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Confidencial
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Los niños del Covid: el trauma familiar que la economía y
los datos no nos dejan ver
La
vida familiar cambiará radicalmente tras el confinamiento y los niños serán
las principales víctimas. La sola relación con los abuelos puede convertirse
en un problema social enorme

Una pancarta infantil colgada de un balcón en Madrid durante el estado de
alarma. (Save the Children)
DAVID BRUNAT
29 DE MARZO 2020
"En la sociedad actual, tenemos hijos
porque hay abuelos. No hay otra elección que convertir a los abuelos en
padres y madres vicarios. Muchos de esos abuelos pasan más de 40 horas
semanales con sus nietos, literalmente una semana laboral. Esta crisis es un
golpe a la línea de flotación del entramado laboral y familiar que sostiene
la economía en este país. Sin la ayuda de los abuelos, la economía
española se va al garete. Eso es lo que nos estamos jugando",
afirma Iván Rodríguez, doctor en Sociología por la
Universidad de Huelva y especialista en infancia.
"Solemos sobreestimar el corto plazo, en
este caso el confinamiento, y subestimar el largo plazo. Lo que me pregunto
es cómo les va a impactar esto a nuestros menores a nivel generacional.
Puede haber una regresión a los tiempos en que nuestra sociedad no conocía
un sistema sanitario fuerte, no conocía las vacunas y se temía por la salud.
Ese miedo colectivo de que los niños puedan transmitir el virus a la
población mayor puede generar un efecto muy raro, ponerle cierto
matiz de sospecha al contacto con niños y niñas. Aún es pronto para
saberlo", apunta.
Los expertos en salud pública y control de
epidemias llevan semanas advirtiéndonos. Una vez se levante al
confinamiento, la vida no regresará a la normalidad como si todo hubiera
sido una pesadilla. Nuestra forma de socializar cambiará,
quizá para siempre, tal vez solo por un periodo de tiempo que se cuenta por
años más que por meses. Rutinas tan básicas como pedirle a un abuelo que
recoja a los niños del colegio pueden verse alteradas por miedo. Llevar a
los niños a un parque infantil, o a ver una película al cine, generará
muchas dudas.
"Me preocupa que estamos
convirtiendo a los niños en los apestados de esta epidemia", expone
Rodríguez. "Ellos son sospechosos y hay que tenerlos apartados de los más
mayores. Existe una razón médica tras esto, pero sus implicaciones son
terribles a todos los niveles. Hay muchos niños para quienes sus abuelos son
un punto de referencia fundamental, por ejemplo niños que viven
ambientes tóxicos en sus hogares y dependen fuertemente de vínculo
externos. Por no hablar de los dos millones de niños que viven en riesgo de
exclusión social, o directamente dentro de ella, en familias para quienes la
solidaridad familiar es un amortiguador fundamental. ¿Qué pasará con estos
niños?".
En algunos entornos se habla ya de
'generación Covid' para subrayar el impacto sobre los niños de este
terremoto social, económico y emocional. La mayoría de
profesionales, no obstante, optan por la prudencia al hacer sus
predicciones. "¿Los adultos futuros se preguntarán cómo viviste tú el
confinamiento? ¿Habrá una imagen colectiva sobre ese periodo tan extraño de
guerra contra un enemigo invisible que nos tiene encerrados? Esa imagen
colectiva es potente, pero las consecuencia reales en el desarrollo
individual de nuestros niños dependerán de cuánto se extiende esto
en el tiempo", prosigue el sociólogo.
Las secuelas de una catástrofe
Los expertos observan catástrofes
recientes para conocer qué traumas provocaron y calibrar los efectos de esta
pandemia sobre la infancia. Algunos señalan el desastre del huracán
Katrina en Nueva Orleans (Estados Unidos) en 2005, que arrasó la
ciudad, desarraigó a sus niños y marcó para siempre el futuro de los
sectores más vulnerables, que hoy, quince años más tarde, siguen necesitando
terapia. Más cercano y reciente es el batacazo de la crisis económica que
estalló en 2008 y se prolongó durante más de un lustro en España. Aquella
crisis fue mucho más profunda de la que se espera
ahora, pero el coronavirus ha volteado la vida de las familias de una forma
mucho más drástica.
"Cuando hay una catástrofe natural grande
o alguien sufre un accidente de tráfico grave es habitual que se desarrolle
un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Ocurre cuando
un evento cambia radicalmente la vida de una persona, aunque sea algo
transitorio y su impacto emocional sea puntual. El contexto infantil en esta
crisis ha cambiado de la noche al día. No acuden a clase, no se relacionan
con sus compañeros, con sus profesores, no tienen esas figuras de apego que
son tan importantes para su estabilidad. Barajamos que, una vez termine la
restricción, posiblemente aparezcan problemas de estrés postraumático o
trastornos adaptativos. Síntomas que esperemos no se prolonguen en el
tiempo", adelanta la neuropsicóloga Noelia Gilbert.
Como en toda crisis, los sectores más
vulnerables serán los que paguen el precio más alto. En realidad, ya lo
están haciendo. "Esto va a aumentar las desigualdades sociales.
Los niños de familias con mayor estabilidad económica y un ambiente familiar
sano, superarán este bache con mayor éxito que los niños que viven en
ambientes familiares tóxicos o cuyos ingresos se desplomen de repente y se
vean en dificultades en el futuro", resume Gilbert.
Una encuesta reciente de Save the Children
concluye que el 60% de las familias vulnerables ya vio alterada su situación
laboral en la primera semana de crisis del coronavirus. La encuesta mide,
entre otros parámetros, su situación económica y laboral, su estado de ánimo
y los recursos de que disponen para permitir la continuidad de las
actividades educativas de los niños y niñas, como ordenadores, tablets y
conexión a internet. El 41% de los 2.000 encuestados manifiesta que los
niveles de estrés y problemas de convivencia han aumentado, en
buena medida por las malas condiciones de habitabilidad y tamaño reducido de
sus viviendas.
"El impacto de esta crisis en la infancia
y la adolescencia será mayor del que podemos prever. No son un grupo de
riesgo sanitario, pero si no se aprueba un paquete de medidas económicas
destinada al bienestar de los menores el riesgo es enorme", advierte Catalina
Perazzo, directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de Save
the Children. "Es necesario un enfoque de infancia en las ayudas
del Gobierno. Muchas familias han perdido todos sus ingresos de
golpe, personas que trabajan en sectores precarios o directamente en
economía sumergida. Es irrisorio pensar en que teletrabajen o que puedan
acogerse a ayudas económicas contributivas".
O como lo expone el profesor de la
Universidad de Huelva: "Quizá es el momento de pensar en políticas
familiares que liberen a los abuelos de llevar esa carga. No ocurrirá
porque el discurso de urgencia tiende a primar otros ámbitos,
pero es un contexto de oportunidad perfecto".
Pese a que las familias vulnerables son el
foco evidente de preocupación, las secuelas del coronavirus pueden
cebarse con las clases medias y medias-bajas. Familias que hasta la
fecha cubren todas sus necesidades y brindan herramientas de ocio y
desarrollo a sus hijos. "Es parecido a 2008. Miles de familias estaban bien,
resistían económicamente, pero de repente dejaron de tener ingresos y tuvieron
que enfrentarse a una realidad a la que no estaban acostumbrados",
subraya Perazzo. "Muchas familias con las que trabajamos vienen derivadas
por Servicios Sociales, ya conocen la red de apoyo para no hundirse, pero
una familia que nunca antes se ha visto en una situación de vulnerabilidad
puede sentirse muy perdida".
Fobias y cambios inesperados
La buena noticia es que los niños son muy
resilientes. Asumen las nuevas realidades familiares con mucha más entereza
de la que creen los adultos. A veces, incluso actúan de colchón
emocional para unos padres carcomidos por la incertidumbre. Pero no
son robots, especialmente los más pequeños. "En el corto plazo lo llevarán
bien. Los niños son muy planos, por así decirlo, da igual a qué entorno
socioeconómico pertenezcan. Pero ya podemos empezar a prepararnos para
sesiones de terapia post cuarentena, trastornos de ansiedad y estrés
postraumático. Será el pan nuestro de cada día en los próximos meses. Pesadillas,
fobias nuevas, estrés, alteración del sueño… Tras un mes sin pisar
la calle porque les hemos dicho que hay un virus circulando por el aire, de
repente les diremos que ahora sí pueden salir pero de un modo distinto al
que conocían. Algunos van a desarrollar miedos e inseguridades. Su vida, sus
relaciones sociales, van a cambiar radicalmente. Habrá que calibrar ese
impacto. Asistiremos a cambios de carácter, a niños más irritables, posibles
problemas de conducta con los profesores… Lo superarán mejor o peor en
función de su estabilidad familiar", adelanta Manuel Fernández,
responsable del Centro de Neurología Pediátrica Sevilla.
"Como tal, el confinamiento no altera a
los niños. Son los cambios que se pueden producir después en su hogar: mayor
conflictividad entre los padres, despidos y caída de ingresos,
distanciamiento de figuras de referencia externa, todo eso si se
cronifica en el tiempo sí repercutirá en los niños", apunta
Fernández. "Veremos el típico niño modelo que de repente después de esto
empieza a comportarse de forma diferente porque esto le ha supuesto un
trauma, aunque sea en el corto plazo. Los padres deberán estar especialmente
atentos".
Lourdes Gaitán, doctora
en Sociología y socia fundadora del Grupo de Trabajo de Sociología de la
Infancia y la Adolescencia (GSIA), se estremece al oír habla de 'generación
Covid' y del impacto negativo que tendrá esta crisis en los niños. "Pensamos
que todo lo que ocurre en la infancia tiene importancia en el futuro. Pero
la infancia es el ahora, son niños ahora, y nunca tomamos su punto de vista.
¿Y si este momento sirve para que los niños, a los que tenemos tan
sobreprotegidos, ganen en autonomía? ¿Por qué no les dejamos que aprendan a
gestionar su propio aburrimiento y su vida en lugar de organizarles el día
con deberes y actividades? Es una oportunidad que les estamos
quitando. El término resiliencia se acuñó precisamente en un
estudio sobre niños muy estresados. Y se descubrió que su capacidad para
recuperar la estabilidad tras estar sometidos a una presión muy fuerte es
enorme. Los niños saldrán de esta cuando termine el confinamiento porque son
capaces de crear sus propios mecanismos de defensa frente a hechos
agresivos".
"Quizá esto
nos sirve para entender que la infancia no es una carrera para aprobar
asignaturas y que tenemos la escala de valores desajustada"
Gaitán va un paso más allá al cambiar el
prisma de esta crisis. "Hay que relativizar la pérdida del curso escolar.
Quizá esto nos sirve para entender que la infancia no es una carrera para
aprobar asignaturas y que tenemos la escala de valores desajustada. ¿Qué
pasará si pierden un año escolar? Pues que lo retomarán un año más
tarde. ¿Para quién es importante que los niños no pierdan el curso? Para el
sistema tal como está montado, que nos dice que la vida es una carrera sin
final mientras ahora vemos que no somos invulnerables. Los niños y la
sociedad en general tenemos la oportunidad de aprovechar la experiencia de
este momento. Se puede hacer aunque vivamos en un piso oscuro y pequeño y la
comida no sea tan abundante, exceptuando los extremos".
La socióloga infantil apunta, como hacen
desde Save the Children, en que es urgente diseñar un colchón económico para
las familias que caerán por el precipicio económico del coronavirus. "La
pobreza infantil en este país ha sido muy alta durante muchos años,
incluso antes del año 2008 cuando España se consideraba la octava potencia
mundial y todos comprábamos pisos y coches y segundas residencias. Con la
crisis lo que hizo fue agudizarse. ¿Y por qué esto? Pues porque en este país
los niños no se consideran un bien común sino privado, y el apoyo del Estado
es mínimo. La dotación de las políticas públicas a familias con niños en
este país es una de las más bajas de Europa, incluyendo a los países del
Este. En España presumimos de familia, pero no pensamos en ella".
"La escuela es el lugar de detección de
ambientes tóxicos y nuevos casos de riesgo", apunta Perazzo. "Si no se ponen
medidas para ayudar a las familias corremos un serio peligro de que
la 'generación coronavirus' sea una realidad. La trayectoria vital
de los niños y niñas se verá marcada por esta crisis según las medidas que
adoptemos".
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