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La demanda de atención psicológica en menores crece más de un 20 %
Repuntan los trastornos de
alimentación y el absentismo escolar

La reapertura de los colegios ha sido esencial, creeen los
expertos, para recuperrar el equilibrio emocional de los niños.
Oscar Vázquez.
Jorge Casanova,
Redacción, La Voz, 5 de abril 2021
«Ha sido sobre todo a partir del verano cuando
se ha notado un incremento de la demanda de atención a todos los niveles.
Incluso casos graves. La infección afecta poco a los jóvenes, pero sí a su
salud mental». Lo constata Cristina Casal, una psiquiatra
con amplia experiencia en la atención a niños y jóvenes y que, como el resto
de sus colegas, ha visto como su agenda se ha multiplicado en los últimos
meses.
Los especialistas distinguen
el impacto entre los niños y los adolescentes. Ambos grupos están sufriendo,
pero el segundo de una manera más acusada. A grandes rasgos, los
profesionales consideran que las consultas han aumentado en los últimos
meses alrededor de un 20 %, aunque el porcentaje es variable. Las consultas
cubren un abanico amplio: desde crisis de ansiedad,
angustia, depresión, más miedos
en los más pequeños hasta el repunte de dos fenómenos ya conocidos: los
trastornos de la alimentación y el absentismo escolar.
Los niños, normalmente con
mayor capacidad de adaptación, han absorbido la incertidumbre de sus
mayores: «Los niños quieren previsibilidad -explica el psicólogo
Ricardo Fandiño-, quieren saber lo que va a pasar. Eso les da
tranquilidad». Pero la previsibilidad está siendo un bien escaso durante
esta pandemia y los niños lo han notado. Fandiño recuerda también cómo los
problemas del núcleo familiar repercuten en los más pequeños: «Solemos
pensar en la familia como un factor de refugio, pero también puede ser un
factor de riesgo». Y en ese sentido, las malas condiciones económicas que ha
agravado la pandemia y la conflictividad que ello genera, se han trasladado
también a los más pequeños. ¿La consecuencia? Irritabilidad y miedo
en muchos casos.
Con respecto a los
adolescentes, los problemas han sido mayores, coinciden los expertos: «Para
ellos, la pandemia ha sido un pequeño desastre», confirma Ricardo Fandiño.
Este profesional preside la Asociación para la salud emocional en la
infancia y adolescencia, que puso en marcha un teléfono de ayuda para
menores y cuidadores: «Últimamente es reiterado el caso de familias que
llaman porque sus hijos no quieren ir al instituto y no
saben qué hacer». Las restricciones que han colmado la paciencia de muchos,
para otros han sido una bendición, especialmente para los jóvenes con
problemas de adaptación o para aquellos que sufrían acoso en alguna medida y
a quienes el cierre de los centros escolares vino a solucionar de un plumazo
su problema. En estos casos, la vuelta al colegio ha supuesto poco menos que
la reedición de una pesadilla que intentan evitar como pueden: «Para ellos
fue una oportunidad para evitar esa situación, pero al mismo tiempo, una
pérdida de la oportunidad de superarlo», reflexiona Fandiño.
«Para muchos, volver a las
exigencias académicas no ha sido fácil. En algunos casos, con perfiles más
perfeccionistas, sobre todo en segundo de Bachillerato, los estudios les han
generado un estrés. Y ahí es donde estamos viendo
trastornos de alimentación graves con restricciones en la comida o un exceso
de ejercicio», explica la psiquiatra Cristina Casal. Desde luego, el cambio
que supuso el confinamiento tuvo una importancia notable: «A los
adolescentes les ha afectado mucho el dejar de hacer ejercicio, el parón en
las competiciones escolares. Han engordado y muchos han intentado bajar de
peso a su manera».
En cualquier caso, el
reinicio de las clases y la recuperación de una cierta normalidad académica,
ha sido muy beneficioso: «Ha sido fundamental -valora la doctora Casal-. Y
no solo para su aprendizaje. En el colegio, donde socializan, también han
podido liberar su estrés y su ansiedad».
También insisten los
especialistas en que los problemas más graves y más difíciles de reconducir
han aparecido en jóvenes ya predispuestos y para quienes la situación
derivada de la pandemia ha sido el catalizador de una patologia incipiente.
«Con los niños tenemos que
recuperar lo que tiene que ver con la palabra»
¿Hay alguna estrategia para
mitigar los efectos psicológicos del covid entre los más pequeños? ¿Va a ser
la pandemia el estigma que va a definir en el futuro a esta generación? A la
primera pregunta responde el psicólogo Ricardo Fandiño: «Con los niños es
muy importante recuperar todo lo que tiene que ver con la palabra. Debemos
darles previsibilidad, porque eso les da también
tranquilidad. Y luego ver en qué medida podemos ayudarles a pensar por qué
están preocupados y qué podemos hablar sobre ello. La conversación
familiar es fundamental».
Sobre el futuro se pronuncia
la psiquiatra Cristina Casal: «Está claro que el impacto va a ser para
todos, también para ellos. Algunos van a tener problemas de estrés
postraumático porque hay que pensar que muchos han perdido
familiares. Su propia forma de socializar y la crisis que se nos viene, les
afectará. Tal vez les haga más fuertes».
Peor que sus padres
Fandiño señala también hacia
un mantra que se escucha mucho en los últimos tiempos: «Les decimos que van
a ser la primera generación que va a vivir peor que sus padres. No les
decimos que su vida va a ser diferente, le decimos que va a ser peor». Es
una mirada complicada hacia el futuro, agravada por las perspectivas
económicas que traza la pandemia y que lleva a los jóvenes a un estado de
mayor incertidumbre. «No hay que olvidar de dónde veníamos» expone el
psicólgo Ricardo Fandiño: «En España, uno de cada tres menores de 16 años
está en riesgo de pobreza». Y eso era antes de la pandemia.
El especialista recuerda que, normalmente, menor estabilidad económica es
sinónimo de peor salud mental. Y la pandemia no ha hecho más que empeorar
esas condiciones económicas,
Con todo, los especialistas
apuestan por ofrecer perspectivas positivas a los más jóvenes: «Esto nos
tiene que servir para mejorar. No todo lo que ha traído la pandemia
es malo», concluye la doctora Cristina Casal.
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