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Detección precoz
El padre de la prueba del talón
El equipo del Laboratorio de Hormonas de Carlos Haya, liderado por el
profesor y bioquímico Salvador Perán, puso en marcha en los años 70 la
técnica
marina fernández
27.12.2015
Se
realiza desde 1992 a todos los recién nacidos del país, evitando así graves
enfermedades
La
prueba del talón tiene un sello netamente malagueño. Corría 1974 cuando en
los laboratorios del Hospital Civil y Carlos Haya se dio con un test que hoy
día es inherente al nacimiento en este país. Al médico especialista en
Bioquímica clínica, Salvador Perán, se le ocurrió realizar la prueba del TSH
a los recién nacidos con la idea de descartar hipotiroidismo congénito, una
enfermedad invalidante que ocasiona graves secuelas a la persona que lo
padece en caso de no ser tratada a tiempo.
Perán, que durante 38 años ha sido el responsable del laboratorio de
Hormonas del Hospital Carlos Haya, observaba cómo cada año al menos ocho
niños nacían con esta patología en la provincia. «Ya en los años 50 sabíamos
que existía esta enfermedad, que ocasionaba retraso en el crecimiento, en la
madurez e intelectual», señala el médico, que apunta a que si se trata a
tiempo sus secuelas se evitan en el 100% de los casos.
A finales de los 60 se descubrió una técnica para medir el TSH. Perán
aprendió a emplearla en Madrid inaugurando la década de los 70, lo que le
llevó a pensar por qué no hacerla a los recién nacidos con la intención de
evitar que desarrollaran hipotiroidismo congénito.
Por aquel entonces, según cuenta, ya se medían los parámetros de la
fenilcetonuria, una enfermedad que afecta a una de cada 25.000 personas. «El
hipotiroidismo congénito tiene una incidencia de uno de cada 2.300, por eso
me planteé desarrollar una técnica para medir en una gota de sangre el TSH»,
señala. Pensó en el talón por su buena irrigación y por la facilidad para
tomar la muestra a los bebés.
Esta técnica, conocida como radioinmunoanálisis (RIA) mide el TSH, que marca
dicha proteína con un isótopo radiactivo para saber si existe riesgo de que
se eleven los valores y, por tanto, exista hipotiroidismo congénito. «Lo
apliqué a una muestra sacada en papel de filtro, tiene que ser un redondel»,
explica el bioquímico, que recuerda cómo, entonces, se encontró con una
traba. Necesitaban los anticuerpos para hacer la prueba, aquellos que
identifican la TSH. El periplo por obtenerlos les llevó a Zúrich, aunque
antes pasó por la experta en tiroides Gabriela Morreale. Ella le puso en
contacto con Ruth Illig, que estaba en Suiza y le conminó a desarrollarlo
juntos.
Ante la imposibilidad de desplazarse a Zúrich de manera periódica a
consecuencia de sus responsabilidades en la recién creada Facultad de
Medicina, donde Perán ha dado clases durante 45 años, contó con la ayuda de
una doctoranda, Concha Rodríguez de Vera, que durante un largo tiempo viajó
al norte de Europa para traer los mencionados anticuerpos, que llegaron
liofilizados. Cuando ya estaban preparados empezaron a hacer pruebas con
recién nacidos del Civil, donde estaba el jefe de Pediatría Pepín Noblejas.
«Le pedimos permiso, pusimos la técnica a punto. Iba muy bien», señala el
bioquímico, que recuerda con pesar cómo durante su ausencia un año del
laboratorio, dependiente entonces de la Facultad de Medicina, la técnica
dejó de hacerse.
Estaba en Birmingham cuando supo que se convocaban unas plazas para el
laboratorio de hormonas de Málaga. Se preparó y aprobó las oposiciones,
volviendo a España en 1976. La técnica volvió a instaurarse y ese mismo año
todos los recién nacidos malagueños se hicieron la prueba del talón.
Pero el equipo del laboratorio de hormonas volvió a encontrarse con un nuevo
escollo. Algunos pediatras aseguraban que el diagnóstico del hipotiroidismo
era clínico, es decir, que hasta que no se producían síntomas no se podía
poner en tratamiento. «Se empeñaron en que no, aunque no se dejó de hacer
por el apoyo del hospital», recuerda Perán, que añade que una vez aparecen
los síntomas en la enfermedad ya no hay remedio. «Si la prueba sale positiva
hay que poner el tratamiento aunque no tenga síntomas porque si no se
desarrollan seguro», apunta el médico, que señala que muchos especialistas
no creían que esta prueba clínica de detección precoz de las enfermedades
metabólicas congénitas funcionara.
Para entonces la prueba ya se realizaba tanto en hospitales públicos como
privados de la provincia, pero Perán y su equipo querían trasladarla al
resto del país para evitar más casos de esta enfermedad, comúnmente conocida
como «cretinismo». Pero la Administración –aún no se había transferido la
sanidad a las comunidades autónomas– no estaba por la labor. Entonces el
jefe del laboratorio de Hormonas de Carlos Haya hizo cuentas. «Conté con
algún amigo economista. Quería demostrar el coste de cuánto costaba tratar y
mantener a una persona con deficiencia y cuánto hacer la analítica: y no
había color». La prueba era rentable, así que Perán se salió con la suya.
«No lo aceptaron por cuestiones médicas o humanitarias, pero lo aceptaron»,
cuenta el ideólogo de la prueba del talón, que señala que el segundo sitio
en el que empezó a hacerse fue Madrid, en 1978. No fue hasta 1992 cuando la
cobertura fue total en el país.
Este hallazgo no sólo fue positivo para la sanidad malagueña. Salvador Perán
reconoce que los niños malagueños fueron por delante de los del resto del
país durante al menos 8 años, evitándoles esta enfermedad gracias al tesón
de los laboratorios malagueños, que hacían la técnica por la insistencia de
un equipo médico que no permitió que el hipotiroidismo congénito siguiera
saliendo en las estadísticas.
Aunque el nombre de Perán no aparezca en wikipedia o en libros de ciencia
reconociéndole como el ideólogo de la detección precoz del hipotiroidismo
congénito a través de la prueba del talón, su satisfacción es personal. «Yo
no le he dado importancia a esto porque era mi obligación, me siento
satisfecho íntimamente», admite el profesor y médico jubilado, que ahora
escribe libros y da conferencias. Reconoce que el mayor de los premios fue
conocer a una alumna de Medicina que le confesó que tenía hipotiroidismo
congénito. Fue en su última clase, cuando en una charla de bioquímica
clínica explicó el hipotiroidismo congénito. Al final, ella se acercó.
«Tenía muy buenas notas, eso es lo que al final queda», señala Perán, a
sabiendas de que, sin la prueba del talón, esa mujer hoy no sería médico.

Salvador Perán
Bioquímico, profesor y escritor
Salvador Perán es
bioquímico, profesor jubilado de la Universidad y durante cuatro décadas fue
el jefe del laboratorio de determinaciones hormonales del hospital Carlos
Haya. Además de ser el «padre» de la prueba del talón, por la que luchó
contra colegas y jefes para evitar el hipotiroidismo congénito, escribe
libros sobre nutrición y ciencia. El último, «La dieta del tigre» hace un
repaso sobre la importancia de la alimentación sin caer en los excesos. Por
eso, recomienda volver a los orígenes de la dieta sin olvidar que comer es
sólo una parte de la vida, no la vida en sí misma.
Las cifras

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