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https://blogs.publico.es/strambotic/2019/09/jameson-canibales/
El depravado aventurero que compró una niña para ver como
la devoraban los caníbales
03 Sep 2019 / Strambotic

En esta truculenta historia se mezclan el colonialismo más despreciable con la
bajeza de espíritu propia de los vividores malcriados. Y aparecen de fondo
aventureros, mercenarios, traficantes de esclavos y marfil… y figuras como el
infame Rey Leopoldo I de Bélgica y el gran explorador africano Stanley (el
de «Livingstone, supongo»).
Año de (des)Gracia de 1888. James S Jameson,
heredero de la firma irlandesa de whisky, se encuentra en lo
que hoy es la República Democrática del Congo al mando de la Rear
Column (retaguardia), un desastre de organización estando sus
mandos más interesados en acostarse con las nativas que en impartir la más
mínima disciplina.
La columna forma parte de una
expedición comandada por el explorador inglés Stanley cuya
misión es rescatar al gobernador de una región del asedio de los nativos. Todos
son «empleados» del Rey Leopoldo I de Bélgica (uno de los
mayores genocidas de la historia), empeñado hasta el delirio en su aventura
colonial africana.
Según cuentan las crónicas, Jameson, acompañado de Assad Farran, un
sirio con conocimientos de suahili que hacía de intérprete, y un oscuro
(además de negro) mercader de esclavos llamado Tippu Tip, se
encontraba en Ribakiba, un enclave a la orilla del río
Luluaba (el corazón de las tinieblas, que diría Conrad), para
aprovisionarse de porteadores.

Es entonces cuando Jameson le comenta al intérprete que
le encantaría ver a los caníbales de la zona en acción. Y se le
ocurre la idea de comprar un ser humano y así saciar su curiosidad (y de paso,
el hambre de algunos).
Adquiere una niña de diez años por diez pañuelos y
envía a Farran –quien a la postre sería el principal testigo de la acusación– a
ofrecérsela a los caníbales: «Esto es un regalo del hombre blanco, que desea
verla devorada».
La escena que describe Farran es atroz.
La niñita, amarrada a un árbol, pide con los ojos ayuda y clemencia. Dos tajos
rajan su vientre. Muere desangrada con los intestinos colgando mientras los
caníbales afilan sus cuchillos contra un árbol. La despiezan, cocinan y comen.
¿Qué hace Jameson mientras tanto? Realiza hasta
seis bocetos del luctuoso proceso (que luego convertiría en acuarelas)
que enseña a los caníbales para su aprobación.

Ilustración vía Futility
Closet.
Jameson moriría poco después de fiebres,
pero la denuncia del traductor prosperaría y el
caso tuvo bastante publicidad en la época. En el se mezclaron los intereses
de la viuda, que puso toda la maquinaria a sus disposición para limpiar el
nombre de su esposo (acusado de desobediencia, deslealtad,
incumplimiento de promesas, deserción, crueldad, cobardía y asesinato)
y los del propio Stanley, empeñado en impartir justicia con tal
de que no se le compararan con sus infames compañeros de expedición.

Fuentes y fotos: The
Inquisition, NY
Times, Public
Domain Review yWikipedia. Y
si quieres ahondar en el tema, puedes hacerlo en
este libro.
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