Rafael Benito: «El maltrato
infantil en todas sus formas produce un daño orgánico
potencialmente irreparable»
En el primer día del curso ‘Niños/as de acogida y de
adopción. ¿Cómo les respondemos desde la escuela?’, el
psiquiatra Rafael Benito ha hablado de las consecuencias
neurobiológicas que desarrollan los niños y niñas tras
el maltrato infantil. Los niños y niñas de acogida y de
adopción experimentan problemas de vínculo afectivo,
sino de maltrato.
EHU/UPV|2016/07/20
17:42
Según Benito el maltrato infantil en todas sus
formas produce un daño orgánico potencialmente
irreparable, en todas sus formas porque «puede
ser por acción, es decir, un daño físico,
emocional o un abuso sexual, o puede ser por
omisión, es decir, a causa de negligencia o
abandono». Produce un daño orgánico «que puede
ser cerebral o fisiológico» y es potencialmente
irreparable desde «el momento en el que se
produce, según el tipo de maltrato y según las
cualidades resilientes heredadas o adquiridas»,
ha explicado Rafael Benito.
El ser humano es una especie atricial que no oye
ni ve al nacer y que es incapaz de tener una
deambulación autónoma. El ser humano precisa de
un adulto de su misma especie para su
protección. «Necesitamos aferrarnos a alguien
para sobrevivir y para desarrollar adecuadamente
las funciones cerebrales, es decir, desarrollar
el apego con el cuidador».
La figura capaz de cuidar del niño debe
conseguir una relación sana con él, lo que
significa desarrollar un apego seguro que le
permita sentir que tiene a alguien en quien
confiar y sentirse seguro. Sin embargo, también
existen las relaciones perjudiciales para el
niño, lo que lleva al apego inseguro, que dan
lugar a distintas conductas adoptadas por el
menor, como pueden ser «la conducta evitativa,
ambivalente, desorganizada o indiscriminada».
Muchas personas piensan que el apego es
satisfacer necesidades biológicas y emocionales.
Pero en realidad se trata de un «proceso
continuo de moldeamiento del funcionamiento
neurobiológico y fisiológico del niño a través
de la relación con la figura significativa», ha
subrayado Rafael Benito.
Las situaciones de negligencia
en la infancia pueden llevar a que el niño
desarrolle problemas «en el sistema inmunitario,
en la modulación de la sensación dolorosa, puede
desarrollar el síndrome metabólico y de
obesidad, una pubertad precoz y alteraciones
psíquicas y físicas». Asimismo, también puede
tener la posibilidad de aumentar la gravedad de
trastorno límite de personalidad o el trastorno
de bipolaridad.
Por su parte, el neurodesarrollo, que consiste
en la formación del sistema nervioso, es decir,
el cerebro, tiene un papel especial en las
situaciones de maltrato. El neurodesarrollo
comienza a las 6-7 semanas desde que nace el
niño y se prolonga durante un largo periodo de
tiempo. En la creación del sistema nervioso hay
que tener en cuenta la génetica, que a
diferencia de lo que se cree, «no venimos
determinados desde la infancia». Esto significa
que lo que vivimos durante nuestra vida tiene
una gran influencia en la formación del sistema
nervioso. Por ello, «el neurodesarrollo está
programado genéticamente, pero está influido por
el ambiente y consolidado por los cambios
epigenéticos». Esos cambios epigenéticos son los
aspectos y situaciones del entorno en el que se
encuentra el ser humano y que influyen en los
genes, es decir, «cambios estables en la
expresión de ciertos genes sin que se produzca
una alteración de la secuencia del ADN».
Los cambios epigenéticos en el
neurodesarrollo del niño, como puede ser el
maltrato o el abandono, pueden acompañarlo
durante toda su vida, además de afectar a su
salud física y mental. Además, el daño que se
hace durante la infancia es proporcional al
tiempo que lo ha sufrido. Por ello, es
importante combatirlo antes de los dos años, ya
que hay más posibilidades de que el niño se
recupere del maltrato o abandono que ha vivido.
Incluso después de los cuatro años, puede
recuperar adecuadamente las capacidades físicas
y psíquicas que poseía el niño antes de
enfrentarse a esas situaciones difíciles.
Rafael Benito ha concluido su intervención
recordando que la buena noticia en los casos de
maltrato y abandono infantil es la resiliencia
cerebral, es decir, «la buena evolución del niño
a pesar de haber sufrido situaciones adversas».
Ante las situaciones de maltrato o abandono, es
importante poner en práctica el apego seguro,
para que el niño sienta que tiene a alguien en
quien confiar. Pero además, hay que crear un
vínculo, una relación positiva y optimista con
el niño, junto con una conducta prosocial. Pero
lo más importante es «actuar lo antes posible y
evitar que el daño cerebral y las enfermedades
físicas sean permanentes».