PRODENI

Ir a la Página principal

 

LAVANGUARDIA.COM  Blog de lectores

Niños víctimas de agresión

admin | 

El 19 de agosto de 1982 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió conmemorar el 4 de junio de cada año el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de la Agresión. Tal resolución se tomó ante la consternación producida por la gran cantidad de niños palestinos y libaneses víctimas de los actos de agresión de Israel. Rememorar su origen no debe servir para reivindicar a un grupo concreto de maltratados (también los menores israelíes lo han sido por parte de terroristas palestinos), sino para aprovechar el día para denunciar el sufrimiento de todos los niños del mundo que padecen cualquier tipo de violencia.

 

Cuesta retener las lágrimas al evocar las imágenes recientes de los inocentes muertos o mutilados en Iraq, las más antiguas de niñitas chinas maltratadas en orfanatos, la de adolescentes guerrilleros en Colombia o la contemplada hace algunas semanas en un parque de Madrid de un pequeño de no más de 10 años colocándose con disolvente. Son instantáneas que nos recuerdan que la injusticia alcanza también a los más desprotegidos y que lo hace en todos los rincones del mundo, incluida la vuelta de la esquina. Los ataques a los derechos de la infancia se producen tanto en los países que se encuentran en guerra como en paz, en los ricos como en los pobres, entre las clases acomodadas y en las más humildes… La infamia, por desgracia, se ceba fácilmente con los más indefensos.

 

Según el Centro Internacional de la Infancia de París, se entiende por maltrato infantil: “cualquier acto por acción u omisión realizado por individuos, por instituciones o por la sociedad en su conjunto, y todos los estados derivados de estos actos o de su ausencia que priven a los niños de su libertad o de sus derechos correspondientes y/o que dificulten su óptimo desarrollo.”

 

Teniendo en cuenta el proceso de globalización y la definición señalada, parece evidente que la sociedad mundial en su conjunto es responsable, somos responsables, tanto por acción como por omisión, del abandono de la infancia y de su maltrato. De hecho, permite que unos mil cincuenta millones de niños y niñas del mundo vivan en medio de una pobreza terrible, que ciento cincuenta millones se encuentren desnutridos, que ciento veinte millones nunca acudan a la escuela, que once millones mueran todos los años debido a causas evitables, por no recordar a los trescientos mil menores de quince años que combaten en conflictos armados, a los alrededor de setecientos mil que junto a mujeres son vendidos, o a los veinticinco millones que se quedarán huérfanos por culpa del SIDA.

 

Lejos de aunar esfuerzos por solucionar tales situaciones, lo cierto es que según señalaba el ocho de mayo Carol Bellamy, directora ejecutiva de UNICEF, apenas la mitad de los gobiernos del mundo han puesto en práctica medidas para establecer un plan de acción de protección de la infancia, a pesar de que se comprometieron con hacerlo el año pasado. Es más, los Estados Unidos, el país abanderado de la lucha contra el eje del mal, ni siquiera ha ratificado la Convención sobre Derechos del Niño, que prohíbe la pena de muerte a menores de 18 años.

 

Cuesta trabajo aceptar que en nuestro propio país el maltrato sea la segunda causa de muerte en los primeros cinco años de vida o que según la asociación PRODENI más de cien mil niños los sufran. Si aceptamos que sólo se detecta el diez por ciento de los casos, el número de maltratados resulta lo suficientemente escandaloso como para tomar medidas urgentes. Se habla, por ejemplo, de que el quince por ciento de los niños y el veintidós por ciento de las niñas han sufrido algún tipo de abuso sexual, y poco se está haciendo para educar a los menores en el uso de Internet o para protegerlos de los ataques de los pederastas, que han encontrado en la red una nueva manera de agresión.

 

Los malos tratos físicos o psicológicos, los abandonos físicos o emocionales, los abusos sexuales o los malos tratos institucionales son formas silenciosas de agresión que sufren a diario los niños de todo el mundo, sin que pongamos remedio. Baste señalar que en la Unión Europea, según datos de Save the Children, la media del dinero que se destina anualmente a la infancia supone solamente el 0,0025 de su presupuesto total.

 

Eso sí, nos escandalizamos cuando los periódicos nos revuelven el desayuno o las televisiones nos amargan la sobremesa con imágenes crueles de niños reventados por las bombas de la guerra o de los terroristas. Razón tenía Quevedo cuando decía que la calle mayor del mundo es la de la Hipocresía.

blogs-lectores.lavanguardia.com/colaboraciones/2003/06/page/2