Captura de un vídeo que denunciaba los
maltratos a internos en el centro de menores
Tierras de Oria de Almería.
Eso es lo que se llama una "sujeción
mecánica".
El caso Iliass Tahiri,
el joven que murió el 1 de julio de 2019 en
un centro de menores infractores de Almería
en manos de unos guardias que le aplicaban
lo que ha venido a llamarse una contención
mecánica –un eufemismo para no decir lo que
es realmente: atar a una persona con correas
o bien boca arriba o bien boca abajo– ha
abierto un debate sobre la abolición de
semejante método, utilizado en España, con
cobertura legal, para calmar a adolescentes
en estado de agitación.
El Defensor del Pueblo, Francisco
Fernández Marugán, ha exigido su
supresión, y el fiscal Carlos Castresana,
en un contundente escrito en el que reclamó
la reapertura del caso Tahiri, que en
este momento permanece archivado en un
Juzgado de Purchena (Almería), ha puesto el
foco en la responsabilidad penal de quienes
establecieron el protocolo que permitía a
los guardias del centro Tierras de Oria –de
titularidad pública, de la Junta de
Andalucía, que gestiona la Asociación Ginso–
donde murió el joven, atar boca abajo a un
menor.
"La contención es una
experiencia muy traumática. Hay varios
estudios que demuestran que, para la persona
que la ha sufrido, ha sido una experiencia
que rompe la confianza con el sistema de
salud o con el de protección de menores.
Sobre personas con deterioro cognitivo
importante puede que no cause el mismo
efecto, pero para la inmensa mayoría de
personas es una experiencia que produce un
daño psicológico: ver que por la fuerza te
atan a una cama", afirma a Público en
conversación telefónica Pau Pérez-Sales,
director del Centro SiR[a] de Atención a
Víctimas de Violencia y asesor del Mecanismo
Nacional de Prevención de la Tortura.
A Tahiri le
practicaron una contención boca abajo. "La
contención boca abajo favorece la tortura y
los malos tratos. En el centro de Almería no
debería haber contenciones mecánicas. No hay
ninguna razón para hacer una contención
mecánica de un menor. Hay muchos centros de
menores que no han tenido contenciones en
años. Es evidente que en algunos existe un
talante de diálogo. Y en otros, se avisa a
seguridad de inmediato. Y lo que hacen es
una intervención de castigo, el aislamiento
o las contenciones. Y no son contenciones
educativas", afirma Pérez-Sales,
quien es autor de numerosos trabajos de
investigación en su campo, entre ellos uno
dedicado específicamente a estos asuntos: Tortura
Psicológica: Definición, Evaluación y
Medidas.
Al respecto del debate sobre
las contenciones efectuadas boca arriba y
boca abajo, Pérez-Sales aporta varias
reflexiones. Primero asegura: "Hay quien
dice de manera errónea que la contención
boca arriba es peligrosa, porque la persona
puede vomitar, aspirar el vómito y morir por
asfixia. Eso es falso. Se levanta el
cabecero de la cama 20-25 grados y se
resuelve. Boca abajo, la persona tiene la
cabeza contra la almohada, presión en el
pecho. La contención boca abajo provoca más
mortalidad. Eso son datos basados en
revisiones epidemiológicas, no son opiniones
o intuiciones".
Y luego añade: "Si a ti te
contienen boca arriba, puedes ver, te pueden
explicar, te pueden dar una medicación, un
vaso de agua, hay una forma humana de
relacionarse. Boca abajo, no puedes
defenderte. Ni puedes orinar, ni te pueden
dar medicación, ni de comer ni de beber. Es
una situación de indignidad. O es un proceso
terapéutico para ayudar a alguien o es un
puro castigo. Cuando dejas atado a alguien
tres, cuatro, seis horas, es evidente que la
función no es que se tranquilice, sino un
castigo".
Pérez-Sales remacha:
"El caso de Almería tiene un precedente: Ramón
Barrios [quien murió en 2011 en un
centro de Madrid]. Fue lo mismo y no se
aprendió nada. Esto ha vuelto a ocurrir. Se
utilizan procedimientos inadecuados".
Un mínimo de 360 sujeciones
en dos años
La sujeción mecánica es un
procedimiento que solo debe aplicarse, según
las instrucciones de la Junta de Andalucía,
en una situación de extrema gravedad en la
que el diálogo y la intervención educativa
son inviables y con el único fin de evitar
que el menor o el resto de personas del
centro puedan sufrir daño alguno.
En el año 2016, tres años
antes de la muerte de Tahiri,
el Comité para la Prevención de la
Tortura (CPT) del Consejo de Europa visitó
el centro Tierras de Oria y, aunque
manifestaba que la situación general era
normal –"los episodios de violencia entre
los internos no eran muy frecuentes y el
personal normalmente intervenía
adecuadamente"–, documentó al menos el uso
de restricciones mecánicas en 24 ocasiones
entre enero y septiembre de ese año.
"Esta medida normalmente
duraba entre una y dos horas. A los menores
inmovilizados no se les permitía ir al baño
(pese a pedirlo) y en algunos casos se
habían orinado encima", se puede leer en
el informe del CPT.
Esta es la descripción que
hizo el Consejo de Europa de las
contenciones con medios mecánicos en Tierras
de Oria: "El centro disponía de una
habitación específica para la restricción
mecánica, que estaba equipada con una cama
(que no estaba anclada al suelo) equipada
con tres pares de asas a lo largo del borde
para atar las correas. Los menores eran
atados a la cama boca abajo, con las muñecas
y los tobillos (y a veces el torso) atados a
la cama con correas y con las piernas bien
abiertas. El menor que se encontraba atado
era constantemente vigilado por un miembro
del personal a través de una ventana con
barrotes, pero no había ningún miembro del
personal continuamente presente en la
habitación".
Los centros de internamiento
para menores infractores en Andalucía
aplicaron sujeciones mecánicas a jóvenes al
menos en 360 ocasiones durante 2017 y 2018,
según los datos que maneja la Junta de
Andalucía. En el primer año, fueron 106
chavales diferentes los que soportaron esta
práctica; y en el segundo, 121.
Esta cifra supone una cada
dos días y es solo una referencia mínima,
porque al menos hasta la muerte de Tahiri,
la existencia de libros-registro de estas
actuaciones, obligatorios en los centros de
reforma, no eran de uso común. En Tierras de
Oria, donde murió Tahiri de hecho, no
existía, según un informe del Defensor del
Pueblo. Por tanto, pueden ser más.
Reformas de la normativa
El Defensor Marugán señaló
en un comunicado hecho público en fechas
recientes que existen alternativas a la
sujeción para afrontar una situación de
tensión o de violencia, y recomendó "una
decisión rápida y radical, que termine
definitivamente con las sujeciones
mecánicas", lo que "exige la reforma del
Reglamento de la Ley Orgánica de
Responsabilidad Penal de los Menores":
"[Hay] técnicas no invasivas, propias de una
nación civilizada y del desarrollo del
conocimiento científico, que permiten
abordar con éxito situaciones límite sin
poner en riesgo la vida ni la integridad
física de quienes han de ser sometidos a
ellas".
La Asociación Española de
Neuropsiquiatría, la Confederación Salud
Mental España y las federaciones catalana y
andaluza de Asociaciones de Salud Mental
firmaron en junio de 2016 el manifiesto
de Cartagena, en el que instan a la
supresión de todas las contenciones
mecánicas porque implican "un sufrimiento
psíquico traumático" y "pueden romper los
vínculos terapéuticos y comprometer el
proceso de recuperación".
"El abanico de la coerción en
la asistencia psiquiátrica es amplio e
incluye el uso del poder, la fuerza o la
amenaza para lograr que una persona que está
siendo atendida haga o deje de hacer algo en
contra de su voluntad. Nos referimos
especialmente al uso de sujeciones o
contenciones, aislamiento y otras formas de
coacción. Creemos que es el momento de
avanzar en la toma de conciencia sobre estas
prácticas que no garantizan los derechos de
las personas; de trabajar para su
eliminación y para la erradicación de las
deficiencias que las hacen posibles", se lee
en el manifiesto.
Al respecto de la mejor
manera de afrontar una crisis, afirma Pérez-Sales:
"Si tienes un adolescente agitado, tienes
que tenerle en una habitación, con
psicólogo, con educador, conversando con él
e intentando hablar una, dos o 5 horas hasta
que la situación se calme. Se le puede dar
medicación. Hay alternativas, lo que pasa es
que requiere un personal formado en
situaciones de crisis. Hay gente que tiene
entrenamiento en desescalada de crisis.
Aíslas a la persona y haces una intervención
con los profesionales que hagan falta".
El director del Centro SiR[a]
de Atención a Víctimas de Violencia y asesor
del Mecanismo Nacional de Prevención de la
Tortura alerta sobre las razones, reales,
que hoy en día dificultan la erradicación de
las sujeciones: "La realidad es que cuando
eso ocurre [cuando se afronta correctamente
una crisis] tienes a la mitad del personal
hablando con un joven. Falta [por tanto]
formación, falta de claridad técnica y
también falta personal".