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Policiaca

El daño está consumado

Toda forma de maltrato en la niñez deja una marca permanente

por Yolanda Peach el Martes 7 de junio de 2016 
 

Un alarmante porcentaje de niños tiene la creencia de que ser lastimado es parte de la vida cotidiana; por lo tanto, este comportamiento es aceptable y el ciclo del abuso continúa cuando se transforman en padres que abusan de sus hijos y éstos de los suyos, perpetuando así el ciclo vicioso por generaciones.

Azotes injustificables

Tanía, de 11 años acusó a sus papás, quienes constantemente la golpean. Revela que usa dos playeras, mallas y pantalón para que no le duelan los azotes. “Me pegan sólo para desquitar su coraje”, dijo mientras la atendían en emergencias.

Contó que su mamá la mandó a comprar dos kilos de maíz. Al llegar a la tienda Juquilita se encontró a su amigo Eduardo y comenzó a platicar con él.

Al salir, su mamá la esperaba afuera. “Me agarró a pedradas las cuales me tocaron en la espalda y me dolió mucho. Le pedí que no me pegara porque no estaba haciendo nada malo. Al llegar a la casa me empezó a insultar: “Así vas a empezar como una pinche puta”. Le repetí que no estaba haciendo nada malo, pero su coraje era mucho, tanto, que agarró dos vasos de vidrio y me los aventó, luego agarró el cinturón y me golpeó”.

Más tarde, al llegar su papá, éste le pidió le llevara agua fría y cuando ella contestó que no había, le ordenó que fuera por hielo.

El problema empezó al pedirle dinero para comprarlo. “Me dijo: “Qué no para eso estás”. Cuando le contesté que de dónde iba a sacar, me retó: “Sígueme respondiendo” y me dio una bofetada. Al mismo tiempo me agarró del cabello y me llevó al baño, mientras me amenazaba “Te voy a azotar la cabeza”.

“Le respondí que lo hiciera y me azotó contra la pared. Lo empujé al sentir caliente y le reclamé: “Mire, me sacó sangre”. Mi mamá, quien miraba la escena, dijo: “Eso te mereces”. Me salí corriendo de la casa y le pedí ayuda a la vecina, quien me trajo a que me cocieran la cabeza”, refiere dolida.

La psicóloga de la Fiscalía General del Estado, Liliana Patricia Morales Castellanos, explica que el maltrato infantil es pasivo cuando las necesidades básicas del niño no son atendidas, así como la falta de respuesta a las necesidades de contacto físico y caricias.

Detalla que se considera activo cuando los padres provocan daño físico, comprende también el abuso sexual, que puede ir desde el exhibicionismo hasta la violación, mientras que el abuso emocional se representa como hostilidad verbal y bloqueo constante de las iniciativas infantiles.

Abunda que otra forma de violencia es cuando los niños son testigos de violencia “al presenciar situaciones crónicas de violencia entre sus padres”.

Cultura de castigo

Lucía, de 4 años, cuenta que su papá le pega y le jala los cabellos. Rompe las cosas y no le gusta que vaya a la escuela, porque le dice que su maestra está enferma.

Una vez que tiró un vidrio, ella se cortó y él se lastimó la mano. Se enojó tanto que tiró a su hermanito, de 1 año, de la carriola y a ella le pegó con el cable de luz en las piernas.

En tanto que Mariel, de 8 años, confiesa que no le gusta cuando su papá vuelve a casa, “Me aprieta mucho la boca y la nariz, no me deja respirar”.

Una tarde llegó muy enojado y le pegó a su hermanita en la boca, por lo que sangró. “A mí me pegó con el mismo cinturón y lloré mucho”, recuerda.

El pequeño Emiliano, de 4 años, pidió irse a vivir con su abuelita. “Mi papá me pega con mecate y con el cable de la video porque salgo a jugar.

“Mi mamá llora, yo quiero mucho a mi mamá y no quiero que mi papá le pegue. Mi papá toma mucha cerveza y quiero que lo curen para que ya no nos pegue”, suplicó.

La profesionista en psicología, puntualiza que el castigo físico como forma de disciplinar sigue siendo el factor que alienta las prácticas de maltrato físico hacia los niños.

La idea de que las malas conductas y los malos hábitos se corrigen con azotes, se basa en la crianza de los padres, quienes justifican su conducta correctiva planteando “a mí también me pegaban y soy un hombre de bien”.

Subraya que un grupo importante de padres que maltrata o abusa de sus hijos padeció en su infancia falta de afecto y maltrato.

Poseen una insuficiente maduración psicológica para asumir el rol de crianza; es decir, la incapacidad paterna para ser responsables de la educación de los hijos.

Efectos devastadores

“Quiero que castiguen a mi papá porque me pega, siempre me habla con groserías”, pide Mona, de 7 años.

“Se me ocurrió enseñarle una carta que escribí en la escuela en la que puse que era regañón. (…) Me pegó con el palo de la escoba en la espalda, me jaló de mi cabello en la nuca y me zangoloteó; después me hizo que la leyera y le obedecí, pero llorando. Me regañó por escribir esas cosas”, dice la pequeña.

Saulo, de 7 años, narró su pena cuando sus papás se separaron. Su mamá comenzó a vivir con Jorge y se fueron a Puebla.

-Tomaba y le pegaba a mi mamá, yo la quería defender, pero Jorge me pegaba de cachetadas y me decía: “No te metas, eres un menso” y yo me ponía a llorar.

-Varias veces le pedí a mi mamá que lo dejara, pero ella me decía que lo perdonáramos.

Ahora vive con su papá, pero admite que quisiera regresar con su mamá, pero no con Jorge.

Gabriela Hernández, médico del Sector Salud, destaca que además de las lesiones, se forma una dificultad para establecer relaciones interpersonales profundas y estables.

Recalca que los sentimientos de estima personal no se desarrollan adecuadamente, toda vez que se acepta el maltrato como algo que se merece por sus incapacidades.

“Ante el maltrato, los niños pueden responder con un comportamiento pasivo de aceptación, se les observa tristes y sumisos o con un comportamiento rebelde y agresivo que se dirige contra sus compañeros”, indica.

Lamenta que para muchos niños que sufren maltrato, la violencia del abusador se transforma en una forma de vida.

Daño indeleble

Marina, de 4 años, relata que su papá la golpea con una vara en las nalgas cuando no obedece a su mamá.

“Me pega siempre que llega borracho si tomo leche y pan que están arriba de la estufa. Se enoja y me rompe los juguetes que me regala mi tía”, solloza.

Su papá le quemó sus juguetes cuando volvió de la tienda y no dijo nada porque le da mucho miedo. “Ahora los pongo debajo de mi cama para que no los vea, los tengo que esconder para que mi papá no los queme”, confía.

La psicóloga Liliana Patricia señala que los niños criados en hogares en los que se les maltrata suelen mostrar desordenes postraumáticos y emocionales.

“Los efectos que produce el maltrato infantil no cesan al pasar la niñez, mostrando dificultades para establecer una sana relación al ser adultos”, indica.

Apunta que algunos infantes sienten temor de hablar de lo que les pasa porque piensan que nadie les creerá. Otras veces, no se dan cuenta de que el maltrato de sufren es anormal y así aprenden a repetir este modelo inconscientemente.

Recuerda que se debe mirar a la niñez como una época de experimentación, de descubrimientos, que lógicamente van a ser, muchos de estos actos, incorrectos para los adultos.

“A un niño no se le debe golpear, gritar o regañar, se le deben dar razones para que comprenda por qué algunas conductas no son aceptables”, destaca.

“Se han olvidado de su propia infancia, de cómo todo les parecía desconocido y al mismo tiempo permitido, porque un niño no nace con las conductas sociales que los adultos desean”, puntualiza.

 

El niño japonés abandonado en el monte por sus padres podría haber sido maltratado por ellos

Búsqueda de Yamato Tanooka

La búsqueda del pequeño Yamato Tanooka fue transmitida por medios de todo el mundo. (GTRES) La Policía nipona notificó a un centro de protección de la infancia esta posibilidad para que investigue lo sucedido al pequeño de siete años. El caso ha abierto el debate sobre el nivel de dureza de los castigos que se le aplican a los niños en el país asiático. Los padres de Yamato Tanooka contaron que el día de su desaparición lo dejaron en el bosque y cuando volvieron a recogerlo a los pocos minutos, ya no estaba.

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