La crisis sanitaria y el confinamiento generado
por el nuevo coronavirus han puesto
a prueba la salud mental en la infancia y la adolescencia,
según se desprende de una encuesta en la que han participado 169
psiquiatras y psicólogos clínicos, promovida por la Plataforma
de Asociaciones de Psiquiatría y Psicología Clínica por la Salud Mental
de la Infancia y Adolescencia.
En concreto, el trabajo ha puesto de manifiesto que los
menores más vulnerables a los cambios de rutina y/o con
necesidades de apoyo social, como son los niños y las niñas con
trastornos del neurodesarrollo de mayor gravedad, o aquellos en
situación de violencia intrafamiliar, han sufrido especialmente las
consecuencias del confinamiento.
También ha evidenciado que cualquier niño o
adolescente puede manifestar transitoriamente síntomas de ansiedad o
depresión como consecuencia de la crisis que estamos viviendo.
Estos síntomas pueden ser una respuesta normal y adaptativa a los
cambios sufridos.
De hecho, los profesionales de la salud mental
constatan que esta situación ha tenido ya consecuencias en las
dinámicas sociales, y va a influir en la forma de expresar el
malestar emocional y la enfermedad mental, así como en la manera de
atenderla, especialmente en grupos vulnerables como son los niños y
adolescentes.
Asimismo, varias Asociaciones de Salud Mental de la
Infancia y Adolescencia de España, Asociación Española de Psicología
Clínica y Psicopatología, sección de Infancia y Adolescencia
(AEPCP-IyA), Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN), Asociación
Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNYA), Asociación
Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR), Sociedad Española
de Psiquiatría (SEP), Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia
del Niño y del Adolescente (SEPYPNA), se han unido en una Plataforma
que, desde el mes de abril, elabora un informe que recoge las principales
conclusiones de diferentes estudios sobre los efectos del Covid-19 en la
salud mental de los menores y la experiencia de los
profesionales durante este periodo.
Mediante una encuesta de 30 preguntas,
realizada a 169 psiquiatras y psicólogos clínicos, de 30
ciudades españolas diferentes, se han valorado aspectos relacionados con
la asistencia prestada a menores de edad con problemas de salud mental
durante el periodo de confinamiento. El 84 por ciento de los encuestados
desarrollan su trabajo principal en dispositivos de atención a la salud
mental infanto-juvenil del Sistema Nacional de Salud, atendiendo a una
población de entre 7 y 18 años de edad.
Los resultados revelan que el grupo situado
entre 7 y 12 años es el que ha presentado más problemas durante el
confinamiento. Los niños con problemas de conducta, trastornos
del desarrollo o trastornos de tipo ansioso, así como los pertenecientes
a familias en riesgo de exclusión social, han representado los grupos
con mayores dificultades.
Asimismo, la información que las familias han
transmitido a los profesionales durante este periodo ha puesto el acento
en la sorpresa por el adecuado comportamiento de sus hijos en general,
su tranquilidad por estar juntos con el menor en casa, pudiendo incluso
disfrutar de la relación, las dificultades para conciliar el trabajo y
la organización familiar, la ayuda en las tareas escolares y la
preocupación, en caso de menores con trastornos del desarrollo,
discapacidad o conflictos familiares, ante la disminución de la atención
prestada por diferentes servicios públicos.
Para los menores, el confinamiento ha supuesto tranquilidad
por no tener que ir al colegio y estar en casa, aunque señalan
las dificultades en la realización de las tareas escolares,
el malestar por no poder ver a sus abuelos o amigos y el mayor tiempo de
uso de las "pantallas".
En lo que respecta a las preguntas dirigidas a los
profesionales sobre la organización asistencial, el 92,3 por ciento de
los profesionales ha informado del cambio drástico que se ha realizado
pasando las consultas presenciales a telefónicas, la supresión de
algunos programas asistenciales o cierre de algunas unidades o centros
(24,9% de profesionales) y el trabajo desde casa (62,7%) como
principales sucesos que han afectado a la asistencia.
Si bien un 70 por ciento de los profesionales
encuestados atribuye una menor eficacia a las intervenciones mediante
llamadas telefónicas, correo electrónico o videollamada, reconocen que
pueden favorecer la accesibilidad a ciertas familias, ayudar a una mejor
gestión del tiempo y facilitar la comunicación con los adolescentes, ya
que son herramientas de uso habitual entre ellos.