“Mamá, papá, ¿puede venir un
amigo a dormir a casa?”. Es una de las preguntas más temidas por los
padres de hijos adolescentes que empiezan a explorar su sexualidad, pero
también abre la posibilidad de cederles un espacio seguro donde mantener
sus primeros encuentros. Los expertos en sexología vienen a señalar que lo
más importante, más allá de dejar o no la casa, es cómo se aborda la
educación sexual en la familia antes de llegar a la adolescencia y que
cada una gestionará la cuestión de forma diferente.
El vicepresidente de la
Asociación Estatal de Profesionales de Sexología ( AEPS),
Mikel Resa, indica que “en familias donde, desde pequeños, se aborda el
tema de la sexualidad de forma natural, es más probable que, en el momento
en que vaya a tener esa posibilidad de llevar a alguien a casa, el
adolescente lo plantee. Sería un poco extraño que lo hiciese si no se ha
hablado nunca del tema”.
“Es, sobre todo, un tema de
confianza”, reconoce María Capellán. Ella tiene una hija de 17 años, con
la que procura hablar “de todo tipo de cosas” y a la que está dispuesta a
dejar que esté en casa con su pareja, cuando llegue el momento. “Mi madre
y mi suegra me lo permitieron, ¿cómo se lo voy a negar a mi hija? Lo
intentaríamos normalizar, poniendo ciertas normas, pero normas en casa ya
las tenemos ahora” razona. Desde su punto de vista, esta postura supone
darles a los jóvenes “un espacio seguro”. “Le hemos dicho, incluso, que si
le hace falta le pagamos un hotel, pero que no se vaya en mitad de la
calle”.
“Si durante mucho tiempo se
crea un vínculo de confianza, alguien puede plantear mantener relaciones
sexuales en casa”, explica Resa. Pero, en todo caso, “tenemos que
plantearnos nuestras propias emociones” como padres, y expresarlas: “Como
padre me crea mis dudas. Por una parte hay un entorno de seguridad y
confianza, pero por otra puede que en mi casa me dé cierto reparo”. Por
eso, “no podemos decirle a nadie que haga teatro y sea quien no es. Si te
genera una situación de malestar, no lo hagas”, recomienda, porque “la
educación es buscar entre todos lo forma de gestionarlo lo mejor posible”.
Así, cada familia aborda el
tema de diferente manera y no siempre hablándolo abiertamente. “Hay padres
que se van un fin de semana o les dicen que van a ver una película y
tardarán tres horas en volver. Es su manera de dar permiso sin decirlo
explícitamente”, indica la psicóloga y sexóloga María Victoria Ramírez, delasexología.com.
En otros casos, “ni se lo plantean, porque es algo que les duele, un
símbolo de que su hijo se hace mayor”, añade la directora del Instituto
de Pedagogía y Sexología Soma de Bilbao, Ismene Camarero.
Sea como fuere, “si decides
darles el ‘sí’ o el ‘no’, desde el punto de vista de la educación
afectivo-sexual, los motivos tendrían que ser más educativos que
ideológicos. Es decir, si consideras que la casa no es el lugar para tener
sexo y que tus hijos deben ‘buscarse la vida’ y no darles todo masticado,
perfecto; si lo haces porque te parece que es indecente o es una falta de
respeto, les estarás mandando el mensaje de que tú no eres la persona con
la que tienen que hablar de sexo si algún día lo necesitan”, desarrolla el
vicepresidente de la Asociación de Especialistas en Sexología (AES),
José Bustamante
Encuentro erótico más amplio
“Que los adolescentes tengan la
posibilidad de encontrarse íntima y tranquilamente es algo que abre muchas
posibilidades”, indica Camarero. “Cuando compartimos intimidad,
compartimos nuestra fragilidad, nuestros cuerpos y hay pequeños detalles
que requieren tiempo y estar muy presente en el otro”, explica. Por eso,
cuando no se dispone de ese espacio íntimo y tranquilo se producen
“encuentros muy concretos, más rápidos y que tienen que ver con la
sexualidad más masculina, que tiene una eyaculación y termina, donde ni
los hombres ni las mujeres están descubriendo las posibilidades de un
encuentro”, señala la experta.
Camarero apunta a que “hay una
idea que los jóvenes reciben desde fuera, centrada en la penetración, y
otra que se puede transmitir desde casa, de que un encuentro erótico es
algo mucho más amplio”. “Hay una presión social para que todo acabe en
coito”, coincide Ramírez. Por eso, “la familia debe ir transmitiendo
actitudes que permitan al chico o la chica tener un concepto de sexualidad
amplio”, señala.
Además, ofrecer la casa sin
haber abordado la sexualidad previamente puede suponer para los hijos una
presión añadida. “Igual con 16 años no les apetece hacer el coito y
prefieren toquetearse y darse cuatro besos. Si de repente le das un condón
y le dices que se puede traer a la novia a casa, le estás presionando y
transmitiendo lo que se supone que tiene que pasar, dando por hecho además
que es heterosexual”.
“Es algo que queremos hablar
abiertamente, pero no sabemos cómo enfocarlo, porque le resulta violento”,
reconoce Charo Juanena, que tiene una hija de 15 años. En su caso sabe que
cuando se plantee la posibilidad de que la chica vaya a casa con su
pareja, lo aceptará. “Es un poco difícil saber cómo vas a reaccionar, pero
me gustaría pensar que bien. Todo depende de si lo que trae a casa es una
cosa normal. En ese caso, no habrá ningún problema”, afirma antes de
señalar que cuando ella era adolescente “en casa no se hablaba de sexo,
como en muchas familias de la época. Además, el sexo se veía como una cosa
tabú. Yo no quiero que mi hija viviera el sexo como yo, porque bien
llevado, es bueno”.
Charo acude a talleres sobre
sexo organizados por el AMPA del instituto de su hija y que imparten
profesionales del Instituto Soma. “En esas clases lo hablamos y nos dicen
que el sexo son muchas cosas, más allá de la charla”, explica.
Precisamente, los sexólogos apuntan a que es imposible no hacer educación
sexual en la familia. “Incluso en el silencio estamos haciendo educación
sexual”, señala Resa. Bustamante pone algunos ejemplos: “Cuestiones tan
sencillas como abordar una pregunta sobre sexualidad, aprovechar el
embarazo de alguien cercano para hablar de sexo, nombrar a los genitales
por su nombre, no censurar el contacto exploratorio de los niños y las
niñas e, incluso, no cambiar de canal sin explicaciones cuando aparezca un
beso, un desnudo o una escena de sexo en televisión, son ejemplos de como
abordar la sexualidad”.
“En casa intentamos abordar
estos temas con normalidad, no tanto como que vamos a tener una charla
sobre el tema, porque se mueren de vergüenza y no la tienes”, indica
María. Así, ha mantenido conversaciones con su hija en “momentos más
distendidos”. “Si sale cualquier noticia por televisión la comentas. Por
ejemplo, si sale un abuso le decimos que a la primera señal, nos avise”,
explica. Para Ramírez, la educación sexual supone también “educar en
igualdad, enseñarles que son queridos y valiosos, lo que fomenta la
autoestima, y les permite ir a las relaciones sexuales más seguros, con
capacidad de negociar y de decir que sí o que no, sin dejarse llevar por
lo que hacen otros”, indica.