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COP25: Por qué estamos perdiendo la guerra contra el
cambio climático
2 diciembre, 2019
Juan López de Uralde
El movimiento ecologista
ha ganado batallas ambientales importantes en las últimas décadas, sin embargo
la batalla climática la estamos perdiendo. De cara a esta nueva COP (Conferencia
de las Partes del Convenio Climático) que se celebra en Madrid, conviene
reflexionar sobre los motivos que hacen que la crisis ecológica global lejos de
atenuarse, sea cada vez más intensa. Esta misma semana hemos conocido los
últimos datos de concentración de carbono en la atmósfera: nuevamente se ha
batido el récord y alcanzan ya las 407 ppms. El último dato de evolución de las
emisiones globales certificó que en 2018 habían aumentado un 2,7%.
Si no acertamos en el
diagnóstico, y no encontramos las razones reales de ese fracaso, estamos
abocados a que la situación continúe agravándose. La comunidad científica nos da
una década para actuar: si en 2030 no hemos reducido las emisiones en un 50% ya
no podremos detener un cambio climático catastrófico.
Lo cierto es que ya en el
año 1992, los jefes de estado y de gobierno de todo el mundo, conscientes de la
gravedad del cambio climático, decidieron que había que ponerle freno y
establecieron la necesidad de elaborar un Convenio Marco, bajo el que ahora se
van celebrando las sucesivas COPs. Han pasado nada menos que 27 años, y las
emisiones continúan subiendo. ¿Qué está fallando? Incluso los compromisos a los
que se ha legado de la mano del Acuerdo de París se consideran insuficientes ya
que, aun en caso de cumplirse, no evitarían un aumento de más de 3 grados.
El diagnóstico no es fácil
pero hay algunos hechos que podemos destacar sin temor a equivocarnos que
explican al menos en parte la dificultad de avanzar:
-
El papel entorpecedor de
las corporaciones energéticas. Últimamente
hemos conocido que informes internos de la industria de carbón y de petróleo
advertían desde hace tiempo de la incidencia de las emisiones de carbono sobre
el clima. Sin embargo estas informaciones fueron ocultadas, y la industria de
los combustibles fósiles ha entorpecido desde hace años las iniciativas
legislativas que tendían a impulsar las energías renovables o frenar a los
combustibles fósiles. El lobby ha sido ( y sigue siendo) muy importante y ha
tenido una eficacia constatable según hemos explicado.
-
La financiación pública
de los combustibles fósiles. A pesar de ser
conocidos sus efectos ambientales, los combustibles fósiles han seguido
recibiendo cuantiosas subvenciones públicas, lo cual ha garantizado la
continuidad de las inversiones en explotaciones y plantas energéticas fósiles.
-
La escasa voluntad
política de los Gobiernos. Desgraciadamente en
esta fase decisiva de la lucha contra el cambio climático nos encontramos con
gobiernos débiles o directamente asimilados por las corporaciones. Basta ver
la complicidad de personajes como Trump o Bolsonaro con la industria sucia
para entender la magnitud del problema. Pero no son sólo ellos; desgraciadamente
en las últimas décadas el poder corporativo ha ido en aumento en detrimento de
los gobiernos, lo cual hace que la tarea sea cada vez más desigual. Para ser
eficaces contra el cambio climático necesitamos gobiernos fuertes y valientes,
capaces de plantar cara a las corporaciones y poner por delante del interés
privado el interés común de defender la Tierra.
-
El negacionismo
financiado por corporaciones. Durante demasiado
tiempo el negacionismo ha sido financiado con fondos provenientes de a
industria. El objetivo era sencillo: crear confusión y dudas en la ciudadanía
y los gobiernos que frenarán la voluntad de actuar. En cierta medida ha sido
efectivo, y al negacionismo científico ha sucedido ahora el negacionismo
político oportunista que representan opciones populistas de extrema derecha.
Estos factores continúan
lastrando el éxito de la lucha contra el cambio climático y seguirán presentes
en esta COP25. Es importante ser conscientes de la magnitud del reto que tenemos
por delante y del tamaño y el poder de los adversarios. Muchas veces de forma
ingenua se lanzan mensajes que rebajan el problema del cambio climático a una
cuestión de actitudes personales. No es cierto. Si bien es necesario que
cambiemos en muchos aspectos nuestro modo de vida, es imprescindible abordar la
crisis sistémica que impulsa y acelera el cambio climático. En este sentido es
imprescindible la lucha colectiva y la movilización social. Todavía estamos a
tiempo y hay esperanza, pero aprendamos de los errores para ser eficaces en las
luchas que tenemos por delante.
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