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De un orfanato alemán a dar la vuelta al mundo para divulgar sobre el autismo


 

Ana García
 

Diagnosticado con Asperger cuando era niño, espera completar su periplo en dos años
 
Marta López / Carballo / La Voz / 7 de abril
 
 

Johannes Li se crio en un orfanato alemán y a los 10 años, en una evaluación psicológica rutinaria, le fue diagnosticado un síndrome de Asperger. Más o menos a esa edad también aprendió a navegar en una excursión organizada por el centro y hoy, nueve años después, quiere convertirse en la primera persona con su trastorno en dar la vuelta al mundo en barco. No será fácil, y calcula que podría llevarle dos años, pero está plenamente comprometido con el proyecto y con la noble causa que lo impulsa: concienciar al planeta de las capacidades de las personas con autismo.

El periplo comenzó a mediados del año pasado en un navío, el Parva Navis, que él mismo restauró tirando de sus conocimientos de electricidad y echándole muchas horas. Aunque tiene experiencia en navegación, pues estuvo enrolado en un barco holandés, antes de partir tuvo que recibir formación de supervivencia en el mar. Desde entonces atracó en puertos holandeses, belgas, franceses y españoles, uno de ellos el de Muxía, adonde llegó a inicios de semana y desde donde partió ayer hacia Ribeira. «Me ha encantado Muxía, me ha parecido un lugar muy coqueto y el tiempo ha sido perfecto. Es una pena que no haya podido estar más tiempo», comentaba ayer Johannes, cuando navegaba ya de camino a la costa barbanzana.

Concienciación

Y es que en cada parada de su trayecto intenta reunirse con organizaciones locales que trabajen con personas con autismo, bien sea para intercambiar impresiones o para organizar algún acto conjunto de concienciación, pues es ese su principal objetivo.

Al finalizar su estancia en Galicia tomará rumbo al sur de Portugal y, una vez en el Estrecho, deberá parar y esperar a que las orcas despejen el camino, pues prefiere ser precavido y evitar posibles encontronazos con los animales antes de que estos continúen su migración al norte. «Me encontraré con ellas de frente, pero tendré que esperar a que se vayan para poder seguir. Mi intención es llegar al Mediterráneo en ocho o doce semanas», comenta Johannes.

¿Y una vez allí, qué? Pues a encontrar algún tipo de patrocinio para financiar la compra de una embarcación más grande y pesada con la que poder hacer travesías transoceánicas. «Con la que tengo ahora no podré cruzar el océano, y mi intención es partir en noviembre para atravesar el Atlántico, cruzar el canal de Panamá y continuar por el Pacífico y el Índico. Antes del verano me gustaría haber encontrado un patrocinador para dedicarle unos meses a la restauración del barco y poder partir de nuevo en noviembre. Dependeré del tiempo, pero por el camino iré organizando reuniones con las organizaciones locales», explica el joven alemán, de 19 años.

Las dificultades

El mayor reto para él, cree, será superar los posibles imprevistos que puedan surgir en alta mar. Las personas con trastornos del espectro autista, explica, se mueven más cómodamente en la rutina, así que todo aquello que se salga de lo planificado puede ser perturbador.

En su caso, sus principales desafíos son a nivel comunicativo: «Nunca me he sentido discriminado, pero sí incomprendido, sobre todo en lo relativo a la comunicación. Me cuesta leer el lenguaje corporal y soy muy directo en lo que digo», explica Johannes. En el colegio nunca le separaron del resto del grupo por tener necesidades especiales, y está agradecido por ello, pues cree que la exclusión es también una forma de discriminación. «Creo que ese enfoque es erróneo. Aparte de sentirse excluidos, por la propia naturaleza humana se estaría generando una discriminación. Es imprescindible que se mejoren los programas educativos y que se forme a los propios educadores para atender mejor las necesidades especiales que puedan tener algunos estudiantes», relata el joven.

Johannes mira al futuro con esperanza y con ganas de seguir trabajando en el apartado social de esta causa. A otras personas diagnosticadas con su mismo trastorno les lanza un mensaje: «No dejéis que lo que digan los demás os disuada de vuestras aspiraciones. Seguid vuestro instinto». El suyo lo llevará a cruzar los océanos y, si todo sale bien, a conseguir su propio récord Guinness.