Golpes, abusos verbales y
sexuales, aislamiento, jornadas de 12 horas siete días a la semana...
Ésta es la realidad a la que se enfrentan cada día miles de niñas que trabajan
como empleadas del hogar en el reino alauí. Están mal pagadas y casi ninguna
está escolarizada, aunque deberían estar jugando a las muñecas o
intercambiando cromos en el patio del colegio.
En Marruecos, según datos
de 2012 del Alto Comisariado de Planificación marroquí, alrededor de
92.000 menores -sobre todo niñas- de entre siete y 15 años trabajan en casas
particulares como empleados domésticos, a pesar de que el país
norteafricano se comprometió a aplicar la Convención sobre los Derechos del
Niño (CDN) el 21 junio de 1993, que prohíbe la explotación económica y el
empleo de niños menores de 15 años.
"Latifa L. tenía 12 años
cuando llegó a Casablanca para convertirse en una 'petite bonne',
como se conoce coloquialmente a estas empleadas domésticas. Estaba muy
asustada, pero el reclutador que contactó con ella le aseguró que sus futuros
empleadores serían muy amables y le pagarían bien. Todo resultó ser una
promesa vacía.", relata Human Rights Watch (HRW) en un
informe que realizó en noviembre de 2012.
Una vez en Casablanca,
tras un largo viaje de cinco horas en autobús, Latifa descubrió que ella era
la única empleada doméstica para una familia con cuatro hijos. Trabajó sin
descanso desde las seis de la mañana hasta la medianoche, y fue encargada de
llevar la cocina, la lavandería, fregar el suelo, lavar los platos y cuidar de
los niños, entre ellos una niña de dos años. No tenía días libres y
sólo se le permitía comer dos veces al día, una a las siete de la
mañana y otra a medianoche después de terminar todo el trabajo. Su empleador
con frecuencia la insultaba y, a veces, la pegaba con un zapato cuando rompía
algo o uno de los niños lloraba, según reconoció Latifa a HRW, mientras la ONG
estudiaba la situación de 20 niños ex empleados del hogar en Marruecos.
Captación de las menores
El proceso de captación de estas jóvenes
doncellas suele ser siempre el mismo. Un intermediario se acerca a las
familias o a las propias niñas prometiéndoles buenas condiciones de trabajo y
amables hogares en los que servir por un salario que oscila entre los
200 y 500 dirhams marroquíes (entre unos 17 y 44 euros), una cifra
muy por debajo del salario mínimo establecido en el país de 2.333
dirhams (alrededor de 207 euros) que suele recibir directamente la
familia de la pequeña.
Según ha contado la ONG Institution
Nationale de Solidarite avec les Femmes en Detresse (INSAF) a EL MUNDO,
el 76% de las familias en las zonas de origen, la mayor parte procedentes del
medio rural, desconocen las leyes que prohíben el empleo de niños menores de
15 años, un reflejo de los tabúes y la desinformación que rodean la
práctica del trabajo infantil en el reino alauí.
El código laboral marroquí establece
un límite de 44 horas semanales, pero a día de hoy no incluye
las labores de trabajo doméstico.
No obstante, el Gobierno marroquí ha
llevado a cabo iniciativas que han producido un descenso del 25% en
esta mala praxis. En 1999, el número de niños que realizaban una
actividad remunerada alcanzaba una cifra de 517.000, una cifra exagerada si se
compara con los 123.000 de 2011 y los 92.000 en 2012. Se trata de un avance
significativo debido a los proyectos que ha puesto en marcha el Gobierno
marroquí desde 2005 con el objetivo de aumentar las matrículas escolares
proporcionando un subsidio en efectivo de 60 a 140 dirhams marroquíes a las
familias por cada niño escolarizado.
Aunque es posible apreciar
una incipiente mejoría, los colectivos que luchan contra el maltrato infantil
piden esfuerzos para hacer
cumplir las prohibiciones establecidas por la Convención sobre los
Derechos del Niño contra el empleo de menores, y reclaman la entrada en vigor
de una ley específica que erradique la práctica de las 'petite bonnes',
'cenicientas' que deberían soñar con ser princesas en los pasillos de sus
escuelas.