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El carbón en Asia hipoteca la lucha contra el cambio climático
El dióxido de carbono marcó un nuevo récord en 2018.
La corta edad de las centrales en India y China amenaza la lucha contra el
calentamiento

Una planta de carbón en la provincia de Shanxi, China. William Hong
(REUTERS
Manuel Planelles
26.03.2019
Las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) del
sector energético e industrial marcaron un nuevo récord en 2018. Llegaron
hasta las 33,1 gigatoneladas lo que supone, según la Agencia
Internacional de la Energía (AIE), un crecimiento del 1,7% respecto a
2017. Esta agencia señala directamente al carbón y a su empleo en Asia como
responsables de ese incremento del CO2, el principal gas de
efecto invernadero. “Las centrales eléctricas de carbón fueron el
contribuyente más grande al crecimiento de las emisiones observadas en 2018,
con un aumento de 2,9%”, explica la AIE en su informe anual. “La generación
de electricidad con carbón representó el 30% de las emisiones globales de CO2”,
añade. Incluso, calcula la incidencia del carbón en el aumento de la
temperatura. Se estima que la temperatura media global se ha incrementado ya
1 grado respecto a los niveles preindustriales y la AIE sostiene que “la
combustión de carbón es responsable” de más de 0,3 grados de ese incremento.
El informe resalta un preocupante dato: “la mayoría
de la generación” de energía con carbón “se encuentra hoy en Asia, donde las
plantas tiene de media solo 12 años”. La vida estimada de este tipo de
instalaciones es de entre 40 y 50 años. Es decir, estas centrales de carbón
jóvenes suponen una “hipoteca para el futuro” en la lucha contra el cambio
climático, apunta Ana Barreira, directora del
Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente.
Carlos Fernández Álvarez, el analista responsable del
sector del carbón en la AIE, sostiene que esa hipoteca es una de las claves
del informe. “Es un problema serio”, sostiene sobre el impacto que durante
años tendrán esas centrales si siguen funcionando —y expulsando millones de
toneladas de CO2— hasta que se amorticen las multimillonarias
inversiones. Fernández cree que en la lucha contra el cambio climático y el
abandono del carbón —el combustible más contaminante— hay dos realidades muy
marcadas, la de los países desarrollados que pueden acometer una sustitución
más o menos rápida de las tecnologías más contaminantes y la de los países
en desarrollo que lo tienen más complicado.

Fuente: Agencia Internacional de Energía. EL PAÍS
En los desarrollados, como los miembros de la UE,
estas centrales ya están en el final de su ciclo de vida —rondando los 40
años—. Además, en esos países hay ya potencia instalada suficiente para
poder cubrir la demanda y cerrar las plantas de carbón. Es el caso, por
ejemplo, de España. “Las inversiones ya están amortizadas. Y se van a cerrar
nueve centrales”, recuerda Barreira. Ese proceso de sustitución del carbón
por otras tecnologías más limpias —como las renovables— ya se ha iniciado en
Europa y eso ha implicado una reducción de las emisiones de CO2.
En 2018, recuerda la AIE, cayeron un 1,3%.
Pero en los otros tres grandes emisores mundiales se
incrementaron el año pasado: en China (el mayor emisor) un 2,5%, en EE UU un
3,1% y en India un 4,8%.
Solo China e India acumulan ya el 35,5% del CO2mundial.
Y los dos están dentro del segundo gran bloque del que habla Fernández. “Son
países que están creciendo e intentando garantizar el suministro energético
a toda su población”, apunta este especialista. Es decir, centran los
esfuerzos en instalar más potencia eléctrica y no en cerrar la existente.
La agencia apunta hacia las tecnologías de captura y
almacenaje de CO2 como una posible solución. Pero, aunque en 2018
se detectó por primera vez en una década un incremento de proyectos de
captura, sigue siendo algo anecdótico por su alto coste. Además, como
recuerda Barreira, existe una polémica cuestión sin resolver: dónde
almacenar de forma segura el CO2 capturado de las chimeneas de
las centrales de carbón.
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