“En el fondo, creo que se pega una bofetada simplemente porque, a
diferencia de un adulto, sabes que el niño no te la va a devolver,
pero es más un desahogo que una medida educativa”
(Sagrario
Segado Sánchez-Cabezudo, científica de la UNED) |
EL
CONFIDENCIAL
https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2018-08-10/castigo-fisico-ninos-mala-idea-bofetada_1602813/
¿Una bofetada a tiempo? Por qué el castigo físico a los niños siempre es una
mala idea
Tras revisar miles de estudios, investigadores
concluyen que la violencia corporal, por leve que sea, tiene consecuencias
negativas para el futuro de los menores en diversos aspectos de su vida

Una papelera en el Hospital de Muñecas de Sídney. (Reuters)
10/08/2018
Autor José
Pichel
¿Hasta dónde es aceptable que
una madre o un padre recurran al castigo físico para educar a sus hijos?
¿Es justificable un azote o una bofetada de vez en cuando?
¿Hacen algún mal? ¿Hacen algún bien? Quien más, quien menos habrá discutido
sobre ello alguna que otra vez o se habrá visto en la tesitura de tener que decidir
cómo actuar.
Más allá del debate social y de
las restricciones que imponen las leyes, en las últimas décadas numerosas
investigaciones han abordado las consecuencias que tiene cualquier
tipo de violencia sobre los niños, por leve que sea. Ahora,
psicólogos estadounidenses acaban de publicar un artículo
en la revista 'American Psychologist' que revisa los estudios sobre esta
cuestión y sus conclusiones son contundentes.
"Existe una amplia evidencia de
que el castigo físico pone a los niños en riesgo de sufrir daños físicos y
emocionales, así como problemas de salud mental, de conducta y
cognitivos", afirma en declaraciones a Teknautas Elizabeth Gershoff,
profesora de psicología del desarrollo de la Universidad de Texas.
Esta misma investigadora ya lo
dejaba claro en un metaanálisis
publicado hace dos años que incluía 75 estudios realizados a lo
largo de más de 50 años, 13 países diferentes y los casos de más de
160.000 menores. Sin embargo, otros expertos critican la investigación sobre
el castigo físico argumentando que no hay pruebas suficientes para sacar
conclusiones sobre causas y efectos. Por eso, Gershoff y sus colegas contraatacan
ahora con más datos.
La lista de efectos
negativos que encuentran en los estudios impresiona. Al contrario de lo
que busca el adulto que pega a un menor, el castigo incrementa las
conductas no deseadas; aumenta el riesgo de que cometa agresiones
cuando sea mayor, tanto con sus propios hijos como con su pareja, y genera
más conductas delictivas y antisociales. En la literatura científica,
también se relaciona con problemas
de ansiedad y depresión, abuso de alcohol y drogas y problemas de salud
mental en general.
“Esperamos que nuestro trabajo
pueda ayudar a disipar los mitos y convenza a algunas personas de que la
investigación que muestra que el castigo físico resulta dañino es
consistente”, señala la psicóloga de la Universidad de Texas.
Su reto es hacer llegar los
resultados de sus investigaciones a las familias. Una publicación
de Unicef recogía en 2014 que el 80% de los niños del mundo de
entre dos y 14 años ha recibido algún tipo de castigo físico.
España: prohibido, pero 'aceptado'
En el mapa
de los castigos corporales a menores, España aparece entre los países
que los han prohibido por completo —la mayoría pertenecen a
Europa y a Sudamérica—, aunque la medida es muy reciente, de 2007.
Quizá por eso la idea aún no ha
calado por completo. Más del 38% de los españoles ven aceptable en
mayor o menor medida la violencia hacia los niños, según un
estudio publicado este año por la revista 'Children and Youth Services
Review'. En Noruega, esa cifra se queda en el 13%.
Más del 38% de los
españoles ven aceptable en mayor o menor medida la violencia hacia los niños
Sagrario Segado
Sánchez-Cabezudo, científica de la UNED y autora de este trabajo junto con
otros colegas europeos, lamenta que “los españoles somos más permisivos, aún
hay un gran porcentaje de la población que ve saludable un bofetón o un
azote”. Aun así, considera que en los últimos 40 años se ha vivido “una
revolución” que ha cambiado la mentalidad, cuya guinda fue la prohibición de
hace 11 años.
Las leyes, por delante
“Las leyes son lo más
importante, no solo porque limitan sino porque nos hacen preguntarnos el
porqué de las cosas y así contribuyen a que las asimilemos. Ocurrió
lo mismo con el tabaco”, comenta. No obstante, reconoce que
culturalmente el cambio es más lento.

Niños en una protesta contra la
violencia doméstica en Estambul. (Reuters)
Por otra parte, reconoce que se
vio sorprendida por un dato muy positivo del estudio: los investigadores
pensaban que habría un sesgo hacia los niños inmigrantes, que los
participantes rechazarían más los castigos corporales hacia la población
infantil autóctona que hacia los extranjeros. Sin embargo, no fue así en
ningún país. "Parece que el concepto de ser niño es un valor
superior a la procedencia", afirma Sagrario Segado.
Por eso resulta aún más
paradójica la naturalidad con que se acepta socialmente que se puede ejercer
la violencia sobre los más vulnerables. “En el fondo, creo que se pega una
bofetada simplemente porque, a diferencia de un adulto, sabes que el
niño no te la va a devolver, pero es más un desahogo que una medida
educativa”, apunta.
Alternativas disciplinarias
Su colega Gershoff hace la
misma reflexión: "No creemos que sea aceptable golpear a los adultos, pero
por alguna razón la mayoría de los adultos en todo el mundo piensan
que está bien golpear a los humanos más pequeños y más vulnerables.
Necesitamos ayudar a los padres a ver que los niños también son personas y
que no deberían ser golpeados".
Muchos
creen que el castigo físico les enseñó a distinguir entre lo correcto y lo
incorrecto, por lo que lo perpetúan con sus hijos
En su opinión, sería necesario
educar a los padres en "alternativas disciplinarias", ya que "siguen
aplicando la disciplina de la misma forma que la recibieron de sus
progenitores, y así se transmite a través de las generaciones",
reconoce. "Muchos creen que el castigo físico les enseñó a distinguir entre
lo correcto y lo incorrecto, por lo que lo perpetúan con sus hijos aunque
esa idea no se corresponda con su propia experiencia individual", añade.
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