Rebelión
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220462
EE.UU., Cuba y los Derechos Humanos
Wilkie Delgado Correa
RebeliónEE.UU. no tiene razón, derecho ni moral
para erigirse en defensor de los derechos humanos
En ocasión de un nuevo aniversario de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos adoptada el 10 de diciembre de 1948, a la
cual ha seguido la aprobación de muchos otros instrumentos generales y
específicos que tienen relación con estos derechos, debe reconocerse que el
asunto está en boca tanto de violadores como defensores de los mismos.
En tiempos recientes, a pesar del supuesto interés
con normalizar plenamente las relaciones con Cuba, el gobierno
estadounidense y funcionarios de distintas jerarquías, y por supuesto que
políticos de toda laya, matizan sus declaraciones con un añadido sobre los
derechos humanos en Cuba. Además, el presidente Obama incluyó con realce el
tema en su directiva sobre Cuba y se ha permitido introducirlo en la agenda
de conversaciones bilaterales. El gobierno cubano ha aceptado el reto para
discutirlo, en plena igualdad, y analizar el cumplimiento real en ambos
países.
El gobierno estadounidense desde hace varias décadas
asumió como principio de su política exterior este tema, para descalificar a
otros gobiernos, para amenazarlos, para sancionarlos y hasta para
invadirlos. Ejemplos sobran y son acontecimientos que han estremecido el
pasado y constituyen en el presente una realidad cotidiana, sobre lo cual
han formado y forman una alharaca en el mundo.
Para ponerle fin – o al menos declararla ilegítima
expresamente- los países debieran promover una resolución en la Asamblea
General de las Naciones Unidas que condene y prohíba utilizar este tema para
la valorización y satanización, en forma unilateral, de los otros países por
cualquier estado, o bloque, ya que debe ser en el seno del Consejo de los
Derechos Humanos de la ONU donde se diriman las diferencias, se promueva la
vigencia plena de los derechos y se adopten recomendaciones para la
suscripción de los instrumentos internacionales, teniendo en cuenta la
diversidad de los regímenes políticos existentes en el mundo, en ocasión de
la rendición de cuentas o análisis periódico y universal por países que se
realiza en dicho órgano competente. Y también debiera prohibirse su
introducción en discusiones bilaterales, ya que EE.UU. no tiene ese papel,
ni ninguna otra nación o bloque, por ningún fundamento o mecanismo terrenal,
y menos divino. Hay que ponerle coto a las pretensiones infundadas de los
gobiernos estadounidenses y otros y sus jaurías mediáticas para ponerle el
marbete que sólo aplican a los gobiernos cuyas políticas las consideran
contrarias a sus intereses, mientras guardan un silencio cómplice, defienden
y apoyan con dinero y armas y estrategias a los más connotados regímenes
violadores de los derechos humanos. ¿Habrá que citar los muchos casos en que
eso ocurrió en épocas pasadas y ocurre actualmente en cualquier parte del
mundo?
Algunos papanatas pueden creer que EE.UU. es el
paraíso terrenal para el disfrute de tales derechos, y que, por supuesto, si
hablan tanto de los derechos humanos es por que son un dechado en suscribir
y ratificar todos o la mayoría de los instrumentos legales que se han
aprobado para su defensa. Hablan y cacarean tanto al respecto, que no se le
podría exigir menos. Pero, créalo o no, sólo lo ha hecho en una minoría de
ellos. Por ejemplo, Cuba, ha firmado y ratificado significativamente mayor
número de ellos que EE.UU. Si lo dudase le invitamos a que busque en fuentes
oficiales de la ONU estos datos. Y en cuanto a su cumplimiento en la
práctica, ese criterio de la verdad, existe un mejor saldo y una mayor
contribución en el mundo, expresada en ayuda y cooperación a otros pueblos.
Además, la realidad es que una mirada imparcial de
cómo se cumplen los derechos humanos en la sociedad estadounidense, derecho
por derecho, ofrece un resultado desalentador para una sociedad dominada por
una plutocracia avara que, por su misma naturaleza, es ejemplo de cómo se
practica la mayor inequidad en el mundo. Y ante esa riqueza enorme acumulada
por el país, su clase plutocrática y, por supuesto, sus presidentes desde la
fundación de la nación hasta el presente, todos millonarios y
multimillonarios, habría que preguntarse como lo hiciera el escritor
portugués Almeida Garret en el siglo XIX: “Y yo pregunto a los políticos, a
los economistas, y a los moralistas, el número de individuos que es forzoso
condenar a la miseria, al trabajo desproporcionado, a la desmovilización, a
la orfandad, a la ignorancia crapulosa, a la desgracia invencible, a la
penuria absoluta, para producir un rico”.
A mayor abundamiento concreto, en octubre de 2010, la
Responsable del Comité de los Derechos de la Niñez, Yanghe Lee, hizo un
llamado a Somalia y a los Estados Unidos a ratificar la Convención de los
Derechos del Niño, ya que eran estos los dos únicos países que, desde su
aprobación en 1989, no lo habían hecho, y la cual establece los derechos
económicos, sociales, culturales, civiles y políticos, así como también las
especiales medidas de protección para todas las personas menores de 18 años
de edad.
Después de seis años, ¿se habrá acordado en el día de
los derechos humanos el ilustre Premio Nóbel de la Paz y presidente de los
Estados Unidos hasta enero de 2017, el Señor Obama, que aún está pendiente
la ratificación de la Convención de los Derechos del Niño? ¿Se habrán
acordado los ilustres representantes y senadores de los Estados Unidos que
el olvido de la niñez es equivalente a la no ratificación del noble tratado
que hace obligatorio el cumplimiento de todos los derechos reconocidos? ¿Se
habrán acordado de todos los niños estadounidenses o emigrados, que no
merecen tan tamaño olvido, en una época en que se muestran tan alebrestados
en aprobar legislaciones discriminatorias y de marginación para el interior
de la nación, y cuantas leyes pueden concebir para entrometerse en asuntos
internos de otros países y hacerles más difícil la vida a sus
correspondientes pueblos, incluyendo inevitablemente a sus niños? ¿Sabrá
algo de este asunto el empresario y presidente próximo Donald Trump?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
|