Sin luz y con nueve hijos a comer en Ribeira
Los impagos dejan sin electricidad a una familia y sin gas a otra
Imagen de archivo de Cristina
Rivadulla y de sus cinco hijos en su casa de Santa Uxía.
Carmela Queijeiro
Hay familias que viven en el filo de la navaja por la falta de
ingresos, sobre todo ahora que el verbo trabajar ha dejado de
conjugarse en muchos hogares. Son muchas. Algunas sufren en
silencio. Y otras expresan en voz alta lo que supone para
ellas tener que hacer regates continuos para pagar cosas tan
fundamentales como la comida, la vivienda o los servicios
básicos. Esas filigranas a veces no dan resultados. Y acaban
produciéndose situaciones peliagudas. En Ribeira hay
actualmente dos ejemplos. Uno es el de la familia de Dora
Duarte, que tiene nueve hijos y que se ha quedado sin luz. Y
el otro, el de Cristina Rivadulla, una madre que se quedó sin
agua caliente con la que bañar a sus cinco críos. En ambos
casos, las suministradoras actúan por los historiales de
impagos.
Dora y Toño contaban ayer que en su hogar se hizo la oscuridad
el martes. Llevaban varios meses sin pagar y se temían que
esto les podía pasar. De hecho, no es la primera vez que se
enfrentan a un corte de luz por impago. Lo primero que
hicieron fue pedir ayuda a Cáritas, ya que el colectivo los
socorrió en alguna otra ocasión. Y lo segundo, urdir
soluciones de urgencia para intentar alimentar a su prole.
Porque lo que está claro es que la mayoría de sus hijos, de
corta edad, poco o nada comprenden de estrecheces y de que la
cocina no funcione por un corte de suministro cuando el hambre
les aprieta en el estómago. Así que ayer al mediodía,
finalmente, lograron cocer unos fideos para alimentar al
regimiento de criaturas.
Los padres, Toño y Dora, habitualmente acuden al comedor social de Cáritas de Ribeira. El horario del colegio hace inviable que los pequeños puedan acudir también. Pero los progenitores reconocen que muchos días les dan comida sobrante para sus críos, cosa «que nos viene de maravilla».
El drama continúa
Hace exactamente un año que Cristina Rivadulla hizo público el drama que estaba viviendo y una avalancha solidaria se le vino encima. Esta madre de cinco hijos y vecina de Santa Uxía sigue temiendo que se lleven a los pequeños, ya que apenas tiene ingresos y vive gracias a la ayuda de familias de todo el país. Un último obstáculo se interpuso en su camino estos días. Y es que asegura que al no poder pagar el recibo del gas le cortaron el servicio: «Mis hijos más pequeños tuvieron que ducharse en casa de unos familiares. Yo tuve que bañarme en en agua fría y acabé enfermando». Afortunadamente, una madrileña que se volcó con su causa desde el primer momento se enteró de su situación y accedió a pagarle las facturas atrasadas. Rivadulla tiene suministro desde el viernes, pero ahora también debe afrontar el pago de recibos atrasados de la luz. Afirma que sigue buscando trabajo y confía en encontrar algo pronto que la ayude a seguir tirando. No le falta el apoyo de vecinos de otros puntos de Galicia. Su caso movilizó a muchas personas hace meses y Rivadulla recibió alimentos y ropa, pero el tiempo pasa y su situación no termina de normalizarse.
Lucha contra el frío
Esta ribeirense fue víctima de malos tratos desde recién casada y ahora trata de ser optimista para salir de la tormenta en la que se encuentra. El ahorro es una constante en su casa y allí apenas se encienden las luces y la cocina. Ha tenido que mezclar la leche con agua para dar de desayunar a sus hijos y en su hogar no hay calefacción: «Es un piso frío y hay humedad en algunas paredes. Tengo un calefactor para calentarlo que está viejo, pero que por el momento aguanta».
Ellos son los rostros de la desesperación, pero también de la solidaridad humana.