Exclusiva de Público
http://www.publico.es/sociedad/menores-centro-acogida-concertado-xunta.html
Menores de un centro de acogida concertado con la Xunta denuncian agresiones
físicas de sus cuidadores
En una sesión pericial con un psicólogo, los menores
describen situaciones de crueldad y violencia verbal y física continuada por
parte de las religiosas y los educadores del Hogar de San José de las
Hermanas de la Caridad de Vigo. Un vídeo grabado en el interior del centro
muestra 'el cuarto del saco' donde se castiga a los menores: "Es lo peor".
27/10/2016
Imagen de la fachada del Hogar de San José de las Hermanas de la Caridad
de Vigo. /GOOGLE
JUAN OLIVER
Información exclusiva de 'Público'
Los nombres son ficticios para proteger las
identidades de los menores
VIGO.- José Ángel se lo cuenta al psicólogo despacio y sereno, todo lo
sereno que puede: “Cuando yo tenía seis o siete años había un niño llamado
Adolfo, era activo, inquieto... Era un niño normal. No lo hacía aposta. Y
recuerdo que más de una vez Sor cogía una cuerda de la comba y lo ataba a la
silla. Y Adolfo no sé qué decía y Sor le decía `¡Cállate’!. Y Adolfo no se
callaba. Y para que se callara, le ponía el trapo en la boca. Y estaba así,
con el trapo en la boca y atado a la silla”.
“Como si lo hubieran secuestrado”, apostilla Eva. José Ángel añade que,
previamente, la religiosa había cortado los mangos de una comba para
inmovilizar al crío con más facilidad.
Adolfo es un nombre ficticio, como el de José Ángel y Eva, y el de todos los
menores que aparecen citados en este reportaje. La transcripción anterior
corresponde a una sesión colectiva que seis de ellos mantuvieron hace poco
con un psicólogo y perito judicial para denunciar los malos tratos físicos y
psíquicos que dicen sufrir en la Fundación Casa de Caridad de Vigo-Hogar de
San José, un centro de menores concertado con la Xunta de Galicia que acoge
a una treintena de niños y adolescentes en situación de riesgo o desamparo.
Lo regentan y gestionan monjas de la orden de las Hijas de la Caridad.
Lo
que vio José Ángel hace ocho años (ahora tiene quince), según los chicos,
sigue ocurriendo ahora. “A mi hermana a veces la tienen atada porque no para
con los pies. Atada a la silla”, subraya Clara en el vídeo. Elisa, otra
chica de 16 años, asiente con la cabeza: “Sí, a la silla”.
"Sor le decía
'¡Cállate!'. Y Adolfo no se callaba. Y para que se callara, le ponía el
trapo en la boca. Y estaba así, con el trapo en la boca y atado a la silla"
Hace ocho años, un padre cuyos hijos eran usuarios de
día en el centro comenzó a denunciar la situación que los críos le contaban
ante varias instancias: Xunta, Fiscalía, juzgados, defensor del Pueblo...
Hasta a la Casa Real. Pero una tras otra fueron tumbando sus reclamaciones.
Dos semanas después de que el juzgado de Instrucción número Seis de
Pontevedra sobreseyera de nuevo una de sus denuncias, considerando
“improcedente” una nueva exploración pericial de los menores (el Instituto
de Medicina Legal de Galicia, el Imelga, ya había realizado una), solicitó
la ayuda de un psicólogo para que estudiara el estado de sus hijos y
comprobara si lo que le contaban era verdad.
“Sebastián (11 años), Esteban (13 años) y Arturo (9
años) coinciden en ser testigos de que a Manuela (7 años), una religiosa la
pone en decúbito ventral en el suelo y le cruza los brazos por la espalda,
empujando los brazos hacia arriba para generar dolor. Preguntados los niños
quién hace tal cosa, todos contestan al unísono: ¡Sor [el mismo nombre de la
religiosa que ataba a Adolfo]!’”. “Esta maniobra es una clásica palanca de
inmovilización, de uso de las fuerzas de seguridad”, abunda el perito en su
informe, en el que se recogen otras actuaciones similares y que finaliza con
esta conclusión: “Por el lenguaje utilizado, por la coincidencia en términos
de adultos y de emoción, la mayoría de los conceptos vertidos por los niños
tienen credibilidad”.
Ver vídeo en la
noticia:
http://www.publico.es/sociedad/menores-centro-acogida-concertado-xunta.html
“¿El cuarto del
saco?”, pregunta el psicólogo. Sí, el cuarto del saco: un sótano sin luz en
el que se ha colocado un saco de boxeo sobre el que a instancias de las
monjas los niños deben descargar su ira
Para la administración autonómica y judicial, sin embargo, no es así. Por lo
que padre y perito decidieron grabar en vídeo una nueva sesión con dos de
los chicos que ya habían participado en la primera, y con otros cuatro que
accedieron declarar. La grabación con su testimonio, al que ha tenido acceso
Público pero que se ha decidido no reproducir para protegerla identidad de
los menores, es espeluznante.
Cuentan que cuando algunas de las monjas o de los educadores creen que los
niños más pequeños se portan mal, los amordazan tapándoles la boca con un
trapo para que no puedan protestar. “Lo peor es que es un trapo usado (...),
de limpiar las mesas o de limpiar algún mueble”, narra Elisa. “Y después lo
cogen entre dos, o tres, o cuatro, según la persona que sea, y lo encierran
en el cuarto del saco y le cierran las puertas”.
“¿El cuarto del saco?”, pregunta el psicólogo. Sí, el cuarto del saco: un
sótano sin luz al que se accede por unas escaleras y en el que, según los
jóvenes, se ha colocado un saco de boxeo sobre el que, supuestamente y a
instancias de monjas y educadores, los niños deben descargar su ira.
Para los niños más
pequeños del centro ir al cuarto del saco “es lo peor”. Los aterroriza ese
castigo. Se mueren de miedo
El sótano está a oscuras y la mayoría de las veces
los pequeños están demasiado aterrorizados como para usar el aparato. Uno de
los chicos del centro grabó un video, que sí acompaña esta información,
colándose en el cuarto para mostrar entre sombras la cadena que lo sujeta y
las señales de golpes, patadas y arañazos en las puertas que se cierran con
llave. Según los adolescentes, para los niños más pequeños del centro ir al
cuarto del saco “es lo peor”. Los aterroriza ese castigo. Se mueren de
miedo.
La Consellería de Política Social de la Xunta admitió
ayer que hace una semana recibió el vídeo con la sesión pericial y que puso
en marcha el protocolo definido para estos casos: remitirlo a la Fiscalía de
Menores y abrir una investigación interna que incluye una visita sorpresa al
centro. El informe está siendo redactado por la inspectora. Preguntadas
sobre si se adoptado alguna medida de protección sobre los chavales que
aparecen en la grabación, por si sufrieran represalias, fuentes del citado
departamento recuerdan que no pueden trasladar a al menos dos de ellos
porque una sentencia de primera instancia ratificada por la Audiencia
Provincial de Pontevedra, ordena que permanezcan en él. También señalan que
el informe del Imelga, del 2014, asegura que entonces no se encontraron
indicios de malos tratos.
Esa versión contradice lo que dicen los chicos, que
entre ellos se muestran cariñosos y solidarios en el vídeo. Incluso se
consuelan cuando a alguno se le saltan las lágrimas cuando recuerdan un
castigo exagerado, una humillación, un golpe, un insulto...
Imagen de un pasillo del Hogar de San José de las Hermanas de la Caridad
de Vigo. /PÚBLICO
Sigue hablando y
relata cómo ha visto a un educador azotar a la hermana de Elisa con un libro
en la cara cuando se equivoca al cantar la tabla de multiplicar
Esteban sigue hablando y relata cómo ha visto a un
educador azotar a la hermana de Elisa con un libro en la cara cuando se
equivoca al cantar la tabla de multiplicar. El mismo día en que se graba la
sesión con el psicólogo, Elisa asegura que a la hora de comer, la misma
persona acaba de amedrentar a gritos a la pequeña: “Se le está cayendo un
diente y le dolía. Y [el educador] le decía ‘¡Come el pan, como el pan!
¡Eres tonta! No sabes comer, como sigas así te voy a separar de los demás,
¡vas a comer sola!’”. Para proteger a su hermana, Elisa se sentó junto a
ella y se tomó su almuerzo “a escondidas”.
La directora del centro, María Ángeles Oviedo,
asegura no tener constancia de los hechos, se remite a la Xunta para
cualquier aclaración y asegura que no tiene “nada que confirmar ni nada que
desmentir”. No da oportunidad al periodista para preguntarle si, como cuenta
Samuel, otro de los menores, en el centro se proporcionan fármacos a los
críos sin una orden médica que lo justifique.
“Mis dos hermanos son hiperactivos, y es normal.
Estás viviendo una situación que tus padres se divorcian, se pelean, sufres
malos tratos... Claramente vas a tener algún síntoma. Y lo que hacen no es
atarlos a la silla, sino que van a un sitio y les compran medicamentos. Y
eso no puede ser normal. A mi hermano eso le está haciendo tener unos tics
muy malos”, lamenta Samuel, imitándo esos tics involuntarios con una extraña
mueca en el rostro. “Y otro que es así”, continúa, abriendo la boca con el
labio inferior caído. “Y se queda así, con la boca abierta, porque no la
puede cerrar”.
"Me insultaban:
‘¡Eres un cerdo!". "Me metían en el baño”, continúa, y [la monja] me decía:
‘Te voy a poner un tapón en el culo a ver si te sale la caca por la boca’, y
cosas así"
En el vídeo, el psicólogo explica a los chavales que
la consecuencia normal de todo eso es que sufran algún trauma por lo que han
vivido. Primero en sus propias familias, y luego, según lo que cuentan, en
el Hogar San José, donde presuntamente tenían que recuperarse de lo
anterior. José Ángel, el mismo adolescente que narró al principio de este
texto cómo vio al pequeño Adolfo atado y amordazado a una silla, cuenta su
experiencia personal.
“Yo entré en el centro en el 2005. Y yo de pequeño
tenía un problema... No aguantaba mis necesidades. Y me cagaba en los
pantalones cuando tenía cinco años. O me meaba en la cama. Y en vez de
ayudarme, de decirme tienes que ir al baño, y eso, me insultaban: ‘¡Eres un
cerdo!”. “Me metían en el baño”, continúa, y [la monja] me decía: ‘Te voy a
poner un tapón en el culo a ver si te sale la caca por la boca’, y cosas
así”.
El psicólogo le explica: “Tú has debido tener una
vida muy mala, te deben haber pegado mucho. Y eso es un síntoma de no poder
controlarte”. José Ángel se queda pensativo, e insiste: “Tengo una duda. Yo
ahora, cuando quiero hacer pis, a mi edad, a lo mejor voy quince veces al
baño. Voy como si fuera con unas ganas muy grandes, y al final lo que orino
es muy poco. ¿Eso sería debido a...?”.
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