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Tus hijos pueden implicarse en las tareas del hogar
antes de lo que piensas
Entre los 2 y los 3 años pueden guardar sus juguetes
en cajas, limpiar los muebles, ayudar a recoger el lavavajillas, poner la
mesa o tirar cosas a la basura
"El fin último de todo esto es educar a personas que
entiendan que hay cosas en la vida que te puede no gustar hacer, pero que
son necesarias para una buena convivencia”, explica el experto Enrique
Castillejo
Patricia Gea
19/03/2018

Varios niños. EFE
¿Qué hay de malo en que un niño pequeño asuma responsabilidades
en el cuidado del hogar? Pedagogos y psicólogos consultados coinciden en que no
sólo no genera ningún tipo de problema, sino que encargarles tareas desde los
primeros años de vida les reporta beneficios objetivos a muchos niveles:
potencia sus capacidades, mejora su autoestima y autoconcepto al ver que pueden
hacer las cosas solos, les prepara para su vida en solitario y les educa en
igualdad. No hacerlo, explican, puede llevarnos a criar al "niño dictador" que
asume que no tiene obligaciones y que quienes le rodean están a su servicio.
"Aunque sin mala voluntad, la culpa es a menudo de
los padres y las madres –explica el psicólogo infanto-juvenil Abel
Domínguez-–que creen que dejar a los niños y niñas implicarse en la casa es
una manera de rebajarles, que son demasiado pequeños para hacerlo, o
prefieren directamente encargarse ellos porque es más rápido y cómodo que
invertir tiempo en enseñarles". Pero no tienen ni siquiera por qué haber
aprendido a hablar para entender que tienen que ocuparse de determinadas
labores. En las primeras etapas de la vida el desarrollo de la comprensión
es mucho más rápido que el del lenguaje y ya pueden, por ejemplo, a los dos
años, interpretar que deben hacerse cargo de recoger sus juguetes, limpiar
sus muebles o ayudar a poner la mesa. Hay métodos más o menos útiles que
varían con la edad para que el aprendizaje sea eficaz.
Abel Domínguez recomienda cuando son muy pequeños
utilizar siempre las mismas palabras para que el niño o la niña pueda
asociar fácilmente el mandato con la actividad: "a ordenar", "a limpiar".
Más adelante, hasta que empiezan a tener conciencia plena de sus acciones
(esto sucede alrededor de los ocho años) se debe plantear la tarea como un
juego. En este momento es muy importante la capacidad del padre y de la
madre para transmitir motivación, según el psicólogo. "Ellos no saben si
pasar la escoba es aburrido o divertido, así que de la forma en que lo
planteemos dependerá que quieran hacerlo y aprenderlo o no".
Utilizar recompensas es contraproducente
El presidente del Consejo General de Colegios
Oficiales de Psicólogos y Pedagogos de España, Enrique Castillejo, apunta en
este sentido que hay que cuidar que, a la vez que se plantea la tarea como
un juego, quede claro que es una obligación. "Tienen que saber que aunque el
procedimiento es lúdico, el objetivo no, y que si no cumplen con su labor,
se la cargan a otro". Organizar la limpieza en torno a unos horarios ayuda a
establecer rutinas en la casa, y, a ellos, a entender que hay un tiempo para
cada cosa, algo que les va a suceder en la vida adulta. "Podemos hacer plannings con
cartulinas e iconos. Es atractivo y establece lo que cada uno debe hacer sin
dar lugar a discusión: lo dice el planning".
¿Qué pasa si se niegan a hacerlo? ¿Hay que
estimularles con recompensas, forzarles, o castigarles? "El fin último de
todo esto es educar a personas que entiendan que hay cosas en la vida que te
pueden no gustar hacer, pero que son necesarias para una buena convivencia",
explica Enrique Castillejo, así que "la recompensa" no es una buena fórmula
porque aprenderá a recibir algo a cambio y además su efecto es cada vez
menor.
Para Abel Domínguez, lo mejor es no "forzarles,
darles un tiempo para que lo hagan y explicarles que la familia es como un
equipo y que si todos cumplen con su función no habrá gritos ni
persecuciones, sólo bienestar". Un truco que propone el psicólogo para
desbloquear la negativa del niño a hacer la tarea es darle a elegir entre
dos opciones ("¿qué prefieres hacer, esto o esto?"), porque le produce la
sensación de ser él quien tiene el poder de decisión, y sin embargo, aunque
existe, es muy limitado.
Aprendizaje vicario: tus hijos te imitan
Si nuestros hijos no nos ven dedicar tiempo a las
tareas del hogar, o que, si las hacemos, es entre quejas, todos los juegos
y plannings no servirán para nada por muy
atractivos que sean. El aprendizaje vicario (por imitación) juega un papel
muy importante a lo largo de toda la vida, pero mucho más en los primeros
años. "Llegados a este punto no se puede obviar una cuestión clave en la
política de los cuidados, y es que se plantea en la sociedad como una
cuestión femenina y, por lo tanto, aburrida", afirma María Acaso, psicóloga,
educadora y escritora. Con ella coinciden Abel Domínguez y Enrique
Castillejo, que advierten que existe una tendencia a asignar unas tareas
diferentes a los niños que a las niñas y que, además, esta cultura no sólo
se establece en el hogar, si no "también en la escuela".
"En los colegios y guarderías no se hace un trabajo
en este sentido porque está fuera de nuestro sistema educativo… ¿Qué
sucedería si en los colegios españoles se asignasen tareas en el propio
centro como sucede en otros países de Europa, o si se impartiesen
asignaturas relacionadas con las tareas del hogar?", se pregunta Castillejo.
María Acaso cree que se disiparían en cierta medida las connotaciones
negativas que rodean a labores que culturalmente se entienden como
femeninas. "Esto se puede ver incluso en los patios: el fútbol, que es lo
divertido, capitaliza el momento del recreo. ¿Las niñas qué hacen? Sentarse
a hablar, que es más aburrido", apunta Acaso.
Esto se puede trabajar en el hogar, leyendo la
prensa, libros o cuentos y analizando con ellos qué papel se asigna a cada
género, y desterrando la cultura audiovisual mainstream.
"Las películas Disney nos dan a entender que las mujeres tenemos un gen que
nos predispone a cuidar de la casa y de los demás, y esas son las películas
que se ponen en las casas y en los colegios. Si tenemos en cuenta que en
esos años el aprendizaje por imitación tiene una importancia capital,
podemos elegir contenidos alternativos que establezcan otros roles. Pippi
Lamstrung (Pippi Calzaslargas), por ejemplo, una niña con una fuerza
sobrenatural que hace lo que quiere…", aconseja María Acaso.
"Si además de esto trabajamos en un reparto de tareas
equitativo entre el padre y la madre, tanto en el cuidado del hogar como en
el cuidado a los demás, y elaboramos una serie de estrategias para hacer
divertidas las labores que parecen tediosas, tenemos garantizada una
deconstrucción de la cultura de género. Los niños y las niñas serán el día
de mañana responsables, autosuficientes e iguales", dice la experta.
Tabla de tareas en función de la edad
Entre 2 y 3 años: pueden guardar sus
juguetes en cajas, limpiar los muebles, ayudar a recoger el lavavajillas,
poner la mesa, tirar cosas a la basura.
Entre 4 a 5 años: ordenar su cuarto,
los cubiertos, doblar ropa.
Entre 6 y 7 años: preparar platos
sencillos de comida, tirar la basura.
Entre 8 y 9 años: poner el
lavavajillas, aspirar la alfombra, cambiar una bombilla.
Entre 10 y 11 años: limpiar el baño,
coser cosas sencillas, comenzar a planchar su ropa.
A partir de los 12 años: realizar
reparaciones sencillas en casa, pintar las paredes, planchar la ropa.
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