
Unos
2.500 aficionados valencianistas acudieron al partido de fútbol
Atalanta-Valencia el 19 de febrero, en Milán.PAOLO SALMOIRAGO / EFE
Cuatro páginas de periódico
tienen el
mismo número de letras que el código genético del nuevo coronavirus:
30.000. En ese breve texto hay suficiente información como para poner de
rodillas a la humanidad entera y obligar a miles de millones de personas
a esconderse en sus casas. Una vez que infecta una célula humana, por
ejemplo de
la garganta, el virus es capaz de hacer hasta 100.000 copias de sí
mismo en apenas 24 horas. En cada copia pueden surgir pequeños errores
—de una letra por otra— que los nuevos virus van heredando igual que los
monjes medievales repetían las erratas al copiar un libro manuscrito. Y
estudiando esas erratas víricas se puede reconstruir la historia de la
pandemia.
Un equipo de científicos del
Instituto de Salud Carlos III, en Madrid, ha analizado ahora los 28
primeros genomas del virus leídos en España. El rastro de las erratas no
conduce a un único paciente cero, sino que confirma “multitud de
entradas” de personas infectadas desde otros países durante el mes de
febrero, según explica el bioinformático Francisco
Díez, primer firmante del estudio. El 23 de febrero, el coordinador
de emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, afirmó: “En
España ni hay virus ni
se está transmitiendo la enfermedad ni tenemos ningún caso
actualmente”. Pero parece que para entonces el virus ya campaba a sus
anchas.
El equipo de Díez ha estudiado
los casi 1.600 genomas completos del virus leídos por la comunidad
científica internacional hasta finales de marzo. El análisis muestra que
los 28 genomas españoles pertenecen a las tres grandes familias del
virus identificadas en el resto de mundo y bautizadas S, G y V, con poca
diversidad entre ellas. “Todos los virus son muy parecidos, en
principio, con pocas mutaciones de diferencia, lo que es una buena
noticia, con todas las cautelas”, explica Díez, que ahora trabaja en el
Hospital Clínic de Barcelona. Las vacunas experimentales que se están
investigando hoy están concebidas para la secuencia genética actual del
virus. Una alta tasa de mutación podría arruinar la eficacia de las
primeras vacunas, que llegarán como
pronto dentro de un año.
El nuevo análisis, publicado sin
revisión externa en
un repositorio abierto, sugiere que el ancestro común de los 1.600
virus estudiados se encontraba en la ciudad china de Wuhan alrededor del
24 de noviembre. Trece de los genomas españoles pertenecen a la familia
S y 11 de ellos están vinculados a un caso anterior detectado el 1 de
febrero en Shanghái. Los tres primeros S identificados en España son de
muestras tomadas los días 26 y 27 de febrero en Valencia. Una semana
antes, 2.500 aficionados valencianistas habían viajado a Milán para ver
el partido de fútbol Atalanta-Valencia, calificado como “una
bomba biológica” por el alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori. Sin
embargo, el análisis genético sugiere que los coronavirus de la familia
S ya circulaban por España incluso antes, alrededor del 14 de febrero.
Otra agrupación de media docena de casos de Madrid apunta a que la
familia G ya circulaba por la capital en torno al 18 de febrero.
“Creemos que hubo al menos 15 entradas diferentes
en España”, explica el genetista Fernando González Candelas
El estudio permite ver la
diseminación invisible y explosiva del virus. El caso de Shanghái del 1
de febrero está aparentemente emparentado con otras dos muestras tomadas
en Francia el 25 y el 26 de febrero, otra de Madrid del 2 de marzo, otra
de Chile del 3 de marzo, otra de EE UU del 4 de marzo, otra de Georgia
del 8 de marzo y otra de Brasil del 16 de marzo. Las probables rutas de
transmisión se van complicando hasta formar una madeja en el mapamundi.
Díez cree que esta rama concreta del virus saltó desde España a otros
seis países.
“En España no ha habido un
paciente cero. No hay un paciente cero cuando una epidemia está ya tan
diseminada”, recalca el virólogo José
Alcamí, supervisor del trabajo junto a su colega Inmaculada
Casas. El equipo del genetista Fernando González Candelas, de la
fundación valenciana Fisabio, secuenció los
tres primeros genomas españoles del virus el 17 de marzo. Su grupo
ya ha leído más de un centenar. “Por la información que tenemos hoy,
creemos que hubo al menos 15 entradas diferentes en España. Es algo
parecido a lo que ha sucedido en otros países, como EE
UU e Islandia,
donde también
se han identificado múltiples entradas del virus”, señala González.
“El paciente cero no existe”, zanja.
González subraya las
limitaciones de estos estudios genéticos, basados en los genomas
completos del virus publicados por la comunidad científica en el
repositorio abierto Gisaid. Ya hay unos 11.000 genomas completos de
medio mundo, 150 de ellos de España, pero faltan piezas esenciales. “De
Italia no hay secuencias relevantes para poder sacar conclusiones”,
lamenta González. Al faltar estos genomas, quedan invisibilizadas
posibles rutas de transmisión desde Italia al resto del mundo. Además,
la fotografía siempre es incompleta: hay 2,4
millones de casos confirmados en el planeta, según los últimos datos
de la Organización Mundial de la Salud.
El genetista de Fisabio, que no
ha participado en el nuevo estudio, también es optimista al ver la poca
diversidad del virus. “El SARS-CoV-2 tiene un ritmo de mutación 1.000
veces más lento que el de la gripe o el VIH. En principio, eso es una
buena noticia”, celebra.
82 días desde el primer caso conocido
Solo han pasado 82 días desde que el 1 de febrero se
detectó el primer caso en España, el de un turista alemán en la isla
canaria de La Gomera. El hombre estaba vinculado a uno de los primeros
brotes conocidos en Europa, el de un grupo de empleados de la empresa de
productos automovilísticos Webasto que participaron en un curso de
formación en Múnich junto a una compañera china, con familia en Wuhan.
El segundo caso en España, un ciudadano británico que se contagió en los
Alpes, se confirmó el 10 de febrero en Palma de Mallorca. Ambos casos
fueron aislados y dados pronto de alta, así que el 23 de febrero las
autoridades sanitarias pensaban que España estaba limpia de virus. El
coronavirus, sin embargo, ya estaba circulando desde hacía muchos días,
según sugieren ahora los datos genéticos y epidemiológicos. “Ninguna
frontera ha podido parar al virus”, subraya el genetista Fernando
González Candelas, de la fundación Fisabio. El Centro Europeo para la
Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) alertó el 18 de enero
de que el aeropuerto de Wuhan tenía seis vuelos semanales directos a
París, tres a Londres y otros tres a Roma. Así viajaron multitud de
pacientes cero.