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Los menús para menores desfavorecidos de Madrid, vistos por un
nutricionista: comida chatarra
Como científico dedicado a la
nutrición, solo puedo calificar globalmente estos menús como "comida chatarra"
o fast food, es decir: comida para quitar el hambre, barata, nutricionalmente
despreciable y educativamente un despropósito
Jesús Román Martínez
Álvarez
- Prof. Dr. en el
Grado de Nutrición y Dietética en la Universidad Complutense de Madrid
06/05/2020

Un hombre recoge varios menús infantiles de Telepizza en el barrio de
Abrantes Jesús Hellín - Europa Press
Como consecuencia del estado de alarma, hace meses que los
centros escolares tuvieron que cerrar sus puertas. Eso supuso que los comedores
escolares dejaran también de funcionar. Para muchas familias con pocos recursos,
prescindir de esa comida diaria podía suponer un problema muy serio.
Para intentar paliarlo, en Madrid la Comunidad firmó un
acuerdo con tres empresas de restauración –Telepizza, Rodilla y Viena
Capellanes–, con el fin de que pudieran proporcionar comidas a los 11 500
niños de familias perceptoras de la Renta Mínima de Inserción (RMI).
Una solución temporalHay que admitir que la situación no era fácil de resolver en un
principio. Distribuir, en plena explosión de la pandemia, tal cifra diaria de
almuerzos a familias dispersas por toda la Comunidad planteaba serios problemas
de logística. Sobre todo con el confinamiento activado y la actividad laboral y
hostelera reducida o paralizada.
Por otra parte, marzo y abril han sido meses terribles
para todos, con asuntos de extrema gravedad que acuciaba resolver: la famosa
curva ascendente de contagios, los ERTE, la falta de EPI suficientes y de
pruebas diagnósticas fiables, organizar el hospital de IFEMA, el drama de
los mayores en las residencias, etc. Teniendo en cuenta, además, que el
periodo de alarma inicial fue previsto para dos semanas, cualquier solución
para dar de comer a esos niños con familias en dificultades parecía, si no
correcta, sí la menos mala.
Lamentablemente, con el transcurrir de los días, nadie se volvió
a acordar de esos niños, de los escolares que han seguido recibiendo menús a los
que, como científico dedicado a la nutrición, solo puedo calificar globalmente
como "comida chatarra" o fast food. Es decir:
comida para quitar el hambre, barata, nutricionalmente despreciable y
educativamente un despropósito. Apta, en todo caso, para consumir de forma
esporádica, como probablemente fue la idea inicial.Déficits nutricionales y exceso de grasas saturadas
Argüir, como se ha hecho, que la solución se mantiene
porque "a los niños les gusta", o que "por unos días no pasa nada", o que
"en su casa ya comerán la verdura necesaria" no reduce el problema. Que un
escolar ingiera aproximadamente un 35% de lo que debiera ser su ingesta de
calorías diarias con estos productos implica que en su dieta pueden faltar
vitaminas (folatos, carotenos), fibra y otros nutrientes. Además de abusar
de las grasas saturadas.
Tampoco hay que olvidar que en estas edades es
imprescindible educar para fomentar los correctos hábitos alimentarios y
reducir la futura carga de enfermedades crónicas. De manera especial cuando,
en los entornos más desfavorecidos, se ha comprobado que es más frecuente la
obesidad, el sedentarismo y el consumo de dietas menos saludables.
Detalle del menú propuesto por Telepizza Comunidad
de Madrid
En lo que respecta al menú proporcionado por Telepizza,
no hay mucho que explicar. Es fast food,
porque una ensalada en el menú no es suficiente para contrarrestar el
desequilibrio dietético que genera esta manera de alimentarse.
Detalle del menú propuesto por Rodilla Comunidad
de Madrid
Algo parecido ocurre con el menú de Rodilla,
quienes insisten en añadir patatas fritas de bolsa, sin gluten, a todos los
menús. Detalle que lejos de mejorar el valor nutritivo lo empeora. Comer a base
de sándwiches es probable que, además, no consiga saciar a los niños corpulentos
o de más edad.
Detalle del menú propuesto por Viena Capellanes Europa
Press
El menú de Viena
Capellanes, según indican, se sirve a 801 escolares de 74 municipios. Se
puede considerar el más razonable de toda la oferta ya que, al menos, contiene
legumbres y alguna hortaliza. Sin embargo, hay que recalcar lo inadecuado de los
lunes, con carbohidrato (arroz) y fécula (patata en tortilla). Además del martes
de pasta y barritas de pescado (cuyo porcentaje de pescado suele ser ínfimo),
que se repite otro día de la semana con pasta y nuggets.
Francamente, no deja de sorprender que estas empresas
recalquen el papel de sus "departamentos de calidad" o de sus "equipos de
nutrición".
En definitiva, este tipo de alimentación consumida de
forma no esporádica tiene un ínfimo valor nutritivo y gastronómico. Los
niños con requerimientos especiales (alérgicos, celíacos) verán aún más
complicado el mantener una dieta saludable con las restricciones añadidas
que demandan.
Hay que insistir en que el fin de la alimentación en estas
edades no es "llenar el estómago" sino proporcionar los nutrientes
necesarios y educar en los principios de una dieta saludable, variada y
equilibrada según los parámetros de la alimentación mediterránea.
Siendo comprensible la dificultad que conlleva organizar
este tipo de servicio, no es razonable que no se hayan tomado medidas
correctoras dado el tiempo transcurrido desde su implantación. Asimismo, las
empresas adjudicatarias deberían contar con el asesoramiento de personal
experto en nutrición. O al menos, no intentan desdibujar el verdadero perfil
de sus menús aptos únicamente para "consumo esporádico".
Este artículo
fue publicado originalmente en The
Conversation. Puedes leer el original aquí.
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