias falsas
Antonia G. tuvo la suerte de contar con la ayuda
de los psicólogos y abogados especializados en violencia de
género de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y
Divorciadas. Gracias a ellos consiguió que sus hijos no tuvieran
que volver a ver a la persona que les aterrorizaba, su propio
padre. Su presidenta, Ana María Pérez del Campo, cree que la
sentencia de la ONU sobre el caso de Ángela González va a ayudar
a que los jueces dicten medidas cautelares con más frecuencia.
“Podremos presentar ese dictamen cuando encontremos resistencias
en los juzgados. Y también servirá para recordar que si los
niños no quieren ver a sus padres maltratadores es porque les
tienen miedo, no porque su madre les haya manipulado. Esa es
otra idea falsa contra la que hay que luchar siempre”, dice
Pérez del Campo.
Antonia, de hecho, tuvo que luchar contra ese
estereotipo en el propio punto de encuentro al que llevaba a sus
mellizos para que visitaran su padre. “A veces me regañaban
porque los niños no querían quedarse, como si yo tuviese la
culpa. Y me recordaban que estaba obligada a llevarles, mientras
que a él nadie le recordaba que tenía que pagar la pensión de
sus hijos, cosa que no hacía casi nunca”, asegura.
La juez Inmaculada Montalbán insiste en que la
idea de que las mujeres manipulan a sus hijos contra los padres
es completamente falsa. “Es triste que después de 10 años desde
la aprobación de la Ley de Violencia de Género no hayamos podido
acabar con este mito. Y es uno de los más dañinos porque ataca a
la credibilidad de las mujeres cuando ponen una denuncia de
maltrato”, lamenta. Según el último estudio del Observatorio
sobre este asunto el número de denuncias falsas fue solo el
0,01% del total. |