Era 2010 cuando, en un
contexto de muchos cambios vitales y con 15 años, Elisabeth Karin
(Madrid, 1995), ilustradora y apasionada de los cómics, llegó a las
manos de las profesionales de la salud, tenía bajo peso y se había
quedado sin menstruación. Tuvieron que pasar algunos meses para que,
tras “tocar fondo”, tomara consciencia de lo que le pasaba y conociera
el nombre de aquella relación complicada con la comida: anorexia
nerviosa. Convencida de que los trastornos de salud mental siguen siendo
tabú, Karin acaba de publicar ‘Comiendo con miedo’ (Editorial
Astronave), una novela gráfica en la que comparte su experiencia con “el
monstruo” de la anorexia nerviosa. ¿El objetivo? Visibilizar una
realidad que afecta con dureza a veces en edades tempranas, y ofrecer un
recurso para que las personas con trastornos de las conductas
alimentarias y sus familias puedan sentirse más acompañadas.
En ‘Comiendo
con miedo’ narra su experiencia personal en la adolescencia
cuando fue diagnosticada con anorexia nerviosa. ¿Cómo y cuándo nace esta
novela?
Fue en 2019, cuando un
amigo me enseñó la novela ‘Cara o Cruz’, de Lou Lubie, sobre la
ciclotimia; un trastorno de la familia de las enfermedades bipolares. Me
pidió que me lo leyera porque explicaba perfectamente lo que le estaba
pasando. El libro lo explicaba a la perfección y sin que él tuviera que
contármelo. Cuando lo hice, entendí la enfermedad y pensé, ¿por qué no
existe un libro así sobre los trastornos de conducta alimentaria (TCA)?
Sin duda me habría ayudado mucho. Así que recopilé mi historia y la
transformé en viñetas con la intención de que personas que la sufran
puedan hacer lo mismo. En 2020 el proyecto ganó el premio de la
Fundación Nadine y ya no había marcha atrás.
Por lo tanto,
podemos afirmar que nace con vocación pedagógica, ¿no es así?
Sí, el objetivo del
libro es informar, divulgar y concienciar sobre los TCA. Si no has
pasado por este tipo de trastornos, es muy difícil saber qué son
exactamente y existen pocos recursos para entenderlos. Tanto en el nivel
de tratamiento como a nivel pedagógico. En lo que he podido leer
previamente, se narra, desde mi punto de vista, de manera poco realista,
ya sea idealizando a las personas que sufren un TCA o tratándolas como
enfermas crónicas. Y no todo es blanco o negro, como en la vida, hay
muchos matices dentro de estos trastornos también. A mí me habría
encantado tener este libro con 15 años, para sentirme acompañada y poder
dárselo a mis seres queridos para que entendieran lo que me pasaba y
así, ayudarme mejor.
Dibuja la
anorexia como un monstruo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que empezó a
marcar su vida?
Es difícil decir
exactamente cuándo apareció, ya que empezó poco a poco. Y al igual que
vino poco a poco, se fue poco a poco también. Tuvo su máximo esplendor
desde los 14 años hasta los 21, aproximadamente.
¿Cuál es su
relación con su cuerpo actualmente?
Lo acepto y lo
quiero. No quiero caer en el error de decir que “ahora estoy a gusto con
mi cuerpo”, porque creo que eso es muy superficial. Hay días que me
encanta y que me siento genial, pero hay días que no, que no me siento
bien con mi cuerpo. Y eso también está bien. La diferencia ahora es que
no me angustio ni agobio con los días que me siento mal. Es normal, es
natural. Lo acepto, no desespero, y le quiero igualmente.
¿Considera que
existe una adolescencia obsesionada por su imagen?
Adolescencia y
adultez. Vivimos en un sistema que nos lleva a obsesionarnos, de alguna
manera, con nuestra imagen. La sociedad gira en torno a nuestro físico.
Se llama
presión estética. ¿Quién hay detrás del ideal estético?
Hay muchos intereses
detrás del ideal estético: el consumismo de productos de belleza, el
control a través de lo estético y de no querer ver más allá. Esta
presión fácilmente se puede convertir en una obsesión y no olvidemos que
las obsesiones son el reflejo de algo que queremos evitar. Es decir,
seguramente tenemos algo en nuestra vida que nos agobia tremendamente,
por eso nos obsesionamos con otra cosa que nos da sensación de control.
Así funcionan las drogas, consumes sustancias para evadirte. Pensar en
comida, peso, ejercicio… es otra forma de droga y evasión.
En su novela
habla del impacto de frases como 'qué guapa estás, ¿has adelgazado?', o
'si quieres ser guapa tienes que pasar hambre'. Ahora que se acerca el
verano, más, si cabe. ¿Cómo afectan esos comentarios?
El canon de belleza
actual, directamente asociado con el éxito, sigue siendo el de una mujer
delgada, o un hombre musculoso. Lo que significa que estos comentarios
seguirán apareciendo. Y esto es muy peligroso, sobre todo, para alguien
que está pasando por un TCA. Te evocan a seguir con tu dieta o tus
hábitos autodestructivos.
¿Cuáles son
las consecuencias de las TCA?
Son diversas. Por un
lado, están todos los problemas físicos, tanto si tienes infrapeso como
sobrepeso, o la gravedad de conductas como el vómito auto provocado.
Tener esta enfermedad puede llevar a graves problemas de salud, que a la
larga, pueden ser crónicos. Por otro lado, están los problemas
psicológicos: es normal que trastornos de ansiedad, TOC, depresión o
pensamientos suicidas vayan de la mano con los TCA. Una cosa lleva a la
otra y viceversa. Los TCA son trastornos serios que te pueden dejar
secuelas muy graves.
El verano es
terreno fértil para la violencia estética. ¿Cuál cree que es el reto
principal para acompañar y educar a todas estas adolescentes que sufren
las consecuencias?
Comunicarnos con
ellas. Efectivamente, el verano es muy duro para las personas con TCA,
el cuerpo está más al descubierto, y, por lo tanto, nos sentimos más
vulnerables. Es normal que aparezcan más comentarios en torno a lo
físico, las violencias culturales como la llamada 'operación biquini',
las faltas de rutinas… Debemos poner consciencia en todos ello.
¿Cómo debemos
actuar cuando en nuestro entorno si tenemos a una adolescente con loa
primeros síntomas de trastornos alimenticios?
Algo fundamental es
seguir tratando a esa persona con respeto, no culparla y hablarle
siempre con mucho cariño. A partir de aquí, habría que pedir ayuda
profesional. Cada caso es distinto y, por lo tanto, cada persona
necesitará un tratamiento o plan específico.
¿Cuáles son
los especialistas a los que debemos acudir?
Siendo una enfermedad
mental, lo que principalmente habría que acudir es a psicólogos y
terapeutas. Además, en España hay también muchas ciudades con
organizaciones de TCA, así que es una buena opción acudir a ellas, ya
que conocen especialistas más concretos que pueden ser de gran ayuda.
¿Cuál es la
clave para mejorar la relación con la comida y con nuestra salud?
Al igual que cualquier
relación, conocerse a uno mismo. Entender qué es lo que nos pasa.
Primero debemos pasar por un proceso de aceptación que nos llevará a
buscar la solución. Si en este camino sentimos que no tenemos recursos o
que no podemos hacerlo solas, es fundamental pedir ayuda. Ojalá poder
dar una clave para todas, pero insisto en que es importante entender que
cada persona es distinta. Por eso, yo siempre animo a la gente a que
pruebe diferentes opciones, como lo hice yo, hasta dar con la que te
ayude.
Acabamos.
Además de la novela, ha creado un perfil homónimo en Instagram con
el objetivo de ser contrapeso para las numerosas páginas e iniciativas
que, de manera más o menos consciente, hacen apología de la anorexia.
¿Cómo ha sido su acogida?
La acogida ha sido muy
positiva. Diariamente recibo mensajes de personas que necesitan ayuda,
que me piden consejo o, simplemente, me dan las gracias por el proyecto.
Creo que se está convirtiendo en una red de apoyo, donde la labor
principal es hablar del problema, un primer paso fundamental. Mucha
gente me cuenta que tiene un TCA y que nunca lo ha hablado con nadie,
que soy la primera persona a la que se lo cuentan. Es a raíz de ello, de
hablarlo conmigo, cuando rompen esa barrera y comienzan a dar pasitos
para hablarlo con más gente y pedir ayuda.