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Una pediatra arrasa en las redes con su carta viral a
Cárdenas
Viernes 09 de Junio de 2017
 
El revuelo entorno a Javier
Cárdenas no cesa. El eco generado por relacionar la administración de vacunas
con casos de autismo en niños no para.Han
sido muchas las voces que han destacado la irresponsabilidad de emitir opiniones
de este tipo, sin ninguna
evidencia científica y que no ayudan a concienciar a la población de la
necesidad de las vacunas.
Cárdenas,
en una huída hacia adelante, se
defiende diciendo que él no asegura esa relación, sino que habla de noticias
en diferentes medios que la sostienen.
Pero no
puede demostrar que esos medios y esos estuidos sean reales y pese a ello lo
divulga. Así, no es de extrañar, que una gran cantidad de profesionales
sanitarios hayan
querido alzar la voz para afear la conducta del locutor de Europa FM.

Y una de las
más divulgadas ha sido la de la pediatra Lucía Galán Bertrand,
conocida en las redes sociales como Lucía, mi pediatra ha querido contestar
al presentador y recordarle la importancia de no difundir opiniones tan
vagas como la suya.
Respeta su profesión
La
profesional arranca su carta mostrando respeto por Cárdenas y por su su
profesión e intenta (y lo hace) desmontar las teorías que propagó en sus
micrófonos.

Así entiende
la dificultad del directo: "me puedo imaginar lo difícil que es hablar
durante horas cada día frente a miles de personas y hacerlo en directo",
pero le anima a cambiar de actitud:"aquí
cada uno debemos asumir nuestra responsabilidad en nuestro trabajo y la de
usted como periodista y comunicador es ser fiel a la verdad".
Tras ello,
comienza a relatar la cantidad de ocasiones que diferentes padres le
cuestionan sobre los problemas de las vacunas, sobre las consecuncias, sobre
lo que escuchan... y
ella tiene la ardua labor de explicar, de concienciar de la necesidad de las
mismas.
Una carta viral
Por ello, le
invita a que reflexiona sobre su actitud y las consecuencias que pueden
tener, tras animarse a escuchar su programa de radio:"leo
y escucho detenidamente sus declaraciones en la radio sembrando la duda
sobre las vacunas y el autismo, hablando de epidemia de autismo y de metales
pesados y de verdad que de pronto me vi, desde mi consulta, luchando contra
Goliat". (Leer
carta completa aquí)
Le insiste a
Cárdenas de la peligrosidad de su discurso: "mire
Sr. Cárdenas, podría contarle el inmenso trabajo y esfuerzo que supone
convencer a unos padres con un hijo que padece un Trastorno del Espectro
Autista que su patología nada tiene que ver con las vacuna".
Quizá tras esta reflexión, que ya se ha hecho viral,
Javier Cárdenas reflexione y no culpe al empedrado de las críticas
recibidas.
LA CARTA
8 Junio, 2017
Estimado Sr.
Cárdenas:
Mi nombre es
Lucía Galán Bertrand, soy médico especialista en pediatría.
Le escribo esta
carta desde el respeto profundo hacia su profesión.
Me puedo imaginar
lo difícil que es hablar durante horas cada día frente a miles de
personas y hacerlo en directo. Las contadas ocasiones en las que he
salido de mi consulta y me he enfrentado a una cámara de televisión
para hacer lo que hace usted cada día en la radio, han sido para mí un
verdadero reto. Un reto básicamente por
sentir el enorme peso de la responsabilidad al saber que millones de
personas me van a escuchar. En apenas unos minutos quiero
transmitir un mensaje claro, directo y veraz a
los oyentes y esto, con los nervios del directo, las cámaras y las
decenas de personas que hay en el plató, sé que es muy difícil.
Pero aquí
cada uno debemos asumir nuestra responsabilidad en nuestro trabajo y
la de usted como periodista y comunicador es ser fiel a la verdad.
Ayer por la
mañana vi a más de una veintena de niños en la consulta con problemas
de todo tipo que ahora mismo no vienen al caso. A la última familia
que entró les conozco desde hace años, confían en mí plenamente y es
un verdadero placer verles de tanto en tanto en mi consulta. Ayer
venían para hacer la revisión rutinaria de salud. Aún con toda la
información que les he ido dando a lo largo de todos estos años y de
la confianza que han depositado en mí, al terminar la visita el padre
me dijo:
-
Lucía,
tengo dudas con respecto a una vacuna. Se oyen tantas cosas…
Y me lo dijo
titubeando, bajando el tono de voz, con mirada esquiva y casi con
miedo.
En ese momento
dejé de escribir en el ordenador, le miré fijamente y con una sonrisa
sincera, le dije:
- Bien, vamos a
intentar resolver tus dudas. Dime qué te preocupa.
Durante
los siguientes 30 minutos contesté a todas y cada una de sus preguntas
aportando información científica y contrastada, avalada y demostrada.
Hablamos largo y tendido de todo aquello que a él le preocupaba y le
di las gracias por haber compartido sus miedos conmigo y no con Google
o con el vecino.
- Gracias Lucía,
me has dicho todo lo que necesitaba saber. Ahora ya no tengo ninguna
duda.- me dijo sonriendo, ya más relajado y echándose hacia atrás en
la silla.
Terminamos la
consulta hablando de nuestros hijos, del verano y dándonos un abrazo.
Ayer salí más tarde de lo habitual del trabajo, no pasa nada, la
ocasión lo merecía. De hecho, salí contenta y orgullosa por lo que
había conseguido. Sí, muy contenta.
Pero antes de
coger el coche, entré en twitter y de pronto me encuentro con sus
desafortunadas declaraciones.
Sr.
Cárdenas tras escuchar el podcast el alma se me cayó a los pies.
Leo y escucho detenidamente sus
declaraciones (a partir de 3:02) en la radio sembrando la duda
sobre las vacunas y el autismo, hablando de epidemia de autismo y de
metales pesados y de verdad que de pronto me vi, desde mi consulta,
luchando contra Goliat.
Mire Sr.
Cárdenas, podría contarle el inmenso trabajo y esfuerzo que supone
convencer a unos padres con un hijo que padece un Trastorno del
Espectro Autista que su patología nada tiene que ver con las vacunas;
podría contarle el desgaste que nos supone a los miles de
profesionales de la salud y científicos de este país, luchar contra
los bulos y la desinformación, podría contarle incluso lo que supone
ver morir a un niño (y a dos y a tres….) en apenas 24 horas por una
sepsis meningocócica fulminante sin que puedas hacer nada porque la
bacteria lo devora vivo delante de tus narices, podría compartir con
usted la impotencia de decirle a unos padres que su hijo se ha muerto
por varicela, sí, por varicela esa enfermedad que todos hemos pasado y
que “nunca pasa nada”, dejémoslo en casi nunca;
podría contarle también el devastador brote de sarampión que estamos
sufriendo en Europa con miles de niños afectados, la mayoría de ellos
no vacunados y las docenas de muertes que ya van registradas en
Rumanía, Italia y en nuestro país vecino, Portugal… Podría
hablarle incluso de lo que a mí personalmente me supuso tener una
meningitis que casi acaba con mi vida y con la de mis padres al ver
impotentes que su hija se moría… Podría
contarle tantas y tantas cosas de enfermedades hoy en día prevenibles
gracias a las vacunas; pero no lo voy a hacer por no extenderme. Sólo
le voy a decir tres cosas.
-
Las
vacunas no causan autismo. Este
bulo nació en el año 1998 del Sr. Wakefield, médico corrupto al que
el Colegio General Médico Británico le retiró la licencia de médico
acusándole de actuar de forma deshonesta e irresponsable,
reconociendo que las conclusiones y los métodos del médico británico
eran falsos. Los pacientes seleccionados en su estudio pertenecían a
familias vinculadas al movimiento antivacunas. Y para más datos, la
generosa financiación provenía de un bufete de abogados que
pretendía demandar posteriormente a las farmacéuticas fabricantes de
la vacuna. Fue el mayor escándalo médico de la historia británica. En
los años posteriores se han publicado cientos de estudios
científicos con decenas de miles de niños estudiados y en ningún
caso se observó tal asociación. El daño estaba hecho y
miles de familias optaron por no vacunar causando la muerte por
sarampión de un gran número de niños en todo el mundo.
Desgraciadamente hay decisiones que te pueden costar la vida y lo
que es peor, la de tus hijos.
-
No hay
ninguna epidemia de autismo, para ser más exactos, de
trastorno del espectro autista. Se diagnostican más casos ahora
porque hasta hace unos años ni siquiera estaba contemplado en el DSM
(Diagnostics and Statistics Manual of Mental Disorders). Fue en el
año 1980 cuando se empezó a hablar de autismo, hasta la fecha a
estos niños se les trataba como una variante de la esquizofrenia
(terrible ¿verdad?). Ya en 1987 se desterró el término de autismo y
se sustituyó por “trastorno autista” y desde entonces los términos y
variantes diagnósticas, han ido evolucionando hasta el día de hoy.
Ahora se diagnostican más casos porque los profesionales estamos
formados en ello, porque estamos atentos, también los maestros y
profesores; porque el trastorno del espectro autista tiene unos
criterios claros que te llevan al diagnóstico, porque
afortunadamente desde los 18 meses los pediatras estamos en alerta y
porque forma parte de nuestro trabajo el identificar problemas en el
neurodesarrollo, cosa que no ocurría hace 20 años.
-
Las
vacunas son seguras, no contienen mercurio, son efectivas y salvan
cada año millones de vidas en el mundo. Las
vacunas suponen el mayor avance de la medicina en los últimos años y
sembrar la duda con informaciones desfasadas, equivocadas y falsas,
es una temeridad.
Y ya para despedirme, ahora
le voy a hablar desde mi sentir: leer estos comentarios es frustrante y agotador
para todos los que desde nuestro pequeño, pequeñísimo mundo luchamos cada día
contra los bulos, creencias y pseudociencias. Con que una sola familia haya
dudado o haya decidido no vacunar a sus hijos tras escucharle ayer en la radio,
ya habremos fracasado todos. Estoy en contra de cualquier tipo de linchamiento,
y entiéndame que esta carta no pretende serlo pero me resulta irresponsable y
temerario hablar frente a un medio de comunicación sin tener un conocimiento
profundo del tema y desde aquí le ofrezco toda mi buena voluntad para darle
fuentes fiables en las que documentarse antes de abrir un debate tan serio como
el de las vacunas.
Hablamos de vidas y de muertes…
Un saludo
cordial
Bibliografía
interesante para ampliar el tema:
Dra. Lucía Galán Bertrand. Pediatra y escritora.
Autora de:
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