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Público
¿Cuál es la noticia más urgente? El cambio climático.
Cinco vías para afrontarlo
por Rafa
Ruiz
22.11.2017

Foto: Pixabay.
Mientras España se seca y
reseca, la Cumbre del Clima de Bonn terminó la pasada
semana una vez más sin acuerdos concretos y ambiciosos, con
el ridículo de la deserción de EE UU, y con países como
España que siguen sin querer renunciar ya al carbón como muy contaminante
fuente energética. Pero también la semana pasada se celebró el XII
Congreso Nacional de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental
(APIA), en el Oceanogràfic de Valencia. Gary T.
Gardner, director de publicaciones del prestigioso centro estadounidense de
investigaciones sobre medioambiente Worldwatch Institute, se
encargó de abrirlo. Frente a la inacción política, aportó cinco vías muy
concretas para plantarle cara a lo que es, según el lema del propio
congreso, la noticia más urgente: el cambio climático (y no nos
queremos enterar).
A este ritmo de emisiones que inciden en el cambio
climático y tienen su origen en la actividad humana, y especialmente en el
uso de combustibles fósiles, la temperatura media en la Tierra subirá 5
grados para el año 2100. El reto del acuerdo de la Cumbre de París,
celebrada hace dos años, es que no llegue a una subida de 2 grados. Pero el
compromiso alcanzado hasta ahora por los Gobiernos de reducción de emisiones
de CO2 solo cubriría, en el mejor de los escenarios, la mitad de esa meta;
nos quedaríamos a mitad de camino, según las explicaciones de Gary T.
Gardner; el think
tank para el que trabaja lleva más de 40 años
tratando temas de sostenibilidad y publica el famoso informe anual La
situación del mundo, que se traduce a 30 idiomas, incluido el español.
Gardner propuso en el Congreso de APIA –celebrado en
el Oceanogràfic de Valencia y que contó con el patrocinio de entidades como
Global Omnium/Fundación Aguas de Valencia, Ecoembes, Ecovidrio, Signus y
Sigaus, entre otras–, varias vías concretas, factibles, para cubrir el otro
50% de esa necesaria carrera. Hay uno muy claro para Gardner: un tercio de
los alimentos producidos y comprados se malgasta, se tira a la basura; con
sólo un poco de eficiencia, conciencia y sensatez, se podría evitar una
buena porción de tal despilfarro mayúsculo de energía, fertilizantes,
pesticidas, agua…
Otra vía que esbozó Gardner, y sobre la que insiste
la FAO, es el consumo excesivo de carne; un cambio en la dieta occidental
para introducir mayor variedad en nuestro menú podría reducir sin grandes
esfuerzos un 30% del consumo de carne, lo que supondría menor deforestación
(los bosques han demostrado ser mejores sumideros de carbono de lo que se
calculaba, y, sin embargo, han visto reducir su superficie en un 3% en el
planeta a lo largo de esta década), mayor regeneración de suelos, impulsos a
la agricultura ecológica, disminución drástica del consumo de recursos
hídricos.
Niñas y mujeres, protagonistas
La tercera vía puede sorprender en su primer
planteamiento: mayor atención a mujeres y niñas. ¿Qué quiere decir esto?,
¿qué tienen que ver ellas con el cambio climático de manera diferenciada?
Muy sencillo. Así lo explicó Gardner: “Una mayor educación de las niñas en
los países en desarrollo es una muy buena inversión; porque está comprobado
que jóvenes y mujeres con un nivel educativo más alto supone una bajada
drástica de las tasas de natalidad. Si la ONU está haciendo proyecciones de
casi 10.000 millones de habitantes en la Tierra para 2050; esa mayor
educación de las mujeres supondría poder reducir en más de mil millones ese
crecimiento de la población”. Todo un seguro para frenar la emisión de
gases, claro.
La cuarta y muy efectiva vía para frenar el cambio
climático sin utopías ni sacrificios es la apuesta decidida por la economía
circular; sobre todo, creernos de verdad que los residuos no son basura sino
recursos de reutilización y reciclaje. “Significa una gran oportunidad de
rebajar las emisiones. Según un informe del Club de Roma de 2015, la
economía circular podría completar ese 50% necesario del que hablábamos para
cumplir los retos del Acuerdo de París para 2050, además de suponer una
excelente oportunidad de creación de puestos de trabajo”. “Para aplicar la
economía circular, debemos llevar a cabo cambios sistémicos”, señaló el
investigador del Worldwatch Institute, “como aumentar en un 25% la
eficiencia de los recursos; aumentar en un 25% las energías renovables en
el mix energético; alargar en un 50% la vida útil de los
electrodomésticos, y que el 50% de las materias vírgenes en los procesos
productivos puedan ser sustituidas por materia secundaria, recuperada en
procesos de reciclaje”.
El valor de las ciudades
Como quinta receta, Gardner explicó la necesidad de
poner el foco de atención en las ciudades, en la gestión de la energía y los
residuos en las grandes urbes, y en la introducción de una educación que nos
haga consumidores responsables, los de las tres C, consumidores con
conciencia, que nos hagamos preguntas antes de comprar. Se calcula que para
2030 el 81% del consumo se va a realizar en ciudades grandes, pues está
demostrado que el traslado del mundo rural a la urbe dispara los consumos de
materias primas y energía. Así que es necesario el desarrollo de políticas
que profundicen en la democracia, en la participación, que la gente se
sienta ciudadana, no solo consumidora, lo que requiere muy activas campañas
de información y divulgación.
Y en este punto es donde entran en juego los
periodistas. A Gary T. Gardner se le preguntó cómo abordar la información
sobre el cambio climático en los medios de comunicación, y respondió:
“Es un relato complejo, que necesita continuamente de
un contexto, y de una apertura de perspectivas. El catastrofismo permanente
en la información no es un buen camino. Funciona mejor vincular el problema
con nuestra vida cotidiana y con los temas de salud, en los que incide
ampliamente. Hay que comunicar lo que es, que es preocupante, pero sin
generar miedo, porque el miedo siempre juega al servicio del poder. Hay que
contar lo que pasa y ofrecer siempre una salida, dar alternativas, salidas”.
“Tras la denuncia, el anuncio”, que también subrayó Santiago Álvarez
Cantalapiedra, director de FUHEM Ecosocial. Construir discursos que ofrezcan
vías para que la gente se sienta cómplice, que pueda hacer algo, intervenir,
que no lo vea como un problema que le sobrepasa.
Sí, la situación es preocupante. Gardner aportó
muchos datos. Como estos: 16 de los 17 años de este siglo XXI han batido
récords de temperaturas medias en el planeta; el nivel de los océanos ha
subido 20 centímetros desde 1900, pero es que 10 de esos 20 centímetros han
subido de 1993 a la actualidad. Y, sin embargo, las emisiones de gases que
inciden en el fenómeno, tras tres años sin aumentar, lo que daba ciertas
esperanzas de concienciación y responsabilidad, en 2017 han vuelto a
aumentar.
El daño de los micro-negacionismos
David Vieites, director del Departamento de
Biogeografía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales, no
dejó lugar a dudas: “Estamos destruyendo el planeta como nunca y a una
velocidad como nunca. Es necesario pasar de un calentamiento global a un
cambio global”.
El periodista de La Vanguardia Antonio
Cerrillo, que desde los años noventa escribe de medioambiente, subrayó que
el cambio climático es “algo inequívoco”; “puede haber incertidumbres sobre
el tiempo, no sobre el clima”; “cosechar dudas a cada paso sobre la certeza
de los datos y las soluciones es la estrategia del micronegacionismo (por
equiparación metafórica con lo que llamamos micro-machismos), que, junto al
negacionismo de Trump, que puede ser menos peligroso porque se ridiculiza
por sí mismo, bloquea acuerdos y avances día a día”. Teodoro Estrela, jefe
de la Oficina de Planificación Hidrológica del Júcar, remarcó que los
modelos señalan que para finales de este siglo en España se va a producir
una reducción de los recursos hídricos de entre el 20% y 30% como media en
la península, pero que en algunas zonas, como la cuenca del Júcar, esa
reducción se situará entre el 40% y el 50%, “lo cual resulta catastrófico”.
Muchos de los 50 expertos y periodistas que
intervinieron en el Congreso
de APIA resaltaron la importancia de la transversalidad de las
políticas ambientales para que realmente sean efectivas, “de poco sirve si
son sectoriales”, llegó a decir Cristina Monge, representante de la
Fundación Ecodes. Y también se insistió desde muchos frentes en el valor de
las grande ciudades en esta lucha y adaptación frente al cambio climático:
humanizándolas, facilitando la movilidad del peatón y restringiendo
drásticamente el uso despilfarrador y arbitrario del coche, planificando
bien los nuevos barrios y las redes de transporte público, reutilizando el
agua, y trabajando por una ciudadanía concienciada que se plantee su propia
responsabilidad a la hora de consumir, dando más protagonismo a cada persona
en sus derechos y deberes.
Se hizo hincapié en que el siglo XXI será el del
municipalismo, y se puso como ejemplo planes de renaturalización y expulsión
del coche del centro urbano como los de Pontevedra y Vitoria. Como también
decíamos ayer en El Asombrario, y nos cansaremos de repetirlo, hacia
la Ciudad Humana, más inclusiva, más sostenible.
¿Es urgente la noticia o no?
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