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México
Niño abusado,
adulto abusador
Por: JORGE ZEPEDA PATTERSON

domingo
14 de sep 2014
Recuerdo a María, una indígena brutalmente golpeada que llegó a un refugió
para personas víctimas de abuso familiar, y a su hijo Juan de once años de
edad y grandes ojos, o así lo parecían por el terror que se había
instalado en su mirada. Poco a poco, a medida que se fueron relajando
madre e hijo pudieron descansar de su victimario. Hasta que un día Juan
comenzó a agredir a María. Primero con insultos, luego a golpes. La
reacción del niño parecía absurda luego de haber sufrido en carne propia
las lesiones de la violencia de su padre. Pero justamente los abusos
recibidos se convirtieron para él en una terrible lección hasta
transformarse en una conducta aprendida.
La violencia y
los abusos en contra de los menores de edad no sólo es inadmisible por una
razón ética y de justicia elemental, al tratarse de seres humanos
vulnerables; es también doblemente terrible porque esos abusos reproducen
y perpetúan la violencia contra las generaciones futuras. Un niño abusado
y violentado tiene enormes posibilidades de convertirse en un adulto
abusador y violento.
Recientemente
el ejecutivo de la República envió un proyecto de ley para la defensa del
menor. Un propósito necesario porque México, junto con Chile, es el único
de los países de la región que carece de un sistema integral nacional de
defensa a favor del menor. Las leyes vigentes en nuestro país han quedado
obsoletas hace tiempo con respecto al referente internacional que
constituye la Convención sobre los Derechos del Niño, una declaración que
ha sido firmada por la mayor parte de los países del orbe. El problema es
que no todos los firmantes acatan ya no digamos las normas sino el
espíritu de esa declaración de principios.
Redim, la Red
por los derechos de la Infancia en México, desarrolló una metodología para
comparar las leyes vigentes en materia de protección a menores en nuestro
país, que data del año 2000, con los lineamientos de la Convención. El
índice que va del 0 al 10, en el cual el 10 representa una concordancia
absoluta con los criterios internacionales, deja a México con un miserable
3.2
En otras
palabras, buena parte de los derechos humanos imputables a la condición de
infantes no son reconocidos por nuestras leyes. El tema es importante
porque, como la propia Redim lo señala, el reconocimiento es la primera
etapa, ya que sin reconocimiento, los derechos no pueden ser respetados ni
tutelados. El respeto es fundamental para dar efectividad a los derechos y
consiste en la abstención del Estado de interferir directamente con el
ejercicio legítimo de un derecho. La protección consiste en prevenir,
investigar y sancionar las violaciones a los derechos humanos por parte de
particulares y proveer remedios efectivos. La obligación de realización
consiste en tomar medidas legislativas, administrativas, judiciales y
otras para cumplir con los derechos. De esta manera, los derechos humanos
orientan y limitan la acción del Estado, imponiendo deberes y
estableciendo objetivos a cumplir.
Frente a este
panorama la buena noticia es que viene un proyecto de ley para actualizar
la legislación sobre la infancia. La mala noticia es, según los
especialistas, que el proyecto que ha enviado Los Pinos no es mejor de lo
que hoy en día existe. Según la propia metodología de la Redim, en la
comparación con los criterios de la Convención internacional sobre el
tema, la propuesta de ley ronda apenas 3.0. Es decir, menos aún que lo que
ahora tenemos. Si bien el proyecto incorpora algunos conceptos más
modernos sobre los derechos de los niños, se trata más bien de florituras
verbales que de realidades efectivas.
Entiendo que
los aspectos jurídicos, pedagógicos, psicológicos, de salud pública y
éticos sobre la infancia son cada vez más un asunto de especialistas.
Compete a la opinión pública, toda vez que se trata del futuro de nuestros
hijos, pero lo que haya de establecerse tendrá que abrevar en el trabajo
de muchos miembros de la comunidad que estudian y laboran en estos temas.
No es mi caso. Pero sí es urgente que la propuesta que está haciendo el
Gobierno sea desmenuzada, corregida e incluso sustituida si fuese
necesario. Lo importante es abrir el debate público y convertirlo en un
asunto que atañe a todos. En otras palabras, nuestros hijos son demasiado
importantes para que su futuro dependa de lo que decida la clase política.
¿No cree usted?
@jorgezepedap
www.jorgezepeda.net