| Los pediatras sólo
detectan uno de cada siete maltratos infantiles Necesitan más
recursos para discernir los casos  |  Los especialistas
instan a no olvidar el maltrato cuando evalúen al menor 
  Diario lavanguardia.es MAITE
  GUTIÉRREZ | Barcelona | 08/07/
  2010 
 
  Un bebé de tres meses llega al servicio
  de traumatología de un hospital con un
  brazo roto. Los padres aseguran que se ha caído de la cama; los médicos lo
  tratan y le dan el alta. Dos meses más tarde el mismo bebé ingresa en el
  hospital porque tiene los labios y pies azulados debido al frío
  –cianosis–. Con nueve meses, el bebé vuelve al médico. Otra vez, los
  padres explican que su hijo se ha caído de la cama. El pequeño paciente pasa
  a la sala de radiografías y los doctores observan una fractura
  en el cráneo. Los rayos X detectan además otra fractura antigua, ya
  cicatrizada. Suenan las alarmas. ¿Serán malos tratos? El
  hospital se pone en marcha: pruebas médicas, entrevistas de la asistente
  social con la familia, estudio psicológico de los padres... El resultado: no
  hay evidencias de malos tratos. En realidad, el bebé padecía osteogénesis
  imperfecta, más conocida como la enfermedad de los huesos de cristal o frágiles,
  de ahí las continuas roturas. 
  Jordi Pou, uno de los máximos
  especialistas en maltrato infantil de España, indica en su guía que cada
  forma de maltrato tiene síntomas propios, aunque existen una serie de
  conductas que se repiten. Además de observarlas, recomienda recordar que el
  maltrato no entiende de condición social ni cultural. Hasta octubre, el 10%
  de los pediatras españoles participará en el curso que el martes se celebró
  en Barcelona, avalado por la Sociedad de Pediatría Social y patrocinado por
  Ferrer. Entre los principales indicadores que pueden estar detrás del
  maltrato destacan:
 En el niño
 Señales físicas repetidas (morados, magulladuras o quemaduras).
 Falta de higiene o ropa inadecuada para
  la época del año. Cansancio o apatía permanente. Cambio significativo en la conducta
  escolar sin motivo aparente. Conductas agresivas y rabietas severas y
  persistentes. Relaciones hostiles y distantes. Estado permanente de alerta. Conducta sexual explícita, juegos y
  conocimientos inapropiados para su edad.  Conducta de masturbación en público.  
  
    
      
        
          
            
              
                
                  
                    Niño que evita ir a
                    casa. Retrasos del
                    desarrollo físico o emocional. Conductas
                    antisociales. Falta de cuidados médicos
                    básicos. En
                    los padresParecen no preocuparse por el niño.
 
 No acuden a las citas ni reuniones del colegio.
 
 No acuden a las citas regulares del médico.
 
 No administran las medicaciones adecuadamente.
 
 Desprecian y desvalorizan al niño en público.
 
 Abusan de sustancias tóxicas.
 
 Ofrecen explicaciones ilógicas, contradictorias...
 
 Son demasiado severos.
  
                   
 ¿Actuaron los médicos con exceso
        de celo? "En absoluto", responde Nora Ruggeri, pediatra del
        servicio de urgencias del hospital de Nens de
        Barcelona. "Hay que evaluar los síntomas, sospechar, buscar y
        hacer diagnóstico, el objetivo es que ningún maltrato
        pase por alto", añade. Ruggeri expone este caso real a un grupo de
        25 pediatras y enfermeros el martes por la mañana dentro de un curso
        sobre maltrato infantil. "En la facultad te dan una formación muy
        básica al respecto, necesitamos más herramientas, profundizar y
        concienciarnos", afirma una de las asistentes, Nayra Dopazo,
        pediatra del centro de atención primaria Vila Olímpica de Barcelona.
        Concienciación es la palabra que más repiten los doctores que asisten
        al curso. "Nadie ve aquello que no conoce", continúan.
 En España no existe un registro unificado sobre maltrato infantil, pero
        los datos de las comunidades autónomas indican que entre un 15% y un
        18,5% de los menores ha sido víctima de ellos. El más frecuente es la
        negligencia –falta de atención y cuidados–, que suma el 50% de los
        casos. Le siguen el maltrato psíquico (27%), el físico (11%) y el
        sexual (6%). Podrían ser más. Se estima que por cada caso de maltrato
        detectado, otros siete pasan desapercibidos. "Esta proporción esta
        cambiando porque hemos mejorado las técnicas de detección, pero está
        claro que lo que vemos es sólo la punta del iceberg", advierte
        Jordi Pou, jefe de pediatría y urgencias del hospital Sant Joan de Déu
        y autor de la guía del curso mencionado.
 
 Según Pou, los malos tratos infantiles se han convertido en un
        "importante y emergente" problema de salud. No porque los
        adultos de hoy en día sean más crueles que antaño, sino porque el
        concepto de infancia y de derechos del niño ha evolucionado. Antes
        dejar a un bebé una semana con el mismo pañal –otra situación
        real– no se consideraba maltrato por negligencia. Hoy sí. Pou
        recuerda que hasta el siglo IV ni la ley ni la opinión pública
        rechazaban el infanticidio. Históricamente, la familia tenía total
        potestad sobre el menor. La situación empezó a cambiar partir del
        siglo XIX y en 1989 la ONUaprobó la declaración de Derechos de los Niños,
        que España ratificó un año más tarde. Hasta llegar a la actualidad.
 
 "El pediatra es uno de los profesionales, por no decir el
        profesional, mejor situado para intervenir en el maltrato
        infantil", señala Pou. Pero estos profesionales se sienten muchas
        veces sin los recursos necesarios para detectarlos y afrontarlos. Por
        eso reclaman una mejor formación y apoyo. Sobre todo en primaria.
        "A los hospitales llegan los casos más flagrantes, pero en la
        atención primaria vemos posibles negligencias y es difícil discernir
        si se trata de un maltrato o no, ¿dónde está el límite?", se
        pregunta Dopazo. Y a los límites difusos se añaden los sentimientos.
        "Cuando conoces a los padres, cuando les pones cara y ojos, es difícil
        llegar a pensar que son capaces de maltratar a su hijo", continúa.
        "Hay que ser lo más objetivo y observador posible, pero no sólo
        el pediatra, todos debemos llevar la bombilla encendida", tercia el
        enfermero que trabaja junto a ella, Juan Manuel Leyva.
 
 Las fronteras de las que habla Dopazo preocupan a muchos compañeros.
        Temen ver fantasmas donde no los hay y dañar a una familia. Uno de los
        pediatras reunidos el miércoles expone un caso: a la consulta de
        primaria llega una niña de origen chino con su profesora. Tiene el
        cuerpo lleno de moratones y la docente piensa que sus padres le han dado
        una paliza. Tras una investigación, descubren que sus padres le han
        aplicado ventosas para curar una enfermedad, una técnica de la medicina
        tradicional china que provoca esos efectos secundarios. "¿Podría
        considerarse maltrato físico?", se preguntan.
 
 A la dificultad del diagnóstico se añade las importantes consecuencias
        sociales y judiciales que tienen sus diagnósticos, por eso, pediatras
        como Dopazo piden un protocolo más exhaustivo en la atención
        primaria y un aval legal que respalde al pediatra en temas tan
        espinosos como este. Precisamente en el ambulatorio Vila Olímpica
        trabajan en un protocolo propio de actuación antes estos casos. La
        Generalitat ya tiene activo uno, "pero es muy general",
        afirmaban los pediatras reunidos el martes. "Una cosa es la teoría
        y otra la práctica, cuando te encuentras en una situación así los
        protocolos son una mera guía, actuar ante un posible maltrato no es tan
        fácil como parece", incide Pou. Otra vez la formación específica
        al respecto aparece como una de las soluciones para los médicos
        infantiles.
 
 Ruggeri explica que durante el 2009 su hospital atendió 100.000
        urgencias. Entre ellas, sólo se identificó un caso de maltrato.
        "Es posible que se nos pasara por alto alguno, si no te planteas
        como una posibilidad el maltrato nunca lo podrás llegar a
        diagnosticar", dice. No se trata de convertirse en inquisidores que
        ven maltratos "por todas partes", sigue Pou, "pero para
        descartar primero hay que sospechar". Precisamente el martes, Pou
        acudía como testigo a un juicio por un caso de presunto abuso
        sexual. Los médicos detectaron el caso hace seis años y hasta
        hace dos días no se celebró la vista. Además de la atención pediátrica,
        los servicios sociales y la ley también precisan una puesta a punto.
  
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