El doctor en biología y experto en ecoepidemiología
Jordi Serra-Cobo.
La actuación humana facilita la aparición
de pandemias como el actual de Covid-19. Esta es una de
las conclusiones del doctor en biología Jordi
Serra-Cobo, experto en eco-epidemiología e investigador
del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio)
de la Universitat de Barcelona. En una entrevista
telefónica con Público, el doctor expone como la antropización
de espacios donde antes no había presencia humana,
como por ejemplo partes de la Amazonia, es un elemento
que expone a la especie a nuevos virus que, junto con
cuestiones como la mayor presión demográfica y una
movilidad acelerada fruto de la globalización de un
mundo hiperconectado, puede contribuir a desencadenar
epidemias globales. Partidario de replantear nuestra
relación con la naturaleza, con su equipo también
participa en un proyecto de investigación que culminará
en los próximos meses una plataforma para diagnosticar
coronavirus en apenas 20 minutos y por apenas 10 o 15
euros.
En otras entrevistas ha comentado que en
revistas científicas ya hacía tiempo que se advertía que
podía producirse una pandemia. ¿Cuáles son los elementos
que lo explican?
Aunque es imprevisible saber con qué
virus y cuando podía pasar, sí hace mucho tiempo que
prevemos que habría epidemias y es muy previsible que
habrá más en el futuro. A nivel global se están
produciendo una serie de alteraciones de los sistemas
naturales que hacen que virus que nunca han estado
en contacto con la especie humana, con la sociedad,
ahora sí lo estén. En estos momentos estamos volcados en
solucionar la situación actual y es normal, pero nos
estamos planteando poco cuáles son los orígenes y porque
se ha producido todo esto, y de ahora en adelante nos lo
tendremos que plantear de forma seria para que podamos
evitar que esto se repita.
En el caso del Covid-19 yo lo
definiría un poco como un accidente. Un virus que no
debía entrar en el circuito humano salta a él. ¿Por qué?
Aún no sabemos directamente si ha sido a partir de un
murciélago o de una especie intermediaria, aunque
evidentemente no es el pangolín. Es un virus que hace
miles de años que está a los murciélagos, pero que
normalmente no les afecta. En este caso, hay toda una
serie de factores que inciden. En el sudeste asiático
hay consumo de animales vivos y en muchos mercados no
hay un control sanitario y esto aumenta la probabilidad
de transmisión de patógenos, de virus, a la especie
humana. Y si el consumo es masivo, aumenta la
probabilidad de que el virus pase e infecte a la gente.
En el caso del SARS [síndrome respiratorio agudo grave,
que surgió en 2003 en el sudeste asiático], el
intermediario era una civeta, que es un mamífero muy
apreciado en la gastronomía y tenía un consumo masivo.
Con el Covid todavía nos falta información, pero tenemos
claro que viene de un reservorio animal.
A nivel más global estamos observando que
entramos de forma masiva en lugares donde antes no
había asentamientos humanos, por ejemplo en el
Amazonas como consecuencia de la deforestación. Esto
expone estos nuevos asentamientos a nuevos patógenos,
porque parte de la fauna que había se va, pero el resto
se adapta, se mantiene y entra en las construcciones
humanas. No sólo donde viven, sino también donde está el
ganado y pueden infectarlo y a partir de ahí infectar a
las personas. Esto está pasando.
Asimismo, la deforestación está
transformando los sistemas naturales. No sólo en
términos de pérdida de biodiversidad y de hábitats para
las especies, sino también que en las selvas tropicales
aumentan las zonas de aguas estancadas. Esto hace que
aumenten mucho las poblaciones de mosquitos, lo que hace
crecer mucho la probabilidad de que estos mosquitos
transmitan enfermedades. Esto lo dijimos hace tres años
en la zona amazónica de Perú y hoy hay la peor
epidemia de dengue en la zona. Son cosas que se
pueden prever y se tiene que poner soluciones antes de
que vengan.
La deforestación es uno de los elementos
primordiales en la emergencia climática, pero también
habla de cambios epidemiológicos y otros impactos de una
antropización extrema. ¿Se han roto demasiado
equilibrios y esto tiene consecuencias?
No soy nada alarmista, pero estamos
alterando demasiadas cosas. Una de las cosas que estamos
viendo es el cambio climático, que cada vez es más
evidente y sus consecuencias son más claras. Pero hay
otras transformaciones que quizás no se ven tanto, pero
que son igual de drásticas y una es la globalización
epidemiológica, Que va ligada al aumento demográfico.
El cambio climático, la globalización de
los patógenos y la situación demográfica son tres retos
muy grandes, que se potencian el uno al otro y hacen un
cóctel que tendremos que abordar durante este siglo y
que es difícil, pero hay que gestionarlo por la
supervivencia de nuestra especie. De momento, sólo
estamos con el cambio climático. Si aumenta la
población hay más presión sobre los entornos naturales
y, por tanto, hay más desequilibrios. Y esto se suma
que cada vez nos movemos más, porque la movilidad ha
aumentado muchísimo en los últimos años y lo que ocurre
en un lugar del mundo tiene mucha probabilidad de que se
expanda al resto.
Lo hemos visto con Wuhan y en como los
infectados han llegado a Italia y a partir de ahí se ha
infectado toda Europa, porque todo está muy conectado y
nos movemos muchísimo. No sólo las personas, también las
mercancías y a través de ella nos llegan especies que
antes no estaban, como el mosquito tigre o la mariposa
del boj [u oruga defoliadora]. Esto es muy difícil de
parar, pero debemos ser conscientes de que existe este
fenómeno y estar prevenidos.
¿Dónde pueden generarse este tipo de
pandemias? ¿Dónde están las mayores fuentes de
patógenos?
Fundamentalmente hay tres puntos
calientes a nivel de potenciales enfermedades. Uno es el
sudeste asiático, que además tiene la particularidad ha
tenido un gran desarrollo económico en los últimos años
y está muy interconectado. Lo hemos visto con Wuhan. Los
otros dos son el centro y sur de América, con buena
parte del Amazonas, y el África tropical. Los tres
puntos son una fuente de patógenos.
Wuhan.
La diferencia entre los tres lugares es
la densidad de población y que además el intercambio
de movilidad no es lo mismo, por ejemplo, desde China
que desde el Amazonas o el África tropical, pero es
cuestión de tiempo que las cosas puedan cambiar. Esto es
a gran escala, pero pequeñas transformaciones en nuestra
casa también pueden originar problemas de salud, no como
el Covid, pero debemos ser conscientes de ello.
¿Qué puede originarse aquí?
En Catalunya pueden originarse trastornos
importantes, si quieres no tan graves [como el Covid],
básicamente por el nivel de mosquitos y de la cantidad
de enfermedades tropicales que nos van llegando y que se
pueden instalar en los mosquitos, por ejemplo, a través
de especies invasoras que vienen de otros lugares del
mundo y traen enfermedades. Estas fiebres de verano que
el médico dice que "esto es un virus", pues de algún
lugar viene este virus y puede estar asociado a fauna
salvaje. Hay que cambiar el chip y tener en cuenta que la
situación actual no es la que teníamos años atrás. Por
ejemplo, hay que saber que los jabalíes ya no tienen la
misma salud que hace 20 años. Hay toda una serie de
factores a tener en cuenta. Y se trata de tomar medidas
de precaución.
¿Qué se puede hacer para evitar
hipotéticas nuevas pandemias?
Lo primero que se debe hacer es poder
tener más información de cómo estas alteraciones
repercuten a nivel de salud, aumentando la probabilidad
de transmisión a la población humana. ¡Y llevo 30 años
batallando con esto! La segunda cosa, cuando tienes la
información, es poner barreras, que pueden ser
protocolos muy fáciles. Por ejemplo, para protegerse de
lo que pueden transmitir los jabalíes basta con lavarse
bien las manos, basta con cocer bien la carne, o que si
los cazadores abren los jabalíes se pongan guantes.
Cosas que no se hacen porque toda la vida se había hecho
de otra manera, pero ahora la situación es diferente.
Con la información podemos dar después pautas de
prevención, que en muchos casos son muy fáciles, pero
hay que conocerlas. Una de las dificultades que nos
encontramos es la financiación. Estás a menudo
predicando en el desierto, pero con muchos datos y con
la responsabilidad de decir que cualquier día se liar
una de narices.
Según lo que cuenta, lo que pasa está
conectado con la relación que tenemos con el planeta,
que a la vez está muy ligada a la globalización y a un
determinado modelo económico. ¿Habría que repensar esta
relación con el planeta y cuestionarnos el sistema
económico, teniendo en cuenta que impacta no sólo en el
medio ambiente sino también en nuestra salud?
Totalmente. Hasta ahora nos hemos
dedicado a decir que se pierde biodiversidad y esto es
cierto. Pero nos hemos fijado en las consecuencias
macro, pero no en las micro, que pueden ser
devastadoras, y no las hemos relacionado. Hay que
replantear realmente nuestra relación con la naturaleza,
que no es algo ajeno a nosotros. Es una cuestión
pragmática, porque nos va buena parte de nuestra salud y
desgraciadamente tendremos que aprender a base de
epidemias, de bofetadas como ésta. Todo está muy
relacionado y cuando alteramos cosas tenemos que ver las
consecuencias que tiene, también en términos de salud. A
nivel egoísta tendremos que tomar medidas.
A través de su grupo de investigación es
uno de los participantes en el proyecto CONVAT, que
lidera el Instituto Catalán de Nanociencia y
Nanotecnología, para poner en marcha una plataforma de
diagnóstico rápido de coronavirus. ¿Qué ventajas tendrá?
¿Cuándo estará lista?
Estamos trabajando a tope, pero requiere
un tiempo, hablamos de unos meses. El aparato ya existe,
pero debe ponerse a punto para virus. La primera ventaja
es que es muy manejable, lo podrá utilizar casi todo el
mundo, es pequeño y no requerirá un personal
especializado, será muy generalizable. No sólo servirá
para coronavirus, sino para detectar en un futuro
cualquier tipo de virus. El aparato es muy barato y
además las muestras se podrán analizar por un precio de
entre 10 y 15 euros y esto es un hecho diferencial con
todos los tests que se hacen actualmente.
Lo que nosotros llevamos es una nueva
manera de analizar, a partir de técnicas de
nanotecnología. Hasta ahora se usan técnicas de PCR
[reacción en cadena de la polimerasa, una técnica de
biología molecular que busca obtener un gran número de
copias de un fragmento de ADN específico], que son muy
interesantes, pero que tienen un coste y lo que se ha
conseguido es que ahora con una hora o menos puedes
tener los resultados. Pero en nuestro caso los
tendrás en 20 minutos.
Esperamos que cuando esté listo se pueda
distribuir y sea una herramienta para utilizar en los
hospitales y en los CAP. Además, la idea es que este
aparato nos pueda permitir también encontrar reservorios
de virus y esto es muy importante, porque ahora lo
hacemos con PCR, que es muy caro. Cuando analizamos
fauna salvaje tienes que pasar cientos de muestras y de
todas encuentras algunas de positivas. Y con nuestro
aparato un primer muestreo nos permitirá encontrar de
una manera mucho más rápida y económica posibles
reservorios de virus que pueden pasar a la especie
humana.