La crisis
hace que los padres no escuchen a sus hijos y eso creará un problema social´
Diario de Mallorca 15-04-2012
Nacida en Palma en 1967 y psicóloga
de formación, llega a la administración después de diez años en ´las
trincheras´ trabajando como profesora y orientadora en un centro educativo de
Ciutat. Habla de los menores y sus problemas con conocimiento de causa, algo que
se nota en su seguridad y sinceridad de respuesta, ajena totalmente a posibles
directrices. Sabe que tiene poco presupuesto, pero en vez de lamentarse como
otros se dispone a aumentar el campo de acción de su oficina con "ganas e
imaginación"
MAR FERRAGUT. PALMA Dar a conocer
la Oficina de Defensa de los Derechos del Menor (ODDM) es una de las primeras
tareas que se ha marcado Garrido nada más aterrizar. Recuerda que están en el
nº4 A de la calle Sant Joan de la Salle de la Palma y que su teléfono, el 971
17 70 95, está abierto a todos, mayores y menores, para atender quejas y
denuncias o para solicitar asistencia.
—¿Cuántas actuaciones llevó a cabo la Oficina en 2011?
— Yo no estaba, acabo de aterrizar hace un mes, pero en 2011 hubo un total de
174 actuaciones, 24 quejas y 10 denuncias. La mayoría fueron por temas de
educación y después por desprotección de menores. Suelen ser por temas de
bullying, algún profesor que ha impuesto castigos incorrectos, abusos de niños
a otros niños más pequeños... En este primer mes he evaluado qué se ha hecho
y qué se podría hacer. Y creo que la Oficina podría hacer mucho, mucho más.
— ¿En qué?
— Primero, creo que la gente a nivel general no conoce la oficina y haremos
promoción. No tenemos recursos, pero tengo mucho imaginación, y le pondremos
ganas. Creo que deberíamos salir más y meternos en las instituciones, estar
allí, de forma vigilante. No tanto esperar a que vengan los casos. Sólo
observar ya te sirve para dar opinión y frenar algunas situaciones. Hay mucho
papeleo y burocracia, y creo que hay que romper un poco con eso y salir. Y
potenciar la intervención directa. Vienen niños y adolescentes que buscan
orientación y asesoramiento y yo como defensora quiero estar ahí con ellos, en
contacto.
— ¿Vienen muchos menores?
— Sí, hoy viene un chico de 13 años por un tema de una separación. Está
agobiado y viene porque alguien le ha dicho que estamos aquí. En los menores
siempre hay un tema de manipulación, y queremos evitarlo. Queremos escucharlos
y ver qué dicen porque lo sienten y qué dicen porque les han dicho que lo
digan. Los menores no conocen la oficina, pero para ello estamos trabajando,
para, por ejemplo, meternos en las redes sociales, que es su medio de comunicación
y su lenguaje.
— ¿Es para preocuparse el número de casos de acoso escolar?
— El tema del abuso es cada vez más habitual. Y es preocupante si en el
momento no se hace nada. Pero si se previene y los adultos se responsabilizan,
se pueden evitar estas cosas. Pero ahora estamos en un momento en que los padres
tienen muchos problemas y no miran a los niños, y los niños tienen que hacer
algo por llamar su atención. Y muchas veces estos comportamientos de dominancia
acaban en acoso sobre los más desfavorecidos, los que tienen alguna minusvalía,
los que no se meten con nadie...
— Los menores no están a salvo de la crisis.
— Les afecta totalmente. Imagina una familia que se ha quedado sin trabajo, ya
no puede atender las necesidades, entre comillas, de los menores: quiero móvil,
quiero dinero para salir... Si no se lo das parece que no les quieres, pero si
les das más de la cuenta te endeudas y te generas problemas. La sociedad en
general tiene que hacerse un replanteamiento, y aparte creo que las familias y
los educadores tenemos que pensar bien qué estamos haciendo. Pasamos de darles
todo a quitárselo todo. Van a ser unos chicos que no van a poder tener los que
tuvieron las generaciones anteriores.
— Además los jóvenes hoy están totalmente integrados en la sociedad de
consumo. Y de repente no tener dinero para comprarse una camiseta de Zara o el
último ´smartphone´...
— Exactamente, eso les genera mucha ansiedad y frustración. Los adolescentes
quieren tener cualquier cosa que les permita formar parte del grupo, y si no,
adiós, drama. Y dejan a un lado los problemas familiares. No hablan si sus
padres se han quedado sin trabajo. Les da igual, ellos viven su vida. No es por
maldad, es un egoísmo propio de la edad.
— ¿Hay que replantearse la educación? ¿Ir hacia las cosas más básicas?
— Creo que hay que recordar que por ley y como derecho de los niños, la
educación está en manos de los padres. No hay que emplear al colegio como el
aparcaniños y esperar que el centro nos solucione los problemas. El entorno
familiar tiene que ponerse las pilas y pensar qué estamos haciendo con nuestros
niños.
— Hace unos años proliferaban los 'niños de las llaves', desatendidos o
apuntados a mil actividades extraescolares porque sus padres no podían
conciliar vida familiar y laboral. Ahora los niños se están acostumbrando a
ver a sus padres en casa y sin trabajo y en muchos casos, desanimados. ¿Qué
huella les deja eso? ¿Se les transmite el pesimismo?
— Hay más discusiones en casa, el ambiente está más crispado... y no
escuchan los problemas que tienen sus hijos. Creo que esto va a devenir en un
problema social , no grave, pero sí que va a provocar un gran cambio de las
estructuras. Tenemos que buscar la ilusión que hemos perdido. El pesimismo se
traspasa a los niños.
— Baleares es una de las comunidades con más divorcios. ¿Cómo evitar que el
niño sea el centro de la disputa de los mayores?
— Es una vergüenza como los mayores manipulan a sus hijos en estas cosas.
Parece mentira que no se den cuenta de que les están haciendo daño. Y los niños,
que no quieren perder a sus padres, escuchan. Hablamos en general, no todos los
casos son así, pero muchas veces los niños escuchan a la madre arremetiendo
contra el padre o al padre malmetiendo contra la madre. No quieren fallar ni a
uno ni a otro. A cierta edad los niños vinculan más con la madre y todo el
odio que se genera en el lado de la familia materna proyecta en el niño contra
el padre.
— Eso es síndrome de alienación parental. Hay expertos que dicen que no
existe tal síndrome.
— Sí existe. Mientras haya adultos que manipulen, hacia un lado u otro,
existirá. También pasa en el lado paterno. La figura masculina es más de
insultar y esto también lo proyecta sobre el niño. Las mujeres se esfuerzan más
en hablar estos temas, con expertos o con amigas, y los psicólogos lo primero
que le dicen es que no hablen mal del padre delante de los niños. Pero los
padres no suelen ir a estos expertos, y muchos arremeten contra la madre delante
del niño. El niño cuando es pequeño está más vinculado a la madre, pero
cuando es adolescente es más fácil que el padre lo compre, con un móvil nuevo
o dejándole salir hasta las tantas. Los padres suelen dar más libertad.
— ¿Cuántas denuncias ha recibido la Oficina por los lazos por el catalán en
los colegios?
— A mí me sorprende que no hemos recibido ninguna denuncia ni de ningún niño
ni de ningún padre que diga que le ha molestado el lazo. Ha habido una denuncia
de alguna entidad. Lo estuvimos mirando con el asesor jurídico y demás y vimos
que realmente de entrada esto no ha afectado a la vida en las escuelas. Yo creo
que es un símbolo de algo cultural y no una bandera, y creo que así se ve
desde fuera. También ha venido una denuncia por el vídeo del instituto en el
que salían los alumnos y algunos profesores cantando, y habría que analizarlo
pero ninguno de los niños ni de los padres ha venido a quejarse. ¿Deberíamos
hacer algún tipo de actuación? Es muy relativo. Creo que de un tema como la
lengua no hay que hacer un conflicto. Cada niño tiene derecho a educarse en su
lengua y a tener una educación y una cultura, con lo que si no se impide el
acceso a la cultura, no veo problema.
— ¿Descarta que se haya manipulado a los alumnos?
— A ver, no conozco tanto el tema y cada instituto y cada profesor es un caso.
Habría que hablar con cada profesor implicado. Pero los centros escolares
tienen que ser lugares para educar, nunca para adoctrinar. Cuando hay intereses
políticos detrás de una acción hay que ir con mucho cuidado, por que los
chicos si se trata de protestar se apuntan a un bombardeo, aunque a veces no se
sepan por qué. Hay que explicar a los chavales por qué se hace una cosa, eso
es educar. No hay que imponer desde una perspectiva política.
— ¿Qué consecuencias puede tener a la larga en un niño haber sido víctima
de acoso escolar?
— Si se lleva bien, si el niño es contenido y bien atendido, lo supera y
llega a abrirse, e incluso la experiencia le puede servir para coger impulso y
ser más fuerte ante otras cosas. Pero aquellos niños que no han podido
exteriorizarlo como toca, o en su familia no les han hecho casos, posiblemente
de adultos pueden convertirse en personas frustradas e introvertidas, con
problemas para relacionarse. Incluso puede que ellos mismos piensen en hacer daño
a otras personas como reflejo de lo que han vivido. Por eso queremos meternos más
en los centros escolares, para potenciar la prevención y la vigilancia, porque
los profesores lo ven, pasan mucho tiempo con los chavales, y un profesor además
de dar matemáticas tiene que educar.
— En internet, el acoso escolar cobra una nueva dimensión. ¿Cómo
controlarlo?
— Es la espina que tenemos ahora. Los padres, y nosotros, todos, hemos de
perder el miedo a meternos en internet y aprender.
— Los niños saben mucho más que los padres.
— Claro. Hace unos años los padres ponían a los niños delante de la tele
durante horas y ahora le ponen delante del ordenador. Y así como les das la
mano al cruzar la calle o les pones una sillita para ir en el coche, en internet
navegan libres y sin ningún tipo de vigilancia. Y les dejan expuestos así a
cosas más peligrosas que dejándoles salir por la noche de marcha.
— ¿Cuáles son las principales amenazas en la red?
— Ahora con los móviles tienen internet en cualquier sitio y pueden ser víctimas
de abuso por parte de otros menores en cualquier momento. Y hablamos de niños
de nueve o diez años. Es preocupante. El problema no es de los niños, somos
los adultos que les compramos cosas que no necesitan a esas edades.
— ¿Y a qué edad hay que darle un móvil a un niño?
— Depende de la situación del niño. Un niño que está localizado en el
colegio no tendría porque necesitar un móvil. Quizás hablaríamos de los 14 o
15 años, aunque yo creo que en realidad podrían esperar más porque esos niños
están controlados, o deberían estarlo. Con un simple móvil les bastaría para
estar controlados, pero es que quieren los de última generación. Y en la
conexión a internet puede estar el problema. Tienen servicio de mensajería
gratis, el Tuenti, que lo llevan adonde sea: lo meten en clase, no atienden; lo
llevan al baño o al vestuario, hacen una foto por debajo de la puerta del váter
y automáticamente la suben a la red. En tres segundos todo el mundo la está
viendo.
— ¿Con el móvil el ciberacoso se nos escapa todavía más de las manos?
— Controlarlo es fácil: no les das al niño el móvil y se acabó. Pero si el
niño no tiene móvil, es un frustrado, ´pobrecito´, porque el resto de la
pandilla tiene. Y eso al padre le crea angustia. Te sorprendería ver a familias
en el paro, que no llegan a fin de mes, y el niño tiene el último modelo de ´smartphone´.
La solución es enseñar el uso adecuado, responsable y racional del móvil y de
internet. El uso constante del móvil les está transformando, les cuesta
comunicarse cara a cara. A nivel de rendimiento académico también, y de relación
con los demás. Cosas que no se atreven a decir personalmente, sí se atreven en
las redes sociales.
— ¿Los padres tienen miedo a castigar, a poner límites?
— No quieren entrar en la intimidad de su hijo para evitar un conflicto, y les
permiten de todo en internet. No les dejan salir de noche hasta tarde pero sí
les dejan estar las horas que quieran en internet y donde quieran. Y no sabes
con quien están hablando. Y ahí hay otra amenaza, un adulto puede aprovechar
una red de este tipo para meterse en la vida de los chavales. Y es muy fácil
suplantar la identidad de un chaval en Tuenti y conseguir la información que
quieras sobre él.
— ¿Hay que enseñarles a gestionar la identidad digital?
— Hay muchos sitios donde se enseña esto, también hay portales de ayuda a
los padres. Aquí existía un Observatorio de Internet, pero no se le dio el
impulso que se merece. Tiene que haber más vigilancia e intervención. Las
fuerzas de Seguridad del Estado también tienen departamentos encargados sólo
de eso. No sé si reactivará, no tenemos muchos recursos, pero vamos a intentar
colaborar con los portales y organismos que ya existen. Y con los colegios. Los
padres tienen que atreverse y meterse en internet, y poner límites a sus hijos.
— ¿Otra amenaza posible es que sean estafados? Hace un año se advirtió de
los riesgos de los portales de apuestas.
— Sí, totalmente. Es un riesgo, porque además los niños entran y se lo
toman como un juego, y es peligroso. Y hablando de juegos, te cuento una de las
primeras intervenciones que hicimos. Nos dimos cuenta de que en la Fira del Ram
estaban dando unas pistolas con balines que parecían armas de verdad y que en
el paquete ponía que no era recomendado para menores de 18 años. Y en la Fira
las estaban dando a todo el mundo. Llamamos a Policía y luego estos llamaron a
Consumo y se acabaron retirando unas 117 armas. Fíjate con chorradas de estas
no estamos vigilantes: ha ido muchísima gente a la Fira y nadie ha dicho nada
de nada.
— A Froilán le dejaron usar un arma de verdad con 13 años y mire lo que ha
pasado.
— Ahí voy. La culpa es de los padres. No es que quiera proteger a los niños
de más, es que la culpa de que sean así como son y que hagan lo que hacen, es
de los padres.
— ¿Se deberían enseñar alfabetización digital en los colegios?
— Debería ser una asignatura más. Ellos son los padres del futuro. Y si
ellos no son capaces de aprender estas nuevas normas de tolerancia y respeto y
saber que no te engañen, vamos mal. Estamos desfasados. Están creciendo con un
sistema totalmente diferente al nuestro. Les hablamos de cosas y no las
entienden porque ellos usan otro idioma.
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