ZOË HYDE
Epidemiologist, University of Western Australia

Shutterstock / Halfpoint
1 de diciembre 2020
Es difícil interpretar el
papel que juegan los niños y, en consecuencia,
las escuelas en la pandemia de covid-19, pero
ese rompecabezas finalmente está comenzando a
resolverse. Las últimas investigaciones muestran
que las infecciones
en niños con frecuencia pasan inadvertidas y
que son tan
susceptibles a estas como los adultos. Es
probable que los niños transmitan el virus en tasas
similares.
Aunque afortunadamente los
niños tienen menos probabilidades de enfermar
gravemente, no ocurre lo mismo con los adultos
que cuidan de ellos. La evidencia sugiere que
las escuelas han sido un motor
de la segunda ola en Europa y en otros
lugares. Esto significa que la seguridad de las
escuelas necesita un replanteamiento urgente.
Detectar la covid-19 en niños
es difícil
Las infecciones por el
SARS-CoV-2, el virus que causa la covid-19, en
los niños son generalmente mucho
más leves que en los adultos y más fáciles
de pasar inadvertidas. Un estudio de Corea del
Sur encontró que la mayoría de los niños tenía
síntomas lo suficientemente leves como para
pasar inadvertidos, y solo el 9% fueron diagnosticados en
el momento de la aparición de los síntomas.
Los investigadores utilizaron
una prueba de anticuerpos (que puede detectar si
una persona tenía el virus anteriormente y se
recuperó) para analizar una muestra,
representativa de la población alemana, de casi
12 000 niños. Descubrieron que la mayoría
de los casos en niños no se habían
detectado. Esto no es sorprendente, porque también
se pasan por alto muchos casos en adultos.
Pero lo que hizo que este
estudio fuera importante fue que mostró que los
niños pequeños y los mayores tenían una
probabilidad similar de estar infectados.
Las pruebas oficiales en
Alemania habían sugerido que los niños pequeños
tenían muchas menos probabilidades de infectarse
que los adolescentes, pero esto no era cierto.
Los niños más pequeños con infecciones
simplemente no se hacían las pruebas. El estudio
también encontró que casi la mitad de los niños
infectados eran asintomáticos. Esto es
aproximadamente el doble de lo que se ve
normalmente en los adultos.
Pero los niños transmiten el
virus
Sabemos desde hace tiempo que se puede
encontrar aproximadamente la misma cantidad de
material genético viral en la nariz y la
garganta de niños y adultos.
Pero eso no significa
necesariamente que los niños transmitan los
virus de la misma manera que los adultos. Debido
a que los niños tienen una capacidad pulmonar
más pequeña y es menos probable que presenten
síntomas, es posible que liberen menos virus al
medio ambiente.
Sin embargo, un
nuevo estudio realizado por los Centros
para el Control y Prevención de Enfermedades
(CDC) de Estados Unidos, encontró que los niños
y los adultos tenían una probabilidad similar de
transmitir el virus a sus contactos más
cercanos.
Otro estudio en la India,
llevado a cabo con más de 84 000 casos y sus
contactos cercanos, encontró que los niños y
adultos jóvenes eran especialmente
propensos a transmitir el virus.
La mayoría de los niños de
estos estudios probablemente presentaban
síntomas. Por lo tanto, no está claro si los
niños asintomáticos transmiten el virus de la
misma manera.
Pero los brotes en
los centros infantiles han demostrado que la
transmisión por niños que no muestran síntomas
ocurre. Durante un brote en dos guarderías en
Utah (Estados Unidos), los niños asintomáticos transmitieron
el virus a sus familiares, lo que derivó en
la hospitalización de uno de los padres.
Lo que sabemos sobre los
brotes en las escuelas australianas
Las escuelas no parecían ser
un foco importante de transmisión de la epidemia
en el estado australiano de Victoria (Australia),
aunque la mayoría de los estudiantes cambiaron
al aprendizaje remoto en el pico de la segunda
ola.
Sin embargo, hasta cierto
punto las escuelas contribuyeron a la
transmisión comunitaria. Esto quedó claro en el
grupo Al-Taqwa
College, que estaba relacionado con brotes
en dos torres de viviendas públicas de
Melbourne.
Cuando los investigadores
analizaron los casos vinculados a las escuelas
de Victoria entre el inicio de la epidemia y
finales de agosto de 2020, descubrieron que las
infecciones en los colegios reflejaban lo que
estaba sucediendo en la comunidad en general.
También encontraron que el 66% de todas las
infecciones en las escuelas se limitaban a una
sola persona.
Esto puede parecer alentador,
pero debemos recordar que este virus se
caracteriza por eventos de superpropagación.
Ahora sabemos que alrededor del 10% de las
personas infectadas son responsables de
aproximadamente el 80% de los casos secundarios
de covid-19.

La mayoría de los estudiantes
del estado australiano de Victoria han pasado la
segunda ola de la pandemia recibiendo clases
virtuales debido al cierre de las escuelas.
Shutterstock
Dos estudios relevantes en Hong
Kong e India revelaron
que aproximadamente el 70% de las personas no
transmitieron el virus a nadie. El problema es
que el 30% restante pudo potencialmente infectar
a mucha gente. Lo que sucedió en las escuelas
victorianas es totalmente congruente con este
análisis.
El riesgo asociado a las
escuelas aumenta con el nivel de transmisión
comunitaria. El panorama internacional lo ha
dejado claro.
Lo que sabemos sobre los
brotes en las escuelas, a nivel internacional
Después de la reapertura de
las escuelas en Montreal, Canadá, los casos en
grupos escolares rápidamente superaron a los de
los lugares de trabajo y los entornos de
atención médica sumados. El presidente de la
Asociación de Microbiólogos de Enfermedades
Infecciosas de Quebec, Karl
Weiss, dijo:
"Las escuelas fueron el motor de la
segunda ola en Quebec, aunque el gobierno no lo
reconozca".
Un informe del Ministerio de
Salud de Israel concluyó que
la reapertura de las escuelas jugó un papel
relevante en la aceleración de la epidemia en el
país, y que las escuelas pueden contribuir a la
propagación del virus a menos que la transmisión
comunitaria sea baja.
En la República Checa, un
rápido aumento de casos tras la reapertura de
las escuelas llevó al alcalde de Praga a describir
las escuelas como "mercado de intercambios
de covid".
El patrón opuesto se ha
observado cuando las escuelas han cerrado.
Inglaterra acaba de ser testigo de una caída en
los nuevos casos, seguida de una vuelta al
crecimiento, coincidiendo con las vacaciones
escolares de medio trimestre. Esto ocurrió antes
de que se introdujeran medidas de confinamiento
en Reino Unido.
Estas observaciones son
consistentes con un estudio que examina el
efecto de imponer y levantar diferentes
restricciones en 131 países. Los investigadores
encontraron que los cierres de escuelas se
asociaron con una reducción de R, la medida de
velocidad de propagación del virus, mientras que
la reapertura de
las escuelas se asoció con un aumento de R.
El riesgo ha sido explicado
con mayor claridad por el presidente del
Instituto Robert Koch, el equivalente alemán de
los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades. La semana pasada, el instituto informó de
que el virus se está transmitiendo en las
escuelas y también a la comunidad.
Qué necesitamos hacer
No será posible controlar la
pandemia si no abordamos la transmisión por
parte de los niños. Esto significa que debemos
adoptar un enfoque proactivo en las escuelas.
Como mínimo, las medidas de
precaución deben incluir el uso de mascarillas
por parte del personal y los estudiantes
(incluidos los de primaria). Los colegios
también deben mejorar la ventilación y la
calidad del aire interior, reducir el tamaño de
las clases y garantizar que los niños y el
personal practiquen higiene de manos.
Los cierres de escuelas
también tienen un papel que desempeñar. Pero
deben considerarse cuidadosamente debido a los perjuicios
asociados. Pero estos daños probablemente
sean menores que los que provoca la epidemia.
En regiones con altos niveles
de transmisión comunitaria se debe considerar el
cierre temporal de escuelas. Si bien un
confinamiento sin cierre de escuelas
probablemente pueda reducir la transmisión, es
poco probable que sea completamente eficaz.
Este artículo ha sido
publicado originalmente en The
Conversation