“Entendemos que es un momento difícil en todo
el mundo, pero la financiación es más importante que nunca”, insistía
Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y
Acción Humanitaria (IECAH), durante la presentación del informe La
acción humanitaria en 2019-2020: una agenda condicionada por la pandemia,
elaborado por MSF y IECAH y presentado a mediados de diciembre. “Y
cuando más aumentan las necesidades humanas, más disminuyen los recursos
disponibles”, lamentaba.
Los asistentes a la videoconferencia incidieron
en el giro que dieron los países contribuyentes: solo se ha cubierto el
40% del Plan de Respuesta Global contra la covid-19 lanzado por Naciones
Unidas. “Un porcentaje totalmente insuficiente para responder tanto a
las consecuencias de la pandemia como a otras necesidades apremiantes”,
dictaba el
informe.
Trabajadores
de Médicos sin Fronteras reparten ropa y abrigo en el norte de Siria.Abdul
Majeed Al Qareh / Abdul Majeed Al Qareh/MSF
Y una de estas necesidades es seguir cuidando
“todo lo que no es covid”. Así lo apuntaba Raquel González, responsable
de las Relaciones Externas en Médicos Sin Fronteras durante el encuentro
virtual. González tachaba de “tremendo” el impacto de la crisis
sanitaria: “La pandemia está afectando la salud de la población y el
acceso a la atención. En muchos de los países donde trabajamos hemos
tenido que reducir o interrumpir los servicios no relacionados con la
covid-19 justo cuando más necesario era ampliarlos”. Actualmente, MSF
cuenta con más de 65.000 trabajadores nacionales e internacionales en
más de 70 países.
80 millones de bebés sin vacuna
Las cifras de los afectados por los daños
colaterales de la pandemia bailan. Es difícil ponerle números a un
episodio que aún no se ha cerrado. Sin embargo, las estimaciones no son
muy alentadoras: se espera que las interrupciones de los programas de
vacunación pongan en riesgo a más de 80 millones de niños menores de
un año, ya que, al menos hasta el 1 de octubre, 54 países habían
suspendido al menos una de las campañas de vacunación; el Fondo Mundial
apuntaba también al riesgo de que se produzcan 382.000 muertes
adicionales por malaria en 2020 en comparación con 2018 debido a las
interrupciones de los servicios relacionados con esta enfermedad y a la
dificultad del reparto de mosquiteras; la desnutrición infantil severa
aumentará en un 14%, según la OMS. Es decir, se producirán 10.000
muertes infantiles adicionales al mes debido a la crisis del
coronavirus. “Ha sido un golpe muy duro y el impacto puede perdurar si
no se hace nada”, dice Galván.
Se producirán 10.000 muertes infantiles adicionales al mes por
desnutrición infantil severa empeorada durante la crisis del
coronavirus
Los países necesitados son demasiados. Y ya lo
eran antes del fatídico 2020. A finales de 2019, un total de 79,5
millones de personas se encontraban en situación de desplazamiento
forzado –12,28% más que 2018 y 93,9% más que a finales de 2010–; 34
conflictos armados seguían activos y había 94 escenarios de tensión a
nivel mundial. González insiste: “Las crisis son cada vez más complejas
y duraderas”.
A pesar de esta demoledora realidad, la
financiación internacional destinada a la acción humanitaria disminuyó
en 2019 por primera vez desde el 2012. La ayuda –incluyendo los fondos
públicos y donaciones privadas– disminuyeron 1.600 millones de dólares
(1.300 millones de euros) hasta los 29.600 millones de dólares (24.000
millones de euros).
La inversión española aún es “muy baja”
El estudio de IECAH y MSF también aborda en
detalle la situación de la acción humanitaria pública española que
alcanzó los 62 millones de euros en 2019, un 22,1% más que el año
anterior. A pesar de este significativo aumento, su porcentaje neto
dentro de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) “sigue siendo muy bajo”.
Apenas supera el 2,3%, a pesar de que el compromiso de la Cooperación
Española es del 10%. En términos generales, la AOD neta durante el año
2019 ha sido de 2.601,67 millones de euros, 20,75% más respecto al año
anterior.
La zona a la que se han destinado la mayor
parte de la ayuda ha sido Oriente Medio, con 18,5 millones entre Siria,
Palestina, Líbano y Yemen. A África Subsahariana se han destinado 9,69
millones de euros y 4,55, al Norte de África, mayoritariamente a la
población saharaui. América del Norte, Central y Caribe y América del
Sur recibieron 2,58 y 4,06 millones de euros respectivamente, siendo
Venezuela, Colombia y El Salvador los países con mayor dotación. Por
último, Bangladés y Filipinas recibieron 1,55 millones.
La zona a la que se han destinado la mayor parte de la ayuda ha
sido Oriente Medio, con 18,5 millones entre Siria, Palestina,
Líbano y Yemen. A África Subsahariana se han destinado 9,69
millones de euros y 4,55, al Norte de África, mayoritariamente a
la población saharaui
Si bien la Organización
Mundial de la Salud (OMS) estima que el 90% de los países han sufrido
interrupciones en sus servicios sanitarios desde el inicio de la
pandemia, no todos han salido airosos. “Si en España, con un sistema
de salud robusto, hemos visto el colapso absoluto en la atención
primaria, imagínense en países con sistemas sanitarios más débiles. Para
nosotros ha sido imposible mantenerlos con la calidad y cantidad que nos
hubiera gustado”, reflexionaba González.
Galván lleva cuatro meses coordinando el
trabajo en el país africano (RCA) y, aunque las cifras de contagios y
fallecimientos no son tan elevadas como en otros países –60 muertos y
5.000 casos a finales de 2020–, las historias de personas que perdieron
la vida por no haber acudido a los centros de salud o porque estos
estaban desbordados se le acumulan. “En otras situaciones, muchas
muertes se podrían haber evitado”.
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