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José Luis Calvo. El activista de los derechos de la infancia
En 1987 creó la asociación de derechos del niño
Prodeni, con la que sacó a la luz casos de desprotección
Su gestión para escolarizar a una niña con sida le
valió el reconocimiento general
María José Garde
Málaga 03 diciembre 2017

Con
Gloria Fuertes en 1996. (Presidenta de Honor) Foto Pepe Ponce.
José Luis Calvo fue durante años uno de los
personajes más mediáticos de Málaga, un quijote por los derechos de la
infancia capaz de poner contra las cuerdas a una administración que en los
años 80 seguía anquilosada ante los cambios sociales que se avecinaban. Los
jóvenes no recordarán la figura de este hombre menudo y vehemente que sacó a
la luz muchos casos de desprotección infantil desde la asociación que creó
en 1987, Prodeni. Profesor y director en el colegio Cerro Coronado, de la
Palma, una de las zonas más castigadas por la pobreza en Málaga, ya se ha
jubilado y no ejerce el cargo que le llevó a encabezar portadas de
periódicos o informativos de la televisión, pero sigue peleando desde la
asociación por el reconocimiento de los derechos de la infancia.
Gallego de nacimiento y criado allí, residió más tarde en Cantabria y bregó
en los movimientos asociativos de Bilbao, donde Calvo llegó a protagonizar
una gran movilización de colectivos vecinales y educativos contra el
ayuntamiento vasco en 1976. Dos años después se traslada a Málaga para
trabajar como profesor de Enseñanza General Básica (EGB) en La Palma.
Asegura que pidió ser destinado a una barriada desfavorecida, porque ya
había trabajado con escolares procedentes de zonas similares, pero lo que se
encontró en Málaga le resultó "impactante". Cuenta ahora que le sorprendió
el elevado número de menores que ejercían la mendicidad, sobre todo por los
bares de la ciudad y que no estaban siendo escolarizados. "De los diez
principios de los derechos del niño sólo se cumplía el de la nacionalidad",
asegura.
Esa realidad le llevó a crear la Asociación Pro
Derechos del Niño, que dirigió hasta el 2003, tras un primer estudio
realizado en su centro escolar sobre el absentismo de los menores. El
colegio planteó crear cinco aulas prefabricadas para acoger a todos los
niños no escolarizados y logró el visto bueno de la Junta de Andalucía. Pero
el caso que le llevaría a protagonizar portadas fue el de Montse Sierra, la
niña infectada con el virus del sida al que la comunidad escolar rechazó.
Calvo recuerda el caso de esta menor que sacó a
relucir varios problemas: el desconocimiento de la enfermedad, la
desprotección de los menores enfermos o la inacción de la comunidad
educativa ante la presión de los padres. "Había una situación de miedo,
ningún grupo social o vecinal quería implicarse, estaban escondidos", dice
este activista. Tras la denuncia de la tía y tutora de la menor, Prodeni
denunció el caso en el Juzgado y la jueza ordenó escolarizar a la niña en el
colegio Pintor Denis Belgrano. Los padres del centro sacaran a sus hijos de
clase y dejaron a Montse sola con otra compañera, "y la sociedad no se
movió", recuerda. Las campañas para explicar los riesgos reales de la
dolencia no surtieron efecto y la menor pasó a un nuevo centro, La Goleta,
donde "fue bien acogida pero pronto impusieron restricciones a sus
movimientos sin que existiera demanda de los padres".
La niña terminó su etapa escolar en el centro, y ya
adolescente se casó y tuvo una hija. "Ni su marido fue contagiado", recuerda
ahora Calvo, para quien la etapa escolar de Montse concluyó con éxito
gracias a la intervención del defensor del pueblo andaluz, Manuel Conde
Pumpido", que en un durísimo alegato contra la Delegación de Educación,
obligó a ésta a proteger a la menor.
El caso de Montse espoleó conciencias pero no fue
suficiente. "Descubrió un problema que estaba ahí", dice Calvo, pero
recuerda el caso de otros menores también enfermos que fueron escolarizados
sin que sus casos salieran a la luz.
Los problemas de los menores son hoy otros, asegura
José Luis Calvo, "porque tenemos una ristra de leyes, pero la crisis ha
reducido los recursos en Educación", dando lugar a su juicio a situaciones
de indefensión con los niños inmigrantes, o los casos de acoso escolar.
En estos últimos casos se centra ahora el trabajo de
Prodeni, en denunciar la "poca implicación del profesorado" a la hora de
atajar estos problemas. "Se habla de protocolos, de intervención de la
Fiscalía, de psicólogos, cuando lo que hay que hacer es detectar e
intervenir en estas situaciones", asegura. Y lamenta que en muchos casos, lo
primero que se ve es la "culpa" de la víctima, destacando lo que le hace
distinto, para hacer recaer sobre él la responsabilidad de la agresión. "Los
padres dejan de llevarlo a clase un tiempo y los profesores les dicen que
los problemas han empezado con su vuelta".
Calvo siguió sacando a la luz casos de niños desprotegidos pero, en junio de
1997, ese afán de denuncia estuvo a punto de costarle caro. La muestra ante
periodistas de algunas fotos de menores víctimas de pornografía infantil
molestó a la fiscalía sin que se produjeran consecuencias. Lo que si se
produjo fue un movimiento favorable de las instituciones ante la impunidad del
masivo tráfico de imágenes y de vídeos en Internet, que unido a la
proyección internacional que la denuncia obtuvo, incrementó de forma notable
el pertrecho de leyes y los recursos policiales para su erradicación.
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