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La sangre 'mágica' que ha salvado a millones de bebés en
Australia
Los médicos descubrieron que James Harrison poseía un anticuerpo muy poco común
y que con su plasma se podía fabricar una vacuna que evita la enfermedad
hemolítica de recién nacidos. A sus 81 años ha hecho 1.173 donaciones. Esta es
su singular historia
A James Harrison le extrajeron un pulmón cuando tenía
14 años, en 1951. Para superar aquella delicada cirugía (le abrieron la
pared torácica y le separaron las costillas) precisó trece litros de
sangre. De no ser por las donaciones, su vida habría acabado en aquel
quirófano a una edad demasiado temprana. Cuando tres días después
se recuperaba de la intervención, su padre le explicó lo que había ocurrido.
«Me dijo que había salvado la vida gracias a la generosidad de personas
desconocidas. Así que me prometí que, cuando fuera lo
suficientemente mayor, me convertiría en donante de sangre».
Harrison ha cumplido con creces su promesa. Durante seis décadas ha regalado
su sangre a otros y el pasado viernes, este australiano de 81 años hizo su
última donación, la número 1.173, cumpliendo así la reglamentación médica de
su país que prohíbe donar sangre una vez alcanzada esa edad. «Seguiría
haciéndolo si me dejaran», confiesa este antiguo trabajador de los
ferrocarriles australianos en una entrevista a la CNN en su casa de Sídney.
Pero lo más sobresaliente del altruisimo de James,
que en su juventud tuvo que vencer un insuperable miedo a las agujas
para hacerse donante, estaba aún por llegar. Tras una década de
donaciones, los médicos descubrieron que su sangre contenía un
anticuerpo muy poco común y que con su plasma se podían fabricar inyecciones
Anti D, una vacuna de inmunoglobulina que se les aplica a las
mujeres con Rh negativo embarazadas para evitar la enfermedad hemolítica del
recién nacido (EHRN). Este trastorno sucede cuando existe una
incompatibilidad entre los tipos de sangre de la madre y el bebé, y puede
provocar daños cerebrales en el feto e incluso abortos.
Así que, cuando los investigadores certificaron que
James producía naturalmente el anticuerpo que previene la EHRN, se volvieron
locos de contento.Su sangre 'mágica' era exactamente lo que andaban
buscando. El octogenario no descarta que su milagrosa sustancia
tenga algo que ver con la transfusión que recibió de adolescente.
El feliz hallazgo se produjo en la década de los
sesenta y dio pie a lo que entonces se bautizó como el 'programa Anti-D',
sostenido por el donante australiano. Las autoridades médicas estiman que el
'oro rojo' de James ha salvado la vida de más de 2,4 millones de bebés en
los últimos cincuenta años. El Servicio de Donación de Sangre de la Cruz
Roja australiana ha contabilizado 1.173 donaciones, con las que se han
elaborado tres millones de vacunas.
Un merecido aplauso general
«Australia nunca podrá agradecer lo suficiente a un
hombre como James», aplaude Jemma Falkenmire, portavoz de la Cruz Roja. «Es
poco probable que encontremos a alguien dispuesto a este compromiso».
El venerable donante acudió algo apesadumbrado el pasado viernes a su última
cita con las agujas y las bolsas. Allí le aguardaba una pequeña fiesta con
cuatro globos plateados bailando sobre la camilla. Los globos tenían la
forma de los números 1, 1, 7 y 3, las veces que ha donado. «Es un día triste
para mí, el final de una carrera de fondo», confesó, reconfortado, eso sí,
por el sincero agradecimiento de legiones de madres que recibieron su plasma
y que, en su despedida, le han enviado mensajes muy emotivos a través de las
redes sociales. «¡Gracias, James! Mis dos bebés (y yo) estamos aquí por
donaciones desinteresadas como la tuya y las de otros. Eternamente
agradecida», escribe Melsy Phillips. «¡Mi hijo es uno de esos 2,4 millones
de bebés! ¡No puedo expresar con palabras lo agradecida que estoy
por este programa y por donantes como James! ¡Es una leyenda!»,
exclama Rihannon Bria, que acompaña sus palabras con una foto de su hijo.
Considerado un héroe nacional, James ha
sumado a los elogios de millones de conciudadanos la Medalla de la Orden de
Australia. Además, los médicos e investigadores del 'programa Anti-D'
están trabajando en uno nuevo al que han bautizado como 'Proyecto James',
con el objetivo de crear sintéticamente una mezcla de anticuerpos que
coincida con lo que 'El brazo de oro' (así le llaman en su país) produce
naturalmente.
James seguiría donando si se lo permitieran y, aunque
sus donaciones también le han valido estar en el Guiness de los
récords, su deseo es que lleguen a superarle: «Espero que alguien
rompa el récord, porque significará que están dedicados a la causa».
Generoso hasta la última gota de su sangre.
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