
https://www.eldiario.es/theguardian/Argentina-aborto_0_875263050.html
Argentina niega el derecho al aborto a miles de
menores que han sido violadas
Acusan a los médicos y a las autoridades sanitarias
contrarias al aborto de impedir abortos legales retrasando al máximo las
intervenciones
Lucía fue violada por la pareja de su abuela, pero
las autoridades demoraron la solicitud de aborto hasta la semana 23, cuando
ya no se le podía realizar un aborto vaginal normal
Le tuvieron que practicar un aborto por histerotomía,
una intervención parecida a la cesárea y en la que se extrae el feto a
través de una pequeña incisión en el abdomen. El feto sobrevivió
Uki Goñi -
Buenos Aires
07/03/2019

Centenares de personas a favor de la ley del
aborto se manifiestan el pasado 8 de agosto de 2018 en el exterior del
Senado en Buenos Aires (Argentina). EFE
Muchos médicos y funcionarios argentinos ponen trabas
para que no se lleven a cabo abortos legales en el caso de niñas que han
sido violadas y demoran las solicitudes para que los embarazos lleguen a
término. Esta situación pone en riesgo las vidas de miles de menores
encintas.
La semana pasada, la actualidad volvió a centrarse en
los médicos, instituciones sanitarias y autoridades públicas contrarias al
aborto que deliberadamente intentan retrasar interrupciones del embarazo
contempladas por la ley. Un medio de comunicación reveló que una
niña de 11 años había dado a luz a un bebé después de que las
autoridades sanitarias demoraran su solicitud para que se le practicara un
aborto. La menor había sido violada por el novio de su abuela. Un médico que
asistió el parto asegura que en Argentina se dan miles de casos como este.
La semana pasada, The Guardian publicó un artículo
sobre el caso de Lucía (nombre ficticio), violada por el compañero
sentimental de su abuela. El hombre tiene 65 años. Las autoridades le
denegaron el derecho al aborto, a pesar de que la ley permite la
interrupción del embarazo en caso de violación o cuando la vida de la mujer
está en peligro.
En el caso de Lucía se daban ambos requisitos, pero
las autoridades de la provincia de Tucumán, situada en el norte de
Argentina, donde reside la menor, demoraron la solicitud hasta la semana 23
de embarazo. A Lucía ya no se le podía practicar un aborto vaginal normal.
Le tuvieron que practicar un aborto por histerotomía, una intervención
parecida a la cesárea y en la que se extrae el feto a través de una pequeña
incisión en el abdomen. El feto sobrevivió al procedimiento y fue
inmediatamente atendido por el personal del hospital pero no se espera que
sobreviva.
Cecilia Ousset y Jorge Gijena es un matrimonio de
médicos que participó en la intervención. Ousset afirma estar horrorizada
por este desenlace. "Nunca tuvimos la intención de forzar a la niña a tener
un hijo", cuenta en una entrevista telefónica interrumpida por su llanto.
Ousset y su marido son médicos que defienden el
derecho de las madres a decidir si quieren interrumpir el embarazo. El
Gobierno solicita sus servicios cuando el personal de los hospitales
públicos se niega a practicar un aborto a pesar de que un juez así lo haya
dictaminado.
Ousset tiene la sensación de que ella y su marido han
sido las víctimas de una estratagema, orquestada y llevada a cabo con éxito
por las autoridades provinciales, para frenar la solicitud de la menor hasta
que el embarazo estuviera tan avanzado que el feto pudiera sobrevivir.
Según las
últimas cifras del Gobierno, 2.493 nacidos vivos en 2017 son hijos de
niñas que no alcanzan los 15 años. Muchas de ellas fueron violadas por
familiares. Por otra parte, 91.500 nacidos vivos son los hijos de
adolescentes de entre 15 y 19 años.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha
constatado que las
complicaciones en el embarazo y el parto son la principal causa de muerte
entre las niñas de 15 a 19 años. Aunque no se han recabado cifras
oficiales para las niñas menores de 15 años, la OMS señala que las madres de
entre 10 y 19 años de edad tienen un mayor riesgo de eclampsia, endometritis
puerperal e infecciones sistémicas que las mujeres de entre 20 y 24 años.
"Como estos nacimientos suelen ser el resultado de
una violación, se detectan tarde, por lo general cuando la niña empieza a
quejarse de problemas estomacales", explica la periodista feminista Mariana
Carbajal, que fue la primera en publicar la historia de Lucía en el
periódico progresista Página/12. "Por lo general, los médicos no informan a
la víctima o a la familia del derecho de la menor a un aborto legal".
"Los derechos de las niñas se vulneran
sistemáticamente en Argentina", señala Sabrina Cartabia, una abogada que
hace campaña a favor del aborto legal: "La falta de un criterio que se
aplique en todo el país hace que el proceso sea complicado y desigual.
Difiere en cada provincia, municipio e incluso de un hospital a otro".
Tucumán, la "provincia provida"
El problema se ve agravado por la influencia de la
Iglesia y de los conservadores que abogan por una política de "salvar ambas
vidas". Desde que el
Congreso argentino rechazó el año pasado un proyecto de ley para
legalizar esta práctica, el lema se ha convertido en el grito de guerra de
un número cada vez mayor de activistas contra el aborto.
"Los activistas en contra del aborto se han visto
envalentonados por el fracaso de la aprobación del proyecto de ley y esto es
muy evidente entre algunos médicos y funcionarios del Gobierno, que cada vez
bloquean más casos como el de Lucía, que entran dentro de la categoría de
aborto legal", explica Cartabia.
En enero, se conoció un caso parecido al de Lucía.
Una niña de 12 años de la provincia norteña de Jujuy se quedó embarazada
después de una violación y se le negó el derecho a interrumpir el embarazo.
Con el argumento de que con 24 semanas de embarazo ya no podía abortar, el
gobernador Gerardo Morales indicó que la niña podía someterse a una cesárea
para que el feto naciera con vida.
El diario argentino La Nación aplaudió la decisión
con un editorial que elogiaba a las madres que llevan su embarazo a término
y condenaba a la madre de la niña por su "intención criminal". El recién
nacido murió poco después.
Lucía se percató en enero de que estaba embarazada, a
las 17 semanas de gestación. Una semana más tarde fue atendida en el
hospital tras un aparente intento de suicidio. Con el apoyo de su familia y
de los defensores de los derechos de la mujer, la niña solicitó que le fuera
practicado un aborto. Según los documentos del tribunal, Lucía le habría
indicado a los psicólogos que “quiero que me saquen lo que ese viejo me
puso”. Sin embargo, lo que siguió fue una batalla entre la salud de la niña,
así como su opinión y la de sus padres, y la postura de las autoridades
locales.
El gobernador de Tucumán, Juan Manzur, es un firme
detractor del derecho al aborto. El año pasado encabezó una marcha callejera
contra la legalización de esta práctica. Tucumán se ha declarado una
"provincia provida".
El tribunal dictaminó que Lucía tenía derecho a
abortar. Sin embargo, el 26 de febrero, horas antes de que se le practicara
la intervención, las autoridades ordenaron a los médicos que la llevaran a
cabo de tal modo que “se pudieran salvar ambas vidas”; la de Lucía y la del
feto.
Manzur niega la acusación de Ousset de que fue
manipulada por las autoridades provinciales. "Lo que se hizo fue lo que la
familia pidió", afirmó el gobernador en una entrevista al diario Clarín.
Ousset afirma que Lucía creía que se le iba a practicar un aborto: “Vamos,
le dijimos, e inmediatamente saltó de la cama porque estaba deseosa de que
se le practicara la intervención”.
La niña no estaba lo suficientemente desarrollada
como para que se le pudiera practicar un aborto vaginal. Pesaba menos de 50
kilos y padecía hipertensión, una de las causas más frecuentes de mortalidad
materna entre las niñas.
"Una intervención vaginal a las 23 semanas es un
procedimiento complejo. A la niña se le tendrían que haber administrado
diferentes medicamentos durante tres días. También es extremadamente
doloroso. Lucía no estaba en condiciones de soportarlo", señala Ousset.
"Este caso es peor que una película de terror." Lucía se encuentra
físicamente bien y ya ha sido dada de alta.
El aborto sigue siendo ilegal en la mayoría de países de América Latina y el
Caribe. Sólo Cuba, Uruguay, Guyana y la Ciudad de México permiten el
aborto. Chile revocó la prohibición total en 2017 (permite el aborto en tres
supuestos).
El Senado de Argentina rechazó el proyecto de ley
sobre el aborto en agosto y el voto fue decidido en gran parte por senadores
de las provincias conservadoras del norte, como Tucumán. Sin embargo, los
partidarios del derecho al aborto no han tirado la toalla y siguen luciendo
el pañuelo verde del movimiento. Las estadísticas oficiales estiman que
anualmente se practican unos 345.000 abortos clandestinos, a pesar de que la
pena es de cuatro años de cárcel.
Las mujeres que sufren complicaciones después de
abortos clandestinos a menudo tienen demasiado miedo como para solicitar
asistencia médica. "Con la actual situación legal, ¿qué mujer se arriesgaría
a ir a un hospital público? Prefieren morir primero", afirma Ousset.
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