No existe en España ninguna
unidad de paliativos pediátricos que cumpla con la definición de
la Unión Europea, pues no se cuenta con estructuras independientes
con camas en ninguna región. Cuatro comunidades sí tienen
profesionales especialistas en paliativos para niños (el hospital
Sant Joan de Deu de Cataluña, el Niño Jesús de Madrid, el materno
infantil de Las Palmas y el Son Espases de Baleares). Málaga,
Barakaldo, Sevilla, Alicante y Murcia disponen de servicios
domiciliarios integrados en otras unidades –como pediatría u
oncología pediátrica– que ni son exclusivos ni tienen autonomía
propia. En esta última región, según confirma la Consejería de
Sanidad, llevan varios meses sin los dos pediatras más dedicados a
la hospitalización en casa a causa de una baja médica y un
traslado a la UCI pediátrica.
En el resto de ciudades no
hay redes organizadas, frente a las 502 unidades de paliativos
generales que se distribuyen por el territorio, según datos de
2014 expuestos en la II Jornada de Cuidados Paliativos Pediátricos
que se celebró este jueves en Madrid.
Esta deficiencia del sistema
se intenta suplir con parches de urgencia que buscan mejorar la
calidad de vida de los pacientes y reducir la angustia de las
familias. Pero la formación sobre la marcha y la capacidad de
atención es insuficiente. "Entre 7.000 y 10.000 niños y niñas
(entendiendo como tal menores de 20 años) necesitan este servicio,
que solo llega a un 10%", explica el doctor Ricardo Martino,
coordinador de
la unidad del hospital Niño Jesús.
Pediatras que aprenden
sobre la marcha
El desequilibrio, critica
Martino, "genera desigualdad entre los niños y las niñas" en
función del lugar en el que residan. A Meritxell la atienden en
casa una vez por semana –aunque también, si así lo requiere, de
urgencia– una pediatra y una enfermera que se forman a la vez que
Bibiana, la madre de la niña y la persona que mejor conoce los
síntomas y la evolución de su hija. Dedica a su cuidado las 24
horas del día. "Estamos aprendiendo juntas y el soporte se nota",
asume la mujer, que enfrenta con resiliencia un nuevo viaje a
Madrid que de antemano sabe que va a ser complicado.
Es su primera cita con los
especialistas en paliativos de Madrid y Bibiana da la bienvenida
con optimismo a este nuevo punto de apoyo. Una pediatra explora a
Meritxell, aunque la consulta se basa, sobre todo, en escuchar a
la familia. "Lo ideal es conocer al niño y a partir de ahí
asesorar o colaborar con los pediatras de sus ciudades. Hay mucho
de trabajo en red", señala el doctor Martino. La visita se
desarrolla en una suerte de barracón instalado en el hospital por
falta de espacio. En el cartel de la entrada puede leerse:
pediatría social.
A Meritxell
le diagnosticaron Tay-Sachs hace un año y medio, tras casi
otro año de tumbos entre pruebas imposibles y consultas. La niña
ha dejado de hablar y de caminar, y se alimenta a través del botón
gástrico colocado a la altura del ombligo por el que Bibiana, con
la precisión de una especialista, le introduce la nutrición
enteral con una jeringa. Tampoco puede beber agua por la boca
porque se atraganta incluso con su propia saliva. La capacidad
para conectar con el medio, con el cariño infatigable de su madre,
está casi intacta. Por los pasillos del hospital, aún azotada por
los viajes y las esperas interconsulta, se le dibuja en la cara
con mofletes una sonrisa expresiva.
Evitar los ingresos en
el hospital
La unidad de paliativos
pediátricos de Madrid, nacida en 1998 y formada por 15
profesionales –incluyendo una psicóloga, una trabajadora social,
una farmacéutica, un conductor...–, atiende al año a unos 90
niños, el mismo volumen que pasa por el hospital barcelonés Sant
Joan de Deu. Se trata, según está concebida la red, de que los
pacientes no tengan que permanecer en el hospital, sino ser
controlados desde casa con visitas domiciliarias del equipo de
forma regular, en función de las necesidades.
"Somos la comunidad que más
recursos tiene en un contexto en el que socialmente seguimos sin
aceptar que los niños mueren. Es una realidad. En España fallecen
3.500 niños al año y solo en la región de Madrid unos 400, hasta
los 20 años de edad, que es lo que nosotros consideramos como
pacientes de pediatría, aunque cada comunidad –e incluso cada
centro– fija una edad. Al menos 200 de estos fallecimientos son
previsibles, por lo que su proceso final puede ser de mayor
calidad con una buena red de paliativos pediátricos", apunta el
doctor Martino.
Meritxell y su madre Bibiana en el hospital
Niño Jesús de Madrid. / S.P.
Cuidado, pero también
acompañamiento
Algunas regiones,
según el documento aprobado por Sanidad el año pasado
–coordinado por el propio doctor Martino–, ni siquiera cuentan con
un plan de paliativos generales, como Canarias o La Rioja. En este
mismo texto, titulado 'Cuidados paliativos pediátricos en el
Sistema Nacional de Salud: Criterios de Atención', se contempla
que todas las comunidades deben incluir en sus respectivos planes
regionales cómo atender a los niños en la fase final de su vida.
En seis de ellas, la atención pediátrica de cuidados paliativos
forma parte de la cartera de servicios, "lo que no implica la
existencia de dispositivos específicos de atención".
"El objetivo en todo caso es
que el niño o la niña viva lo mejor posible.
Cuando sabemos que va a morir, dejamos
de pensar en la muerte y nos centramos en que viva lo más pleno y
feliz posible, buscando su mejor interés. Ayudar a la familia a
fortalecer vínculos y su identidad como familia, entre hermanos,
padres... Se trata no solo de cuidar, sino también de acompañar
para que sean capaces de afrontar periodos de respiro: momentos de
descanso que son imprescindibles para que puedan seguir cuidando.
Muchas personas pasan semanas sin dormir que llegan totalmente
desfondadas, física y emocionalmente", resalta el médico.
De acuerdo con las cifras
que maneja la unidad de Madrid, el 70% de los pequeños atendidos
tienen enfermedades distintas al cáncer, una dolencia que en niños
está más visibilizada. De hecho, varios hospitales (como el Vall
d'Hebron y la Fe de Valencia) cuentan con un servicio de oncología
pediátrica que sostiene también una red de cuidados en la fase
final de la vida de los pacientes.
Con todo,
Martino insiste: "Los paliativos se vinculan siempre a esta
enfermedad, que es muy grave, pero no hay que olvidar que la mayor
parte de los niños fallecen por otras causas. Si se quiere dar
atención paliativa universal hay que pensar en atender y formarse
sobre todo tipo de enfermedades".