Pese a la falta de acuerdo total, los
líderes han vendido el resultado final como un compromiso de que Europa
sí se compromete a alcanzar la neutralidad, “aunque un estado miembro no
puede comprometerse en este momento a implementar el objetivo”.

Ursula Von der Leyen y Macron durante la última cumbre del Consejo de
Europa del año, Bruselas. EFE/ Olivier Hoslet
IVO ALHO CABRAL
Bruselas 13 de
diciembre 2019
Todo estaba preparado para anunciar el compromiso por
la neutralidad climática de la UE en 2050, incluidos elegantes
vídeos, mensajes de Twitter y un logo especial que rezaba
“Climate-neutral 2050” para el fondo de la rueda de prensa de los
líderes de las instituciones comunitarias al término de la reunión. Nada
podía fallar, excepto la realidad.
Los líderes europeos
anunciaron este viernes de madrugada que el continente se compromete a
la neutralidad de carbono para 2050, pero que un país -Polonia-,
no está en la capacidad de “implementar”
ese acuerdo en este momento, y que lo volverá a considerar en junio
del año que viene.
Conseguir un acuerdo este
jueves por la noche era clave para enviar un mensaje poderoso a la Cumbre
del Clima que se celebra en Madrid, cuyo objetivo de desarrollar
unos mercados de carbono mundiales robustos están encontrando trabas en
países como China, India o Brasil. “Si mañana, por el viernes, la UE no
tira del carro de la COP25 va a ser difícil conseguir los objetivos a
nivel global”, reconocía una fuente diplomática española.
Y por eso los líderes
estuvieron sentados durante más de diez horas -acabaron en torno a las
dos de la madrugada- para tratar de convencer a los últimos tres países
que faltaban por comprometerse: Polonia, República Checa y Hungría.
Andrej Babiš: "La energía nuclear es una energía limpia.
No sé por qué muchos países tienen un problema con ella"
Para meterse en el bolsillo a checos y húngaros, bastó
con añadir una frase en el acuerdo final que admita que la energía
nuclear se considera verde a efectos de neutralidad climática -no emite
CO2-. “La energía nuclear es una energía limpia. No sé por qué
muchos países tienen un problema con ella”, decía al llegar a la cumbre Andrej
Babiš, primer ministro de un país que posee dos centrales nucleares
que producen un tercio de su electricidad y que tiene en sus planes
construir al menos otra planta más.
Más duros fueron los
polacos, cuya electricidad depende en alrededor de un 80% de las minas
de carbón. Para entrar por el aro querían dinero sobre la mesa que ayude
a compensar por los puestos de trabajo que perderán al reconvertirse a
fuentes verdes. La Comisión ha prometido un fondo de transición justa
que movilice hasta 100.000 millones de euros de gasto público verde,
nadie se opone a esto, pero aún no está claro de dónde exactamente se
sacará el dinero ni qué inversiones concretas financiará en qué países.
Eso dependerá de las muy duras negociaciones que se esperan el
año que viene por el nuevo presupuesto a siete años de la UE.
“Los costes de la
transición energética son más altos que en otros países más
afortunados en el pasado y que tuvieron la oportunidad de basar sus
economías en un abanico de fuentes de energía más variado”, decía al
llegar a la cumbre el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki.
Un golpe de creatividad
Así que, a falta de un
acuerdo real, los nuevos líderes de las instituciones europeas tiraron
de creatividad. “Hemos alcanzado un fuerte compromiso. Queremos que
Europa sea el primer continente climáticamente neutral del mundo”, decía
el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, al inicio de
su rueda de prensa al filo de la madrugada.
“A la luz de las últimas
evidencias científicas y en la necesidad de ir un paso más allá en la
acción climática global, el Consejo Europeo respalda el objetivo de
conseguir una UE climáticamente neutral en 2050, en línea con los
objetivos de los Acuerdos de París”, rezan las conclusiones aprobadas
por los líderes. Pero, para que Polonia no les aguara la fiesta y
aceptara, tuvieron que añadir a continuación: “Un Estado Miembro no
puede comprometerse en este momento a implementar el objetivo en la
parte que le concierne”.
Charles Michel: "Queremos que Europa sea el primer
continente climáticamente neutral del mundo"
El resumen del truco de magia por el belga Michel:
“Compartimos la misma meta, pero aceptamos que un país necesita más
tiempo para decidir sobre su puesta en marcha”. “Necesitamos
creatividad si queremos hacer avanzar el proyecto europeo”,
reconocía.
Convencer a Polonia
dependerá de cuánto dinero verde europeo habrá para la reconversión
industrial y adónde irá exactamente. Una decisión que formará parte de
de las discusiones sobre el nuevo presupuesto general de la Unión
Europea para el período 2021-2027, que los líderes tratarán de acordar
durante el año que viene.
No va a ser fácil: con
la salida del Reino Unido prevista para el 31 de enero, se va un
contribuyente neto que deja un agujero cuya parte nadie parece querer
cubrir. “Es un tema extremadamente complejo, probablemente el presupuesto
europeo más complicado desde que la Unión Europea existe”, reconocía
Charles Michel.
En torno a febrero se
prevé que haya una cumbre especial sobre este tema. Así que, muy bien,
Morawiecki dice en junio revisarán si pueden comprometerse con la
neutralidad climática. Traducido: cuando los polacos sepan si hay dinero
europeo o no para financiar el cierre de sus minas de carbón y quizá
construir nuevas centrales nucleares o invertir en otras energías no
emisoras de CO2.
Michel: "Necesitamos creatividad si queremos hacer
avanzar el proyecto europeo"
Una fuente de Moncloa se mostraba a favor de flexibilidad
y ayudas, “siempre y cuando no sean injustas”. “No tendría sentido que
el grueso de la ayuda vaya a los más retardatarios, y los que tenemos
leyes más ambiciosas no se nos ayude”, explicaba durante la tarde del
jueves.
Será el año que viene cuando veremos si, de verdad, la
Unión Europea en su conjunto se compromete a alcanzar el objetivo de la
neutralidad climática y a poner las herramientas para cumplirlo. Lo que
no sabemos aún es qué fórmula de relaciones públicas le quedará entonces
a la Unión Europea para vender el compromiso real.